Momentos con Luis Rodríguez
Juan: “Vivo en la más absoluta soledad, me he encerrado en mí mismo. No hablo con nadie”
“No tengo ganas de trabajar, ni ganas de nada. Tampoco puedo tener una relación de pareja. Es una situación muy difícil”
Madrid - Publicado el - Actualizado
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“Soy muy malo en la conversación. Hace dos años que estoy solo, no hablo con nadie, no tengo una conversación normal, ni siquiera con mis padres. Me he encerrado en mí mismo. Me he ido de mi ciudad. Ahora estoy solo. Tengo unos amigos, por así decirlo. Desde pequeñito me he callado todo para mí. Estoy pasando por un momento complicado para mi vida. Dejé el trabajo que tenía y ahora estoy en el paro. No tengo nada que hacer, ni ganas de trabajar, ni ganas de nada. No sé qué hacer. Tampoco puedo tener una relación de pareja. Es una situación muy difícil.”
“Para saber qué es lo que tienes que hacer, primero tienes que llegar a saber qué es lo que te sucede.”
“Muchas veces estoy con la gente, me río tanto... Llega el día siguiente y no tengo ganas de hablar con nadie. No sé lo que me pasa. Ni una alegría, ni una risa...”
“¿Tú quieres estar bien o quieres estar mal?”
“Yo quiero estar bien, está claro.”
“¿Y ya sabes lo que tienes que hacer para estar bien?”
“No lo sé.”
“¿Por qué dejaste tu ciudad y viniste aquí?”
“Por un cúmulo de cosas. Primero rompí con la novia. Llevaba tres años con ella y eso me afectó. Luego le dio un infarto a mi padre. Me sentó muy mal ver a mi padre, que no podía hablar, llorando. Mi madre me preguntaba cómo estaba, y yo le decía: “Bien”, pero por dentro estaba hundiéndome. Aquellos momentos fueron muy malos. Mis amigos no me preguntaban. Un amigo mío, que se suponía que era mi mejor amigo, me preguntó por mi padre al cabo de un año. Dejé el trabajo y vine aquí.”
“¿De dónde eres tú?”
“De otra parte.”
“¿Por qué no lo quieres decir?”
“Porque no.”
“¿Por qué temes hablar con la gente? Hay una parte de tu vida que no quieres que la conozca nadie, ¿verdad? Te molesta que llegue el punto en que te hagan preguntas. ¿Tienes algún pasado que quieres ocultar?”
“En un sentido malo no.”
“¿En qué sentido? Aunque sea en sentido bueno, ¿pero tienes algún pasado del que no quieres hablar?”
“Se puede decir.”
“¿Y este pasado del que no quieres hablar te crea problemas?”
“Ahora mismo no tengo rencor hacia nadie. Lo único que quiero es estar bien.”
“¿Estás aquí escondido de alguien o de algo? De tus amigos, por ejemplo.”
“No, escondido no. Me fui porque estaba harto. Estuve un año y medio trabajando. Salía del trabajo, llegaba a casa y estaba en casa. No salía, no hacía nada... Terminé cansado porque mis padres me decían que saliera a la calle, y a mí eso me dolía. Yo no tenía ganas y ellos me veían que estaba mal. No es esconderme de nadie.”
“¿Tú vives solo?”
“En una casa compartida.”
“¿Tienes nevera?”
“Sí.”
“Yo no sé si te ha pasado alguna vez”, le dice Luis. “Abres la nevera y de repente notas un olor que no te gusta. Algún alimento de dentro ha caducado y se ha estropeado. Tienes dos opciones:
“Cerrar la puerta porque no te gusta el olor que hace este alimento ya pasado y pensar que con la puerta cerrada ya no sientes el olor, pero cada vez que abras la puerta porque necesitas abrirla de vez en cuando, vas a sentir ese olor repugnante que te echa para atrás. Esa es una opción”, sigue diciendo Luis.
“La otra opción es buscarlo y empezar a vaciar la nevera hasta que lo encuentras, y cuando lo encuentras, con el máximo cuidado sacas el alimento en mal estado aunque te repugne, aunque te cause náuseas, y te deshaces de él. Limpias la nevera bien, quitas el olor, y una vez que está bien limpia la nevera y se ha despejado el mal olor, vuelves a colocar las cosas en su sitio. Y esa operación que no es muy agradable, encontrar el alimento en mal estado, sacarlo y limpiar la nevera, produce efectos muy agradables.
“Con nosotros pasa lo mismo”, concluye Luis. “Hay algo malo dentro de ti. O te arriesgas a abrirte un poco y empezar a sacar cosas hasta encontrar qué es lo que no funciona, o cada vez que te abras un poco a ti mismo vas a sentir ese olor de algo putrefacto que está dentro de ti. O lo sacas y lo limpias, o de por vida vas a sentir ese olor. ¿Qué quieres hacer?”
“Sacarlo y limpiarlo, pero para mí es muy difícil. Digamos que también me he vuelto desconfiado.”
“Entiendo que te vuelvas desconfiado con las personas que te han hecho daño, pero quizás podrías confiar en un profesional o en alguien que sepas que no te va a hacer daño.”
“Sólo me queda un mes de paro y ya no tengo nada. Yo lo que no quiero es dar un disgusto a mis padres.”
“¿Qué disgusto?”
“Mi padre ahora está bien, pero está mucho más sensible que antes. Darle ahora mismo ese palo sería fatal para él.”
“¿Qué palo?”
“De ver que su hijo está mal.”
“No tienes que llamarle para decirle lo mal que huele la nevera. Lo único que tienes que hacer es vaciar la nevera, encontrar lo que está mal, sacarlo y tirarlo. Una vez que el alimento en mal estado está en la basura tienes que limpiar la nevera y colocar todo en su sitio otra vez. No tienes que avisar a tu padre para esto. ¿Cuándo te vas a decidir a hacerlo?”
“Es que no lo sé. Me gustaría encontrar a una persona que estuviera en la misma situación para poder charlar.”
“Es que los demás tampoco sabemos qué es lo que te pasa”, le dice Luis. “Estás cerrado a cal y canto porque no quieres abrirte. Yo entiendo que no quieras abrirte porque no te fías de nadie. Tampoco te estoy pidiendo que te abras aquí en la radio y empieces a contar cosas que no quieres contar. Tendrías que encontrar a un psicólogo o a un buen amigo. Tienes que buscar a alguien que te ayude, pero tienes que abrirte, tienes que hacer limpieza.
“Cuando las cosas empiezan a oler mal dentro de nosotros”, sigue diciendo Luis, “no solamente nosotros nos sentimos incómodos por el olor, sino que los demás lo perciben más fuerte que nosotros. Nosotros nos acostumbramos al mal olor, pero los demás, como no están acostumbrados, cuando se acercan a nosotros dicen: “¡Madre mía!” Y el acto reflejo es marcharse. Entonces tú te sientes solo. No hay nadie a tu alrededor. Y yo te pregunto: ¿por qué no hay nadie a tu alrededor?”
“No lo sé.”
“Pues quizás porque no has hecho la limpieza”, le dice Luis. “La tendrías que hacer. Hacer una limpieza interior, al principio es muy complicado y da mucha pereza meterse en esto porque sabes que va a durar un poquito de tiempo y que tienes que remover muchas cosas de dentro de ti, y eso cuesta. Pero, una vez que te has puesto, no creas que es tan desagradable.
“Cuando uno va a hacer una limpieza dentro de sí mismo, lo que está buscando es lo que está estropeado, lo que no funciona, lo que está putrefacto. Pero cuando abres la nevera buscando lo que está putrefacto, te das cuenta de que dentro hay cosas buenas que no están putrefactas y te habías olvidado de ellas”, concluye Luis.
“Eso yo lo tengo claro, que soy buena persona, que nunca haría daño a nadie. Nunca se me ocurriría.”
“A veces te pones a ordenar o a limpiar la nevera y te encuentras de repente con algo que te gusta. Buscando algo malo encuentras cosas buenas. Y esto es lo que tienes que hacer contigo. Para eso necesitas amigos, que no se quieren acercar a ti porque perciben el olor putrefacto; puedes encontrar un profesional; puedes intentar hacerlo tú mismo. Hay varios modos de hacerlo, pero tienes que abrirte, porque vives muy angustiado.”
“No te lo puedes imaginar. Es como la gente que está en la calle. Cuando estás bien no te fijas en ellos.”
“Tú ahora estás mal, incluso te ha pasado por la mente vivir en la calle como un mendigo y eso significa que te estás autocastigando. Crees que mereces eso y vas hacia ahí. Y si tú crees que mereces eso es porque hay algo que no está bien.”
“Yo no creo que me lo merezca.”
“Pero crees que es inevitable porque te lo ves venir y dices que ese es tu destino”, observa Luis. “Y eso es porque hay algo en tu conciencia, en tu historia, en tu pasado, algo que ya está putrefacto, que está dentro y no lo quieres sacar. Tienes que abrirte. Una nevera no se puede arreglar ni limpiar con la puerta cerrada, ¿lo sabes? Aunque tú te pongas delante de la nevera y hagas esfuerzos mentales para teledirigir la limpieza, con tus pensamientos no podrías limpiar la nevera. Ni Uri Geller podría limpiar la nevera así. Hay que abrir la nevera y empezar a sacar cosas, y eso es lo que tú tienes que hacer contigo. Tienes que abrirte, que es el primer paso y el más importante que tienes que dar, o a ti mismo o a alguien. Te sugiero que lo hagas con alguien.
“Yo lo que quiero pedirte es que de vez en cuando hablemos aquí, a ver si te puedo ayudar un poquito”, concluye Luis.
“De acuerdo.”
“¿Estarás disponible en el teléfono?”
“Sí, seguramente.”
“¿Te podemos llamar e intentamos tener otra charla?”
“De acuerdo.”
“Me ha gustado mucho hablar contigo.”
MOMENTOS CON LUIS RODRÍGUEZ
Radio de madrugada con Luis Rodríguez.
La radio a oscuras...
Todos los días de 1,30 a 6 de la madrugada a través de Cope Cataluña y Andorra. “Momentos con Luis Rodríguez”, desde Cope Barcelona para todo el mundo.
La radio no decae, ni siquiera por la noche. Las horas profundas de la madrugada son un “non stop” a disposición de curiosos, insomnes, amas de casa, universitarios, profesionales, gentes de edad avanzada, jóvenes y adultos que coinciden en el cruce de caminos de uno de los males de nuestro siglo: la incomunicación en las grandes ciudades.
De día se va deprisa, a un ritmo frenético, no hay tiempo para nada y la radio se oye mientras se desempeña otra actividad. La madrugada, en cambio, es el tiempo de la calma, de la reflexión, el insomnio, la soledad, el darle vueltas a los problemas...
La radio se convierte entonces en compañera, en íntima amiga y, a veces, en tabla de salvación. A través del teléfono, Luis Rodríguez está a disposición de todos los que deseen ser escuchados. Eso explica la buena audiencia de “Momentos”, un programa donde los oyentes pueden ser escuchados y también comprendidos; explicar sus problemas e inquietudes.
A través del teléfono gratuito 900 40 20 32 son muchas las llamadas, las historias, las vivencias que se comparten en antena, creando el ambiente preciso para que el oyente se sincere y profundice sobre cualquier tema que haya elegido libremente. En “Momentos con Luis Rodríguez” la audiencia es la auténtica protagonista.
“Momentos con Luis Rodríguez” ha sido premiado en numerosas ocasiones por su labor social y cuenta con más de 1.800.000 seguidores en Facebook.com/momentosluisrodriguez, así como más de 23.000.000 descargas de podcasts de las llamadas en la plataforma Ivoox.com/momentosconluisrodriguez.
Todos los días de 1,30 a 6 de la madrugada a través de Cope Cataluña y Andorra. “Momentos con Luis Rodríguez”, desde Barcelona para todo el mundo.
Puedes comunicarte con Luis Rodríguez a través del teléfono gratuito 900 40 20 32 o bien contar tu historia escribiendo a luisrodriguez@momentos.fm.