La curiosa tradición de un pueblo de Zamora que hacen los quintos de cada año: "Lo llenan de paja"
Pilar enseña cómo es la primera celebración del año que tienen en Fuentesaúco, que tiene como protagonistas a los jóvenes que cumplen 18 años
Las jóvenes del pueblo en un remolque
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En el corazón de la provincia de Zamora, un pequeño pueblo llamado Fuentesaúco mantiene viva una de las tradiciones más curiosas y pintorescas de la región. Cada año, los jóvenes que cumplen 18 años se convierten en los grandes protagonistas de una celebración única. Esta festividad tiene lugar en febrero y marca el inicio de las celebraciones del año en la localidad. Pilar, vecina y conocedora de la tradición, relata cómo esta fiesta ha perdurado a lo largo del tiempo y sigue siendo un símbolo de unión, alegría y tradición en el pueblo.
En Fuentesaúco, como en muchos otros pueblos de España, los quintos son los jóvenes que, al alcanzar la mayoría de edad, asumen un papel especial dentro de la comunidad. La tradición de los quintos está profundamente enraizada en el pueblo, y cada año, un grupo de jóvenes que cumplen 18 años se convierte en el centro de todas las miradas y celebraciones. Según Pilar, esta es una de las primeras grandes festividades del año y la emoción comienza a palpitar en el ambiente desde que, el viernes por la tarde, los quintos se preparan para la jornada de celebración.
La actividad comienza con la llegada del tractor, el remolque y la caravana que subirán hasta la carba, el lugar donde los quintos se dispondrán a cortar enramadas para la fiesta. Estos árboles y ramas se utilizarán para adornar las casas y, por supuesto, como parte fundamental de la tradición. Después de una buena comida, los jóvenes se arman de hachas y se dirigen al campo a cortar las enramadas. El esfuerzo físico es considerable, pero la emoción y el sentido de comunidad convierten esta tarea en un momento de disfrute.
Señales de tráfico en autopistas españolas
Ya entrada la noche, con las enramadas cargadas en el remolque, el grupo de quintos comienza a bajar por las empinadas calles del pueblo, desbordando alegría y animación. El ambiente se llena de música, risas y gritos de entusiasmo, mientras los jóvenes se encargan de colocar las enramadas en las puertas y balcones de cada casa. No solo las viviendas de los quintos reciben su adorno, sino también las casas de las mozas deseadas del pueblo, quienes tienen un lugar especial en esta tradición.
La tradición
Una de las partes más singulares de esta celebración es que tanto la colocación de las enramadas como el siguiente paso, el de llenar las casas de paja, se realiza de manera totalmente manual. Los quintos se suben a las fachadas y se buscan las maneras más ingeniosas para poder colocar la paja en los lugares más altos. Este trabajo requiere destreza y esfuerzo, y, sobre todo, una buena dosis de espíritu festivo.
Como toda celebración popular que se precie, la tradición de Fuentesaúco también incluye momentos de compartir y disfrutar entre todos los vecinos. Después de un largo día de trabajo en las enramadas y la colocación de la paja, llega el momento de "correr el bollo". Este acto consiste en recorrer todo el pueblo, de casa en casa, para ofrecer un vermú a quienes acompañan a la charanga, a familiares y amigos. Cada familia de los quintos tiene la oportunidad de invitar a los participantes a disfrutar de un trago, mientras la música y el baile continúan sin cesar.
Al llegar la mañana, después de tantas horas de fiesta y trabajo, el pueblo comienza a descansar, pero la tradición no termina ahí. Tras unas horas de sueño, la verbena retoma el pulso y los quintos siguen siendo los protagonistas. La jornada se alarga con música, baile y algún que otro "aliado" para finalizar el fin de semana festivo.
Fuentesauco señalado en un mapa de España
Finalmente, como bien nos cuenta Pilar, esta es solo la primera de las celebraciones que los quintos vivirán durante el año, ya que en mayo se celebra el gran fin de fiesta de la temporada. Es una forma de mantener viva la identidad y la unión de todo un pueblo, y de dar la bienvenida a una nueva generación de jóvenes que, con sus risas y esfuerzo, se convierten en los encargados de mantener viva la tradición de Fuentesaúco.
Un homenaje a las tradiciones rurales
Lo que realmente hace especial esta tradición es la capacidad de Fuentesaúco para conservar sus raíces y transmitirlas de generación en generación. La fiesta no solo es un motivo de alegría y esparcimiento, sino también una manera de rendir homenaje a las costumbres y la forma de vida rural. Aunque los tiempos han cambiado y la tecnología ha invadido todos los rincones de nuestras vidas, tradiciones como esta siguen demostrando la importancia de la comunidad, el trabajo colectivo y el cariño por lo propio.
Como bien concluye Pilar: "Que vivan nuestros pueblos y los quintos, que los volveremos a ver en mayo para el fin de más grande del año". Y es que, en Fuentesaúco, las tradiciones no solo se celebran, sino que se viven con pasión y se transmiten con orgullo.