PROFESIONES
La última generación de porteros de finca
María Asunción, portera desde hace 22 años, explica cuáles son las tareas que ejecutan los porteros, un oficio que, según ella, "hace mucha comunidad"
Barcelona - Publicado el - Actualizado
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Durante décadas han formado parte del panorama urbano, especialmente a las fincas de grandes ciudades. Por motivos económicos y la aparición de elementos tecnológicos que ejercen sus funciones, como el portero automático, además de la competencia que ejercen grandes empresas de servicios. La profesión de portero de finca urbana es un oficio en vías de extinción.
A lo largo de la historia de la humanidad, han sido diversos los oficios que se han ido incorporando al mercado laboral, como también otros muchos han desaparecido, a la vez que otros podrían estar a punto de ver su final. Sin embargo, todavía quedan jóvenes que se sumergen en estos oficios “en peligro de extinción”.
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Entre ellos, se encuentran los históricos porteros de edificios, que cada vez son menos, puesto que las nuevas tecnologías han podido suplantarlos o las propias comunidades de vecinos han decidido evitar este gasto, y asumir cada vecino las comodidades que estos otorgaban.
Un oficio que no se tiene que confundir con el de conserje, pues los porteros viven en la propia finca. Algunos, como es el caso de la Mari, pasan a formar parte de la comunidad. Esta profesión “supone una dedicación muchas veces de 24 horas, para urgencias o el que pueda pasar”, además de mucha mano izquierda, porque hay un trato constante con las personas.
El talón de Aquiles del sector son los porteros automáticos y las empresas multiservicio, que contratan conserjes con sueldos más limitados, puesto que, hoy en día, quienes ejercen este oficio, son mileuristas.
En dos años cerrará la portería del Eixample donde vive y trabaja por última vez. Un hecho que, según confesa, todavía no está preparada para afrontar.
La de la María Asunción se una historia en primera persona de una profesional que resiste en tiempos complicados, en momentos en los cuales se ven muchas porterías vacías y una jubilación supone un espacio en blanco en numerosas comunidades de vecinos. Un espacio y un oficio que defienden y reivindican para las futuras generaciones, aunque saben que se encuentra en desuso.
La evolución histórica
Es importante tener presente los antecedentes que, en cierto modo, condicionan la imagen que la sociedad percibe de estos trabajadores. Etimológicamente, la palabra portero proviene del latín portarius, y en su segunda acepción, el Diccionario de la Real Academia Española lo define como “persona que, en las casas de vecinos, tiene a su cargo el guardar, cerrar y abrir el portal y vigilar la entrada y salida de personas, limpiar la entrada, escalera, etc.”
Históricamente, los porteros cumplían funciones de seguridad, por el carácter de Agentes de la autoridad que les confería el Real Decreto que obligaba –en los inicios del siglo XX- a las casas de vecindad de Madrid y Barcelona, a disponer de un portero encargado de la vigilancia y de impedir la comisión de delitos dentro de las fincas.
Transcurrió casi un cuarto de siglo hasta que, durante la segunda República, se reconoció el carácter laboral de la relación de los porteros con sus empleadores, aunque encuadrada dentro del ámbito del servicio doméstico.