Así es el Teatro Barceló, declarado Bien de Interés Cultural por la Comunidad de Madrid

Es un icono de Madrid. Un edificio que ha roto moldes. No sólo por su estética, tan avanzada para su tiempo, sino también porque se convirtió en el epicentro de la movida madrileña. Se trata del mítico Teatro Barceló que acaba de ser declarado Bien de Interés Cultural por la Comunidad de Madrid.

Es, sin duda, un edificio muy singular, con una clara influencia naval, una altura de seis plantas, las últimas en forma de torreón, y una superficie útil de cerca de 3.200 metros cuadrados. En su momento destacó mucho porque supo aprovechar muy bien el espacio en esquina con una adaptación en diagonal.

Lo más característico es su fachada curva en varias gamas de color rosáceo, con las ventanas cuadradas corridas y esas terrazas muy planas con barandillas de tubo. Fue levantado en 1930 y, desde entonces, ha sido cine, teatro y discoteca.

El arquitecto Pablo Olalquiaga, vicedecano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, nos ha contado a Cope la revolución que supuso su construcción gracias a “un estilo arquitectónico muy peculiar y muy apreciado”. Y es que el Teatro Barceló “es una mezcla muy equilibrada entre el modernismo y el expresionismo”, nos explica este experto. Lo que causó un gran impacto en la época. “Es un edificio que seguimos viendo moderno ahora y en su momento fue un ejemplo de cómo este movimiento moderno podía, perfectamente, introducir un edificio en el centro de Madrid”, concluye Olalquiaga.

Por eso, insiste este arquitecto, es tan importante que haya sido declarado Bien de Interés Cultural. Porque le da el reconocimiento que se merece y lo sitúa a la altura de los grandes monumentos que tiene Madrid. “Se declara su valor integral, es decir, no sólo estamos protegiendo su fachada o su aspecto a la ciudad, sino que también estamos rescatando valores que tenía el edificio en su interior”, nos explica el vicedecano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid.

Además, con esta denominación, se contribuye también “a que se empiece a equiparar y a entender que el patrimonio moderno es, a veces, igual o más valioso que el patrimonio clásico”.

Su autor es Luis Gutiérrez Soto, conocido como "el arquitecto de Madrid", que está detrás de otros emblemas de la capital como el cine Callao, el Bar Chicote, la sede de las antiguas Galerías Preciados, el edificio de la Unión y el Fénix y el primitivo aeropuerto de Barajas, hoy desaparecido.

Gutiérrez Soto fue el máximo exponente en nuestra ciudad del llamado estilo racionalista. Un estilo muy característico del primer cuarto del siglo XX, como nos ha explicado Olalquiaga. “Suele ser una arquitectura de líneas ortogonales, de volúmenes puros y combinación de elementos prismáticos, rectangulares y cúbicos”, nos explica. “Con un orden muy claro tanto en la fachada como en la distribución de las plantas, todo con esquemas muy ordenados y rigurosos”.

Desde ahora, el Teatro Barceló forma ya parte de un selecto club en el que están también otros edificios tan destacados como el Casino, el Palace o el Teatro Real. Y, aunque al ser declarado Bien de Interés Cultural pasa a convertirse en monumento, esto no va a impedir que el Teatro Barceló siga funcionando como discoteca.