Momentos con Luis Rodríguez

Marta: “No me acepto a mí misma. Me veo fea”

“Tengo la autoestima baja. No puedo pronunciar bien la erre, y cuando hablo con la gente tengo la sensación de que se ríen de mi problema. Creo que no caigo bien a la gente”

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

7 min lectura

“Tengo 24 años. Hace un año que me independicé. Me marché de casa porque no aguantaba más, era un calvario. Mi madre me pegaba, solamente por cosas como llegar tarde a casa. Mi madre está desquiciada de los nervios. Me decía que era una sinvergüenza, que me iba a cortar la lengua. Me enfrentaba con mis hermanos. Ellos siempre buscaban algo para que me echaran a mí la bronca”, nos cuenta Marta.

“Tengo la autoestima baja. No puedo pronunciar bien la erre, y cuando hablo con la gente tengo la sensación de que se ríen de mi problema. Creo que no caigo bien a la gente”, sigue diciendo Marta.

“No soy fea, pero no me encuentro a gusto conmigo misma”, explica Marta. “Ahora mismo me veo fea. Veo que no gusto a nadie, que soy un bicho.”

“A mí no me pareces un bicho”, le replica Luis.

“Tú me estás oyendo. Me escuchas, pero no me has visto”, contesta Marta. “Cuando hablo con la gente, se echa para atrás. Tengo mucho miedo a la vida.”

“Te estás equivocando”, objeta Luis. “A mí me has caído muy bien. ¿Tú crees que yo saldría corriendo si te viese?”

“No sé lo que hago, pero espanto a la gente. Hago que la gente huya”, dice Marta.

“¿Has espantado a mucha gente?”, pregunta Luis.

“Sí, por mi forma de ser”, responde Marta.

“¿Tú sabes cuántas personas te están escuchando ahora mismo? ¿Te haces una idea?”, le dice Luis. “Todas las personas que te están escuchando, y me incluyo yo, todos hemos tenido problemas en algún momento de nuestra vida con otras personas. Todo el mundo. La mayoría de las personas que te estamos escuchando tenemos experiencias parecidas a las que tú has tenido.”

“Cuando yo era pequeña la gente se metía mucho conmigo por el problema de la erre”, cuenta Marta.

“¡Si lo has dicho muy bien, Marta! Has dicho “el problema de la erre”. ¡Si tú hablas muy bien, Marta!”, observa Luis. “Esos mensajes que tú creas de soy fea, no me gusto, no soy guapa, no pronuncio bien la erre, todo el mundo me detesta... ¿tú te crees todo eso? Todos tenemos problemas con alguna persona. En una comunidad de vecinos siempre hay vecinos que no se llevan bien con otros.”

“Pero no sé cómo decirte”, contesta Marta. “Me junto con un grupo y no encajo, por mi forma de ser.”

“Yo, si eligiese mal el grupo, probablemente con algunos grupos tampoco encajaría. Pero eso no significa nada. Significa que te has equivocado de grupo, nada más”, responde Luis.

“A mi edad es muy difícil. Yo lo he intentado”, dice Marta.

“Tienes que buscar un entorno donde haya personas que te quieran”, le aconseja Luis.

“Es que no consigo quererme”, contesta Marta.

“Pero tienes que empezar a quererte”, le dice Luis. “Tienes que empezar a cambiar tu forma de hablar.”

“¿De qué forma?”, pregunta Marta.

“Hablando bien de ti”, responde Luis. “No a la gente, sino a ti misma.”

“¿Y hablando bien de mí misma qué consigo?”, pregunta Marta.

“Consigues creer la verdad de ti misma”, responde Luis. “Las palabras tienen el poder de crear realidades. Tienes que cambiar tu punto de vista acerca de ti misma. No te estoy hablando de autoengañarte, sino de ponerte frente al espejo y descubrir las cosas bonitas que hay en ti, que tienes muchísimas.”

“No puedo. Lo he intentado muchas veces y no puedo”, replica Marta.

“Quizás es que no quieres”, contesta Luis. “El no pronunciar bien la erre hasta puede ser bonito. ¿Crees que una persona que no sabe pronunciar bien la erre es una persona despreciable? ¡Por favor, Marta!”

“Pero mi infancia ha sido muy dura, Luis”, responde Marta.

“¿Y tu vida también tiene que ser muy dura para siempre?”, le pregunta Luis. “¿Tú quieres seguir siendo una mendiga toda la vida?”

“No”, responde Marta.

“Pues entonces haz el favor de aceptar lo que la vida te ofrece”, le pide Luis, “porque la vida es bonita y seguramente tú eres una persona bella.”

Interviene una oyente llamada Sofía: “Hace muchos años que escucho a Luis, porque para mí es un libro. Cada día aprendo mucho con él. A mi marido también le cuesta pronunciar la erre. Él cuando tiene que dar su apellido, que es Parra, dice Paga, y entonces se pone nervioso, pero yo le ayudo.”

“Pero él tiene tu apoyo. Yo no tengo el apoyo de nadie”, replica Marta.

“Tú misma tienes que ser tu apoyo”, le aconseja Sofía. “No hace falta que tengamos el apoyo de nadie. Si aprendemos de nosotros mismos a valorarnos, a expresarnos, si no me sale bien en este momento porque me pongo nerviosa, ya me saldrá mañana o dentro de un rato. No voy a hacer un mundo porque no sepa pronunciar la erre. No te lo tomes a mal. Si la gente se ríe, tú eres la que se tiene que reír contigo y llorar contigo. Lo que digan los demás no te debe afectar. Más eres tú, tu mente, la que no debe pensar eso. Puedes acudir a un logopeda que te enseñe a pronunciar los fonemas, como yo hice con mi hijo de ocho años, que tampoco podía pronunciar la erre.”

“Pero yo no puedo ir a un especialista, porque vivo independiente, tengo que pagar mis gastos y no tengo mucho dinero”, contesta Marta.

“Yo tampoco”, responde Sofía. “Yo he sido su logopeda. Le decía: “Di arroz”, y él respondía “agoz”. Al final mi hijo ha aprendido a pronunciar la erre, y ahora, si le oyeras, pronuncia “arroz”, “perro”... Mi marido ya tiene 43 años y, aunque lo intentamos, ya está hecho así su paladar y no la puede pronunciar.

“A mí de pequeña me llevaban a psicólogos y a logopedas, y me dijeron que la podía pronunciar bien pero no quería. Yo sí quiero, pero no puedo”, protesta Marta.

“Poco a poco, sin pensar en que quieres, a lo mejor sí te sale sin querer”, responde Sofía.

Luis concluye diciéndole a Marta que el día que aprenda a aceptarse a sí misma, no le afectará tanto lo que los demás piensen de ella. Marta lo agradece.

MOMENTOS CON LUIS RODRÍGUEZ

Radio de madrugada con Luis Rodríguez.

La radio a oscuras...

Todos los días de 1,30 a 6 de la madrugada a través de Cope Cataluña y Andorra. “Momentos con Luis Rodríguez”, desde Cope Barcelona para todo el mundo.

La radio no decae, ni siquiera por la noche. Las horas profundas de la madrugada son un “non stop” a disposición de curiosos, insomnes, amas de casa, universitarios, profesionales, gentes de edad avanzada, jóvenes y adultos que coinciden en el cruce de caminos de uno de los males de nuestro siglo: la incomunicación en las grandes ciudades.

De día se va deprisa, a un ritmo frenético, no hay tiempo para nada y la radio se oye mientras se desempeña otra actividad. La madrugada, en cambio, es el tiempo de la calma, de la reflexión, el insomnio, la soledad, el darle vueltas a los problemas...

La radio se convierte entonces en compañera, en íntima amiga y, a veces, en tabla de salvación. A través del teléfono, Luis Rodríguez está a disposición de todos los que deseen ser escuchados. Eso explica la buena audiencia de “Momentos”, un programa donde los oyentes pueden ser escuchados y también comprendidos; explicar sus problemas e inquietudes.

A través del teléfono gratuito 900 40 20 32 son muchas las llamadas, las historias, las vivencias que se comparten en antena, creando el ambiente preciso para que el oyente se sincere y profundice sobre cualquier tema que haya elegido libremente. En “Momentos con Luis Rodríguez” la audiencia es la auténtica protagonista.

Momentos con Luis Rodríguez” ha sido premiado en numerosas ocasiones por su labor social y cuenta con más de 1.800.000 seguidores en Facebook.com/momentosluisrodriguez, así como más de 23.000.000 descargas de podcasts de las llamadas en la plataforma Ivoox.com/momentosconluisrodriguez.

Todos los días de 1,30 a 6 de la madrugada a través de Cope Cataluña y Andorra. “Momentos con Luis Rodríguez”, desde Barcelona para todo el mundo.

Puedes comunicarte con Luis Rodríguez a través del teléfono gratuito 900 40 20 32 o bien contar tu historia escribiendo a luisrodriguez@momentos.fm.

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