Pisos turísticos en Alicante: "La convivencia es insostenible y nos afecta a la salud mental"
Para muchos vecinos su barrio se ha convertido en una cárcel de la que quisieran salir

Elena Lara, vecina afectada y miembro de la asociación Alicante, dónde vas: "Los pisos turísticos están terminando con los barrios. Cambian la fisonomía de la ciudad y los hábitos de sus gentes".
Alicante - Publicado el
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Comprar una vivienda es cada vez más difícil. En ella se invierte la mayor parte de las ganancias de toda una vida. Tu casa es tu refugio, el lugar en el que quieres estar, tu intimidad...Con el tiempo se van conociendo a los vecinos, los comercios... y se tejen relaciones. Esto era lo normal en Alicante hasta no hace mucho tiempo. Todo cambió cuando el turismo empezó a convertirse en la gallina de los huevos de oro, para algunos.
En Alicante "todo es turismo", como reconocen algunos de sus dirigentes, y esto ha hecho que, cada vez más, las viviendas pasen a destinarse a pisos turísticos antes que al alquiler de larga duración. Algunos de estos pisos se dedican a la actividad turística de forma legal. El problema llega con los que lo hacen de forma ilegal, "ellos son el verdadero cáncer de los barrios de Alicante porque no hay manera de saber cuántos puede haber. Las cifras van a más y aumentan cada poco tiempo. Los datos que teníamos hace unos días, ya quedan obsoletos", explica Elena Lara, vecina afectada y miembro de la asociación Alicante, dónde vas.
Aunque el problema de los pisos turísticos llega a toda la ciudad de Alicante, es cierto que hay zonas que se ven más afectadas. Es el caso de Carolinas Bajas, San Antón, Santa Cruz y Virgen del Socorro. "Aquí la convivencia es insostenible en muchas comunidades. Esto afecta al ánimo de los vecinos y a la salud mental porque es un estrés que se prolonga en el tiempo", explica Elena.
Y es que vivir en una comunidad en la que haya varios pisos destinados a este tipo de alojamientos es un infierno. Los turistas no tienen miramientos con nada "y las derramas son constantes para arreglar los ascensores, portales o buzones. Además hay suciedad y mal olor en los descansillos, ruidos y broncas entre ellos mismos. Revientan las cerraduras porque llegan un poco pasados y no aciertan a abrir y llaman a las puertas que pillan". Este problema también obliga a los vecinos a tener que cambiar los hábitos y las costumbres y "cerrar todas las ventanas para que no entre el ruido, desconectar los timbres o sacar los colchones a otra habitación que quede más lejos de donde están para poder descansar".

Elena Lara: "Se está terminando con los barrios".
Esta situación "insufrible", ha hecho que muchos vecinos, los que pueden, opten por dejar sus viviendas y buscar otra en aquellos barrios que estén menos masificados de turistas. Esto repercute en el precio de la vivienda "porque, sin querer, hacemos que aumente la demanda en otras zonas de la ciudad más tranquilas, y a mayor demanda, pues sube aún más el precio de los pisos", se lamenta Elena.
Estos barrios ven como crecen las viviendas para el alquiler turístico y eso conlleva el abandono de los barrios, de la vida vecinal, como cuenta Elena para quien vivir en Carolinas Bajas "se ha convertido en una película de ciencia ficción. Es algo irreal porque sales a la calle y ves pocas caras conocidas. Esos vecinos que estaban ahí ya no están y no reconoces a nadie. Tu te sientes como un extraño en tu barrio de toda la vida. En ese barrio en el que ya casi no queda nadie conocido y el tejido vecinal ha desaparecido. Igual que también ha desaparecido el comercio de toda la vida. Ahora sales y recorres calles y calles sin encontrar ni una sola tienda, ni una panadería, porque todo son viviendas destinadas al turismo, incluidos los locales que antes eran negocios", insiste.
Hay mucha gente en Alicante que lo está pasando mal por tener que convivir con alquileres turísticos, pero los que peor lo llevan son "las personas mayores. Ellas están totalmente perdidas. No saben que es lo que está pasando ni en su bloque ni en su barrio que ha cambiado hasta de fisonomía. No conocen ya ni a sus vecinos y para ir a comprar pan tienen que recorrer varias manzanas porque la tienda de debajo de casa ya no existe. ¿Alguien se ha preocupado de esa gente, de cómo estarán viviendo todo esto?", se pregunta.
De ahí que Elena invite al alcalde Luis Barcala a dar una vuelta por estos barrios, a conocer la realidad," y luego ver si es capaz de decirme a la cara que todas estas quejas es por turismofobia y sólo son pajas mentales nuestras".