La plataforma del Policlínico insiste en que es más necesario que nunca
El colectivo plantea su repaso histórico desde que cerrase el inmueble
Madrid - Publicado el - Actualizado
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A pesar de las reiteradas manifestaciones realizadas desde la Junta de Castilla y León, tendentes a la idea de construir un segundo centro hospitalario en Segovia, desde la Plataforma en Defensa del Policlínico no desisten en su empeño de lograr que se recupere para ese uso el inmueble situado en la calle San Agustín de la capital segoviana, en pleno Casco Histórico. Un edificio que lleva cerrado más de una década, pero que sigue constituyendo, según ese colectivo, la mejor alternativa para la sanidad segoviana.
Este es el texto íntegro que ha remitido la plataforma este 15 de junio para resumir sus aspiraciones:
La Plataforma en Defensa del Hospital Policlínico siempre ha defendido que el edificio en el que se ubica el hospital es perfectamente válido para poder seguir prestando esos mismos servicios, y que las deficiencias estructurales detectadas por los técnicos son las propias de cualquier edificio de esa misma época, que necesitan ser subsanadas mediante las correspondientes obras de rehabilitación, pero que no impiden en modo alguno que el edificio se pueda seguir utilizando con absoluta normalidad, como tantos otros edificios que atraviesan ese mismo trámite y siguen adelante con su función habitual.
Tenemos que empezar remontándonos a 1999, cuando se aprueba el proyecto de remodelación de lo que entonces comenzó a llamarse “Complejo Hospitalario de Segovia”, que constaba de dos hospitales: el Hospital General y el Hospital Policlínico. La principal finalidad de la remodelación del Hospital General era conseguir un 40% de habitaciones individuales como signo de calidad sanitaria, y además ampliar otros espacios. En cuanto al Policlínico, se trataba de actualizar y reformar las instalaciones, al ser un edificio de más antigüedad. Pero con la llegada de las transferencias sanitarias a las autonomías en el año 2001, cambiaron los equipos directivos y el proyecto se empezó a frenar, con la consecuencia de que finalmente se paralizó esa segunda fase que era precisamente la rehabilitación del Policlínico. Parte de las camas de este hospital se metieron con calzador en el Hospital General, prescindiendo de las habitaciones individuales que habían sido el principal objetivo de su remodelación, y el resto desapareció, quedando nuestra provincia con una tasa de camas por habitante un 38% inferior a la media de la comunidad.
Resulta curioso analizar qué sobrecostes de otros hospitales de la Comunidad coincidieron en el tiempo con este ahorro que se consiguió paralizando el proyecto de Segovia. Ante el panorama que se nos presentaba con la paralización del proyecto, se organiza esta Plataforma para iniciar unas protestas que nunca pensamos que podrían llegar a extenderse durante tanto tiempo, dado que la situación era tan notablemente desfavorable para los segovianos que no dudábamos de que pronto tanto nuestros representantes políticos como los responsables sanitarios tomarían cartas en el asunto y saldrían al paso del problema. Nada más lejos de la realidad. En 2004 nos dirigimos al entonces Consejero de Sanidad, D. César Antón Beltrán, y la contestación del Director General de Asistencia Sanitaria fue en el sentido de que agradecían nuestro interés “ante las expectativas y posibilidades que se abren ante la remodelación que se está acometiendo del Hospital y el Policlínico de Segovia”. Se estaba pendiente de acometer la segunda fase del Proyecto del “Complejo Hospitalario de Segovia”, que consistía como hemos dicho en la rehabilitación del Hospital Policlínico. Para nada se hablaba de dificultades técnicas.
En agosto de 2007 nos volvemos a dirigir al nuevo Consejero de Sanidad, D. Francisco Javier Álvarez Guisasola, porque estábamos comprobando que estaban sacando servicios del Policlínico sin que hubieran siquiera comenzado las obras de rehabilitación, y ya teníamos serias sospechas de que algo tramaban. Nuestros representantes políticos estaban callados como muertos. Lo que nos llegaba de los representantes sanitarios es que les gustaba mucho el relumbre del recién remodelado Hospital General, que se habían instalado allí muy cómodamente, y que estaban dispuestos a perder camas y servicios sanitarios con tal de quedarse allí de forma definitiva. Para nada se hablaba de mal estado del Policlínico que se estaba vaciando para su remodelación, sino de lo bien que se estaba en el Hospital General. Entendemos que el olor a nuevo tira mucho.
En el 2008 terminan por sacar de allí los últimos servicios que quedaban, como las urgencias, el centro de día de rehabilitación y el Consultorio del Casco Antiguo, y el 2 de noviembre cierran definitivamente el Policlínico. En ese mismo año, Guisasola hace una propuesta para instalar en el Policlínico una unidad a nivel autonómico para estancias medias psiquiátricas, algo que esta Plataforma rechazó tajantemente, ya que ese proyecto suponía que Segovia perdería más de la mitad de las 24 camas de estancias medias psiquiátricas que tenía hasta esa fecha, perdiendo igualmente el uso del resto de servicios del edificio, y cediendo todo el espacio restante a pacientes de otras provincias de la Comunidad. Como si a nosotros nos sobraran, vaya negocio. Y aquella propuesta tan desfavorable para nuestra provincia se puso encima de la mesa sin poner en duda en modo alguno la viabilidad del edificio ni generar el más mínimo debate a ese respecto.
El 15 febrero de 2009 la Plataforma dirige un escrito a la Concejalía de Urbanismo del Ayuntamiento en el que decimos tener constancia de que la Gerencia Regional de Salud ha aprobado en octubre del 2008 la concesión de 25.500 € a la empresa CESECO, S.A. para realizar un estudio sobre la cimentación y estructura del Hospital Policlínico y que tenemos cierta intranquilidad por la demora en los trámites y licencias municipales que están retrasando el comienzo de ese estudio. El 16 de marzo recibimos contestación del Concejal de Urbanismo comunicándonos que con esa misma fecha el Ayuntamiento ha concedido licencia para realizar los estudios necesarios.
El 30 de octubre de 2009 nos entrevistamos en Valladolid con el Gerente Regional de Salud, D. José Manuel Fontsaré, y la Directora General de Infraestructuras, Dña. Manuela Roselló. Ante nuestros planteamientos, en la misma reunión el Gerente Regional nos aseguró que en los presupuestos inmediatos ya no era posible, pero que en los del 2011 entraría el Policlínico. También se comprometió a enviarnos el informe que había realizado CESECO, que clarificaba el tipo de intervención que se debía llevar a cabo en el edificio. Ni él ni la responsable de Infraestructuras -que lógicamente habían estudiado el informe a fondo- pusieron en duda en ningún momento que el proyecto no fuera viable; era un simple problema de asignación presupuestaria.
Una vez recibimos el informe, se lo pasamos a tres arquitectos y un ingeniero especialista en estructuras de edificios para tener opiniones de diferentes profesionales, y todos ellos coincidieron en afirmar que el estudio era muy bueno y que efectivamente señalaba aquellas debilidades estructurales que había que intervenir. Ni el informe ni ninguno de los profesionales que consultamos dijeron en ningún momento que el edificio no se pudiera rehabilitar; y el que hubiera debilidades estructurales significaba precisamente eso: que había que rehabilitarlo. Ni más ni menos. Apenas un mes después, en noviembre de 2009, surge una nueva propuesta, procedente esta vez del Consejero de la Junta, Álvarez Guisasola.
La nueva ocurrencia consiste en proponer que sea una empresa la que se haga cargo de montar el negocio de un hospital de estancias medias, concertado con Sacyl. Obviamente la Plataforma volvió a posicionarse en contra de ese uso alternativo, porque si hay algo que tenemos claro es que es la sanidad pública, tal y como siempre ha sido, la que debe gestionar este hospital. Y una vez más, ni rastro de esas supuestas deficiencias estructurales que parecen tan insalvables. Aquel proyecto de Guisasola quedó en nada, pero había surgido ya la idea de un uso privado del edificio, idea que de alguna manera se mantiene hasta hoy día confundiendo a la sociedad segoviana, que debate por ejemplo sobre si es preferible poner ahí una residencia de ancianos, una residencia de estudiantes, unos garajes, pisos,..., o el propio hospital.
Todas esas opciones son muy loables y se podrían sacar adelante con capital privado, pero deberían buscar cualquier otro de entre los muchos inmuebles disponibles con los que cuenta la ciudad -en el casco antiguo sin ir más lejos hay infinidad de ellos-, en lugar de empeñarse en utilizar lo que siempre ha sido un hospital público. La recuperación del hospital por la que luchamos está siempre enmarcada en la defensa de la sanidad pública, reclamando unos servicios que ya teníamos como parte de esa sanidad pública, y que nos quitaron sin explicación alguna. Debemos prestar atención a un hecho: desde la Consejería de Sanidad -hasta entonces- en ningún momento se habla del mal estado del edificio; pero ciertamente desde algunos sectores se empieza a propagar, como una consigna, que el edificio tiene problemas estructurales. Y esto lo repiten algunos a título personal y otros como representantes de determinados organismos, aun sabiendo la Plataforma que ni tenían el informe de la Junta ni lo habían olido desde lejos.
Lógicamente surgen interrogantes en torno a los intereses que puede haber detrás de este asunto. Por un lado puede estar la iniciativa privada, que se encuentra con un edificio que a pesar de esa rumorología popular sabe que es perfectamente viable y que está ahí enhiesto en un sitio muy interesante. Por otro, puede estar ese sector sanitario que se ha instalado estupendamente en el más “molón” Hospital General y que, a pesar de que se han perdido muchos servicios y camas, prefiere mirar para otro lado y seguir a lo suyo. Para cerrar el círculo nos encontramos con la circunstancia de que en un momento dado, después de unas elecciones, cambia el Consejero de Sanidad y con él aquel equipo que nos prometió que incluirían nuestro Policlínico en los presupuestos de 2011.
A partir de aquí la lucha se convierte en algo atroz, pues nos encontramos en plena crisis económica que sirve de argumento indiscutible, y, ya sí, la Consejería de Sanidad y sus nuevos cargos hacen suyo el mantra del mal estado del edificio. Desde entonces, tanto nuestros representantes políticos como los sanitarios han permanecido sin mover un dedo a pesar de las repetidas denuncias de la Plataforma, y han acogido con entusiasmo las consignas que llegaban desde Valladolid de que este edificio era irrecuperable como excusa para no hacer nada al respecto.
Lo que es evidente es que existe un claro posicionamiento de los miembros de la Consejería de Sanidad de la Junta y de los políticos que mueven los hilos desde Valladolid en contra de mejorar la situación sanitaria de Segovia, lo que requeriría como punto de partida ineludible que se abordara la remodelación del Policlínico en las mismas condiciones en las que se ha llevado a cabo la rehabilitación de los antiguos hospitales provinciales del resto de provincias de Castilla y León. Tememos que en el fondo pudiera tratarse de un posicionamiento a título particular de personas muy concretas, más que cualquier otro motivo. La sociedad segoviana es la que debería analizar este aspecto y exigir responsabilidades.
Capítulo aparte merece la ausencia de inversiones sanitarias en Segovia. Si la inversión en Atención Primaria ha sido ridícula, la inversión en Atención Especializada es que directamente no ha existido: las autoridades segovianas no han hecho el menor análisis de la situación (no hacía falta una pandemia para ver que tenemos la tasa de camas por habitante más baja de la Comunidad, la Plataforma lleva lustros denunciándolo), y han permitido que una ingente cantidad de los presupuestos sanitarios de nuestra autonomía se hayan derivado a otras provincias, en las que se han reformado sin ninguna cortapisa los hospitales similares al Policlínico en fecha de construcción, capacidad, usos, etc. No podemos por menos de citar el caso especial del HUBU (Hospital Universitario de Burgos), en una provincia con sólo el doble de habitantes que Segovia, en el que, según reconocía el presidente Herrera en el año 2016, llevaban invertidos 1.400 millones de euros, y que al parecer podrían llegar a los 2.000 millones de euros por los costesf inancieros; es decir, una inversión que está lastrando a toda la sanidad de Castilla y León y que la seguirán lastrando durante años. Que en Segovia se nos racaneen los pocos millones -en comparación- que hacen falta para el Policlínico no puede sino indignarnos.
Todo este asunto ha recobrado especial importancia dadas las tristes circunstancias de la actual crisis sanitaria, que ha puesto el foco en el Policlínico ante la evidencia de que con un segundo hospital, con su correspondiente dotación de camas, espacios y personal sanitario y de servicios, la cifra de fallecimientos habría sido mucho menor. Y muchos se preguntan ahora por qué se cerró un hospital que funcionaba a pleno rendimiento, y, sobre todo, por qué decidieron no volverlo a abrir. Se nos ha querido engañar otra vez haciéndonos creer que la enorme cantidad de contagiados y fallecidos ha sido por la cercanía de Madrid; que claro que habrá tenido su incidencia, pero también tenía estas mismas circunstancias otras provincias como por ejemplo Ávila, y no tiene nada que ver lo que ha pasado allí.
Y vamos a hacer una comparación con los datos que ha publicado recientemente el INE que, si bien aún no son los definitivos, son altamente significativos al comparar ya cifras de fallecidos en cómputo global, más allá de cómo haya querido llevar la cuenta del Covid 19 cada administración en particular. Ya que hemos hablado de Ávila, vamos a decir que allí el incremento de fallecidos durante las semanas de estado de alarma ha sido del 73.2 % con respecto del mismo período del año anterior; en Palencia y Zamora (provincias en las que casualmente se han reformado sus hospitales semejantes al Policlínico en los últimos años) 30,9 y 16,7 % respectivamente; en Burgos, con la imponente inversión que hemos citado, 60,8 %; Valladolid, que no tiene ningún reparo en invertir continuamente en sí misma, 79,1 %. Por fin, Segovia, con un escalofriante 189,6 %, se sitúa a la cabeza de Castilla y León, a la cabeza de España, y muy probablemente a la cabeza de Europa.
Y lo peor es la desvergüenza de nuestros representantes políticos y sanitarios, que en lugar de salir y proclamar a los cuatro vientos lo que está pasando, exigiendo mayor e inmediata inversión, están intentando tapar esas cifras para hacer ver que la provincia ha salido al paso de la pandemia con mucha dignidad. Como si eso sirviera de alivio a la infinidad de familias de los segovianos fallecidos en estos últimos meses por falta de la debida atención sanitaria.
Por último, tenemos que añadir que en los largos y dificultosos años de lucha para recuperar el Hospital Policlínico, que esperemos estén tocando a su fin, en múltiples ocasiones hemos denunciado que Segovia no estaba preparada para una emergencia sanitaria, aunque jamás imaginamos que iba a tener estas proporciones. Pero lo que hemos querido transmitir en todo momento es que la atención sanitaria de Segovia era deplorable en términos de medios materiales -la pandemia lo ha evidenciado-, que se mantenía a los segovianos en una injusta situación en comparación con el resto de la Comunidad de Castilla y León, y que era -y es- inexplicable cómo nuestros representantes políticos y sanitarios han permanecido impasibles ante el cierre del Policlínico, ajenos a nuestras denuncias y a cualquier cosa que no sea su propio ombligo.
Es evidente que la reapertura del Policlínico es imprescindible, ahora más que nunca. Las últimas noticias que llegan desde la Junta, en las que se habla incluso de ampliar el Hospital General mediante la instalación poco menos que de módulos prefabricados, no hace sino evidenciar que existen intereses claramente contrarios a la reapertura del Policlínico por razones que intentan ocultar aferrándose a unas supuestas debilidades estructurales que no son tales, y menos aún con los medios técnicos con los que se cuenta en pleno siglo XXI, hasta el punto de proponer a la desesperada otras alternativas por inconsistentes y peregrinas que puedan ser. Lo que habría que hacer es pedirles cuentas a esos que se oponen tan ferozmente al Policlínico, y preguntarles qué tienen en contra de su reapertura, cuando está claro que ésa es la solución más rápida, económica y lógica al problema sanitario de nuestra provincia.