Programación diocesana
Varios acontecimientos singulares marcan el rumbo de la diócesis de Segovia en el curso 2021-2022
Madrid - Publicado el - Actualizado
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En los próximos días se presenta en nuestra diócesis la programación pastoral, el marco general que acoge las actividades desarrolladas por parroquias, arciprestazgos, delegaciones y movimientos; la vida diocesana, en toda su variedad.
Es Francisco Jimeno, de nuevo, el encargado de recordarnos el objetivo general de la programación trienal: «Reavivar con alegría el encuentro personal y comunitario con el Señor y hacerlo visible en nuestra sociedad» y los objetivos prioritarios que los desarrollan que, por mor de la pandemia y del obligado parón que ha supuesto en todos los ámbitos, son los mismos que los del curso pasado. ¿Novedades? Las hay, claro. Precisamente la epidemia global nos ha hecho caer en la cuenta de las principales necesidades pastorales de Segovia que se agrupan en torno a tres grandes campos: familia, laicado y vocaciones sacerdotales. Junto a todo esto, el curso viene marcado por otros tres acontecimientos singulares que nos desgrana nuestro Vicario de Pastoral: el sínodo de los obispos que, en su fase diocesana, va a ser inaugurado de forma inminente; la asamblea presbiteral en la que todos los sacerdotes de Segovia reflexionarán sobre la actitud pastoral ante los desafíos de los nuevos tiempos y, por último, la visita ad limina que ha de rendir nuestro obispo don César al Santo Padre el próximo enero, dándole cuenta de la realidad de la diócesis.
Una programación pastoral abierta en la que siempre deben de tener cabida los jóvenes. El Espejo acoge hoy a Jesús Pascual, miembro activo del Secretariado de Pastoral Juvenil con el que repasamos actividades, encuentros y proyectos de esta parte tan relevante –siempre ha de serlo– de nuestra Iglesia local. En el horizonte, la Jornada Mundial de la Juventud convocada para 2023 en la cercana Lisboa. En el punto de partida de ese camino, un primer encuentro con los jóvenes y adolescentes confirmados en este último curso. Un primer paso para hacer grupo, comunidad, Iglesia joven que camina a la par de sus mayores. Dios quiera que se obtengan muchos frutos.
Para concluir el programa del día en que celebramos a Santa Teresa, Marta y David se preguntan en la sección de El Laico ante el Espejo si no estamos asistiendo a una sociedad que, de una forma emocional y poco reflexiva, esta «humanizando a los animales». En efecto: hoy debatimos con calor sobre el maltrato a los animales a la vez que promulgamos leyes animalistas que hace años eran impensables. ¿Tienen derechos los animales cuando no pueden exigírseles responsabilidades ni capacidad moral de juicio? Realmente no, sino que es el hombre el que se reconoce a sí mismo el deber, la obligación moral de tratar a los animales de una manera digna y amable, acorde a su naturaleza; tenemos ciertamente el deber como seres superiores dotados de moral y libertad de proteger a las demás criaturas de Dios.
En el Génesis está reflejada la dignidad de los animales y la superior dignidad y autoridad del hombre sobre ellos. Dios encarga al hombre que ponga nombre a los animales y que someta la tierra y cuanto en ella hay. Poner nombre y someter tienen el mismo significado, la misma intención: no es un dominio ciego y desalmado, sino es autoridad, es cuidado, es ejercicio libre y responsable sobre la creación. Y, por supuesto, sobre los animales.
Sí, quizá la sociedad actual, eminentemente urbana y entintada de ideologías rampantes, está jugando a humanizar a los animales sin ellos pretenderlo. La segunda parte de esta especie de silogismo es mucho más inquietante: ¿estamos, a la vez, deshumanizando al hombre? Intentaremos hablar de ello en futuros programas…