La aventura de conducir por primera vez en Madrid: “Esto es una selva”

Conducir por una gran ciudad no es tarea fácil. El tráfico, los atascos, el gran número de coches... son solo algunos de los factores que influyen

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Jorge Miralles

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Mercedes tiene el carné de conducir desde hace tres años pero nunca antes se había enfrentado al reto de conducir por el centro de una gran ciudad. Como muchos usuarios hay conductores que no transitan por grandes urbes porque tienen miedo de la circulación, el tráfico o los atascos que se generan en ellas.

Para la prueba de hoy utilizaremos un coche de uso compartido en Madrid, una buena opción para distancias largas en la capital como comprobamos en la comparativa de transportes de este tipo. Tal como recogíamos, lo primero que se debe hacer es reportar los daños, lo que retrasa la puesta en marcha con el coche.

Nos montamos en el coche junto a nuestro compañero David que va ser su particular profesor de autoescuela. El vehículo utilizado es eléctrico y de marchas automáticas, algo que le tranquiliza a nuestra conductora, que asegura conducir de forma habitual sin tener que cambiar de marchas, por miedo a que se le cale durante la conducción. “Que sea automático es lo que ha hecho que no tenga miedo de coger este coche por Madrid”

“Soy una buena copiloto, no me duermo”. Asegura que valora mucho a la gente que conduce porque a ella le da mucha somnolencia el volante. También lo hace por respecto al conductor del vehículo lo que hace que siempre se encuentre atenta a lo que sucede en la carretera.

Nuestro compañero le va indicando uno tras otro los giros, cambios de carril y le va preguntando por situaciones que se darían en una conducción habitual por carretera. Aunque la mayoría de giros no duda en hacerlos, hay algunos en los que titubea ante qué hacer: “Aquí yo creo que no se puede [girar], ay mira se puede, ¿me voy?”, afirmaba en una calle de dirección única en la que estaban prohibidos los giros.

Uno de los problemas a los que se enfrenta la gente que conduce todos los días al trabajo son los atascos que se forman en las ciudades. Si estuviese en esa situación, comenta que se pondría a escuchar música o a hablar con alguien por el manos libres del coche. “Es lo que hace todo el mundo”

A los diez minutos de arrancar se da cuenta de que no ha puesto las luces cortas. Comenta que una de las faltas leves que tuvo en el examen práctico fue no saber poner las luces cortas y las largas y aplicar el uso de las antiniebla. “Hasta día de hoy tampoco me ha matado la curiosidad”.

Aunque en su familia su padre conduce una motocicleta y ella ha intentado cogerla en zonas menos pobladas, le da miedo hacerlo en Madrid. Asegura que prefiere tener precaución y ser muy comedida con ello. “Una cosa sería hacerlo en un pueblo, pero aquí me parecería una locura, la liaría muchísimo”

Ante el auge de distintos tipos de vehículos de uso compartido por la ciudad y con la nueva ordenanza de movilidad recientemente aprobada en Madrid, le ponemos ante la situación de encontrarse en nuestro trayecto una bicicleta. ¿Qué hay que hacer cuando nos encontramos una? Tarda unos instantes antes de responder que hay que apartarse. Preguntada por la distancia de seguridad que hay que dejar cuando se adelanta a una bicicleta, recordamos que es de 1,5 metros, asegura que son 50 metros.

Mientras conduce comienza a llover y no tiene problema en activar el limpiaparabrisas delantero. No le molesta la lluvia mientras sea “aguantable” y no empiece a diluviar, pero porque asegura que “puede correr riesgo tu vida”

También patina, aunque no con el vehículo en la fina lluvia que cae, sino cuando le toca responder al uso del claxon en ciudad: “Todo el mundo en Madrid va con la mano en el claxon” asegura entre risas. “Aquí no hay norma, fuera de ella cuando el semáforo está en verde y el vehículo de delante tarda mucho” Algo que es incorrecto, pues su uso está regulado solo en casos en los que se quiera evitar un accidente, se quiera avisar de un adelantamiento o se circula como vehículo de emergencia. De hecho el uso que comenta nuestra compañera está multado con 80 euros de multa.

El aparcamiento es otro de los puntos que hace que Mercedes no quiera coger el coche en una gran urbe. “Aparcar es lo que peor se me da” asegura. De hecho suspendió su primer examen práctico estacionando un vehículo en una cuesta. “No cogería un carsharing porque aquí no puedes elegir, aquí es el sitio que encuentres y da gracias a Dios” No obstante cuando tiene que aparcar revindica la técnica de “mitad de la puerta”, la cual le enseñaron en la autoescuela.

Para acabar la prueba le toca buscar un sitio donde dejar el vehículo. Aun con la zona azul y verde que tiñe el espacio de aparcamiento del centro de la capital madrileña le es imposible ver donde poder estacionar. Pasados más de diez minutos encuentra un lugar donde poder hacerlo. No obstante tiene serios problemas con su “técnica del mitad de la puerta”, lo que le imposibilita introducir el coche de forma correcta y tras varios intentos, maniobras y con la desesperación de la cola de coches que tiene detrás, acaba por desistir y se marcha dejando al cámara tirado en plena calle mientras la lluvia cae en Madrid. Una metáfora de lo difícil que es para la gente conducir bajo presión en una gran capital.

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