El Ayuntamiento declarará también el entorno de San Miguel como zona acústica protegida

Los vecinos afectados confían en que se amplíe a Cantarranas y los hosteleros afectados no las ven, de momento, agresivas

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El Ayuntamiento declarará también el entorno de San Miguel como zona acústica protegida

Laura Ríos

Valladolid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Primero fue la plaza de Martín Monsó, conocida como Coca, ahora le toca el turno a San Miguel. Será declarada zona protegida acústicamente en un intento del Ayuntamiento por conciliar el descanso de los vecinos de estos entornos con la actividad económica y el ocio nocturno. La nueva zona se extiende por once calles, desde la plaza de Santa Brígida hasta la calle San Blas. Esta declaración supone que las terrazas del entorno de San Miguel tendrán que estar recogidas a la hora establecida para su funcionamiento; no podrán celebrarse conciertos, y se modifica la franja horaria para la concesión de establecimientos con doble licencia. María Sánchez, edil de Medio Ambiente explica que el acuerdo ha llegado de todas las partes implicadas: “En esa mesa de ocio nocturno se ha acordado que haya desde el cierre cuatro horas hasta volverse a abrir. Desde las seis de la mañana hasta las doce del mediodía habrá una limitación de 70 decibelios para que no exista un efecto llamada”,

Los vecinos de la zona centro dan la bienvenida a esta ampliación y confían en poder llegar un poco más allá, no solo en el tipo de medidas, sino también en el espacio. El próximo objetivo es la Plaza de Cantarranas y Macías Picavea. La experiencia en Coca es que de momento se está notando poco la reducción del ruido. Juan Fernández, portavoz de la asociación de la zona centro de Valladolid comenta que se está notando “muy poco”. “Nos hemos dado un plazo de tres meses para determinar si se nota o no y a partir de ahí opinaremos. La sensación es que se nota muy poco en cuanto a reducción de ruido”, avanza.

Queco se dedica al ocio nocturno y participa en las mesas de trabajo. Nos cuenta que el problema va más allá del propio establecimiento, es en la calle. Cree que estas medidas concilian los intereses de vecinos y hosteleros, de momento no son agresivas, si bien se irán revisando cada seis meses para evaluar el impacto. “Agradable no es que te declaren zona ZAS, mientras esto quede aquí no hay problema. El problema se dará si se avanza en limitación de horarios”, reflexiona.

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