José Ignacio Munilla, Obispo de la Diócesis Orihuela-Alicante: "Miedo a la verdad"
Comienza la Cuaresma y Monseñor nos invita a enfrentarnos a nuestra verdad y convertirnos

José Ignacio Munilla, Obispo de la Diócesis de Orihuela-Alicante
Alicante - Publicado el
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Este Miércoles de Ceniza arranca la Cuaresma, el periodo de seis semanas de penitencia antes de Pascua. Un momento religioso que conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Ante el inicio de este tiempo, el Obispo de la Diócesis de Orihuela-Alicante, José Ignacio Munilla, invita a buscar la verdad, a no tenerle miedo, y a convertirnos a través de este artículo.
Miedo a la verdad
Nadie podrá reprochar a Jesús de Nazaret que no nos haya hablado con claridad... Su mensaje es nítido y diáfano, colocándonos a cada uno ante la verdad de nuestra vida y llamándonos a la conversión.
Acaso una de las características del tiempo presente sea el miedo a confrontarnos con la verdad de nuestra vida. Obviamente, no se trata de un miedo reconocido y confesado, sino de un miedo disfrazado de eslóganes ideológicos que se niega a abrirse al diálogo con quien piensa distinto de lo que se ha estipulado como “políticamente correcto”. La tesis que sostengo en este artículo es que, tras la crispación y la cancelación reinantes, se esconde el miedo a confrontarse con la verdad.
Ha dado mucho que hablar la conferencia que el pasado 14 de febrero pronunció en Múnich el vicepresidente de EEUU, JD Vance. En ella abroncaba a los dirigentes europeos, diciéndoles que el principal enemigo de su seguridad no es tanto China o Rusia, sino la traición de Europa a sus propios principios. No me cabe duda de que dijo una gran verdad, aunque pienso que se equivocó en el tiempo verbal con que la formuló, ya que debió utilizar la primera persona del plural. Baste constatar la traición que el gobierno Trump está perpetrando contra Ucrania, dejando patente que en su jerarquía de valores el dinero está por encima de la justicia. ¡La soberanía de Ucrania bien vale 350.000 millones de dólares! Ciertamente, “nuestro” mayor enemigo (no solo el “vuestro”) es la traición a los propios principios.
En el contexto en que JD Vance pronunciaba aquel discurso, se estaba refiriendo fundamentalmente a la cultura de la cancelación imperante, abiertamente contraria a la libertad de conciencia y a la libertad de expresión. Sin duda, también en este terreno estamos ante otra grave traición a los principios de la democracia occidental.
Sin embargo, pienso que el discurso de JD Vance se quedó en la epidermis del problema, sin llegar a profundizar en las causas de esta involución en el principio de la libertad de expresión, que hasta hace escasos años había sido un principio “sagrado” para occidente. De hecho, todavía recordamos cómo en tiempos de la transición española se decía aquello de: "No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a decirlo". ¡Nada que ver con la situación actual! La pregunta es obligada: ¿Cuál es la razón de un cambio tan radical de paradigma?
En mi opinión, en el inicio de este cambio de paradigma está el relativismo. Una vez que hemos dejado de creer en la existencia de la verdad objetiva, hacia la cual cada uno de nosotros tiene el deber de conformarse en conciencia, entonces el principio del respeto a la libertad queda sin razón de ser. Si no hay verdad, la libertad se queda sin fundamento y sin finalidad. A los hechos me remito: en muy pocos años hemos pasado del relativismo a la dictadura del relativismo. Fue Benedicto XVI el que denunció el inicio de este giro y es patente que en los últimos años se ha consumado. De facto, cualquiera que se atreva a disentir de los parámetros del “nuevo orden mundial” es acusado de “fóbico” y de promover el odio. Y entre esos parámetros se encuentra especialmente la imposición de una seudo antropología de estado, inspirada en la Ideología de Género, sobre la cual el Papa Francisco afirmó el 1 de marzo de 2024 lo siguiente: “La ideología de género es el peor peligro de nuestro tiempo”. De forma muy recurrente, el Papa Francisco ha calificado a la Ideología Gender como “colonización ideológica”.
Pongo un ejemplo concreto todavía reciente: se pretende prohibir que las personas con inclinaciones homosexuales puedan ser acompañadas para vivir la sexualidad conforme a la moral y la fe católica. Al mismo tiempo, se promulga una ley trans por la que se permite que unos menores de edad puedan recibir tratamientos hormonales y/o ser sometidos a operaciones de cambio de sexo sin el permiso de sus padres. ¿Cabe una contradicción mayor? Por desgracia, no se trata de un caso aislado, sino que como les dice Jesús a escribas y fariseos: “... y como éstas hacéis muchas” (Marcos 7, 13).
No es casualidad que en tiempos de Jesús también se practicase la cancelación. ¡Sí, Jesús fue cancelado! En cualquier caso, pienso que la razón de la cancelación, entonces y ahora, es la misma: el miedo a la verdad. Por algo será que San Juan Pablo II repetía una y otra vez su conocido eslogan: “No tengáis miedo, abrid de par en par las puertas a Cristo”. Obviamente, la verdad puede dar miedo a primera vista, porque es exigente y nos llama a la conversión. Pero, no olvidemos que “la verdad nos hace libres” (Jn 8, 32). Más aún: la verdad nos hace libres y felices. Por ello, una vez más, acogemos con esperanza la interpelación que Jesús nos dirige en el inicio de la Cuaresma: “Convertíos y creed en el Evangelio”.