Una expedición polar con un castellonense monitoriza el cambio climático

La investigación Trineo del Viento monitorizará el cambio climático y analizará un entorno extremo como el Ártico

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Redacción digital

Madrid - Publicado el

4 min lectura

La expedición SOS Arctic 2022, que cruza por primera vez Groenlandia de oeste a este a bordo del Trineo de Viento para monitorizar el cambio climático y analizar el impacto del deshielo de los polos, sigue sumando kilómetros tirado por cometas sobre este desierto blanco. Lo hace al tiempo que avanza en la recogida de muestras de hielo ártico y de aire para el proyecto científico que da pulso a esta travesía.

Liderada por Ramón Larramendi, uno de los máximos exponentes en tierras polares a nivel internacional y con más de 30 años de experiencia en el hielo, SOS Arctic 2022 cuenta por primera vez en su equipo con un castellonense, el alpinista de Borriol Carlos Pitarch, que está recopilando material gráfico y audiovisual para desarrollar un proyecto divulgativo tras la llegada ‘a puerto’ del Trineo de Viento. A bordo navegan el también alpinista Marcus Tobía; las investigadoras Lucía Hortal y Begoña Hernández, responsables del proyecto científico que abandera la expedición; y el montañero y periodista Juan Manuel Sotillos, encargado de la comunicación.

Bajo la dirección de Lucía Hortal, jefa científica de la expedición, el equipo de SOS Arctic 2022 ha realizado ya las primeras perforaciones sobre el hielo para extraer “los microorganismos que se encuentran en su interior para analizarlos en el laboratorio una vez de vuelta en Madrid”, explica Juan Manuel Sotillos en las crónicas remitidas desde el terreno.

Con la ayuda de un taladro especial, el equipo ha logrado sacar muestras a metro y medio de profundidad en una primera fase, y a tres metros, “tras un esfuerzo ímprobo -dice Sotillos-, en una segunda tanda que ha vuelto a implicar a los seis integrantes de la expedición. Muestras que Hortal “se pone a fundir inmediatamente” en el laboratorio móvil instalado en el Trineo de Viento para su posterior análisis en detalle. Buena parte de la investigación realizada a bordo de este vehículo polar de emisiones cero “va dirigida a la exploración de la vida más allá de la Tierra, por ejemplo, en Marte”, explica Sotillos.

Y es que uno de los motores de SOS Arctic 2022 es armar, a través de las muestras recabadas, una investigación junto al Centro de Astrobiología de Madrid capaz de averiguar si hay vida en otros puntos del sistema solar, como el planeta Marte y las lunas heladas del sistema solar de Júpiter y Saturno, a través de una herramienta de exploración espacial llamada Solid. “Para su correcto funcionamiento, necesitamos probarla antes en ambientes similares al de los lugares donde luego se quiere utilizar, como son los polos”, explicaba Hortal días antes de su partida hacia Groenlandia. El proyecto científico que dirige incluye también, para la Universidad Autónoma de Madrid, la toma de muestras de aire a través de unos colectores para ver su capacidad de dispersión y supervivencia. Su estudio es clave por la relación con el cambio climático y el deshielo. El reto es ver si los microorganismos que estaban atrapados en el permafrost puede volver al ecosistema de la Tierra tras su liberación por el deshielo.

SOS Arctic es la primera expedición polar alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y una iniciativa libre de emisiones. Ni el Trineo de Viento ni los experimentos científicos llevados a cabo en él dejan huella de carbono sobre el planeta.

Con la mirada puesta en el viento – “dependemos de que haya, pero también de su intensidad y dirección”, añade Sotillos-, este trineo ecosostenible se ha deslizado ya por casi 700 kilómetros de los 1.000 kilómetros de trayecto en sus más de tres semanas de aventura (el equipo partió el 17 de mayo). “Finalmente vamos a recorrer unos mil kilómetros. El tiempo y los malos vientos no nos han favorecido la navegación y ello ha hecho que hayamos tenido que desviarnos y cambiar la ruta, girando hacia el este antes de tiempo”, señala Juan Manuel Sotillos.

Por delante quedan 350 kilómetros de travesía por territorio polar. También varias jornadas a más de 20 grados negativos; muchas horas de navegación sobre este vehículo de 14 metros de largo, 3,3 de ancho y con más de 2.200 kilos a bordo; menús liofilizados -que incluyen desde cocidos madrileños y montañeses a lentejas o pescado-; y alguna que otra tormenta de viento, como la que sacudió al equipo hace escasos días, con rachas superiores a los 100km/h y que obligó a construir un muro de hielo para proteger a la expedición.

Explorando la base abandonada DYE3

En este nuevo avance de SOS Arctic, la tripulación del Trineo de Viento ha alcanzado uno de sus hitos: llegar hasta DYE3, una antigua y abandonada base militar americana, enterrada a 20 metros bajo la nieve. Larramendi afirma que es la “meta norte” de la travesía sobre la superficie helada de Groenlandia “y desde la cual comenzaremos la ruta de regreso”. Una impresionante esfera es el único elemento en la superficie de lo que fue un edificio de unos 30 metros altura. Se construyó en plena Guerra Fría, entre 1956 y 1959, y tres décadas después, en 1989, se abandonó a su suerte. Desde entonces hasta ahora el edificio ha quedado engullido por el hielo, enterrando sus seis pisos, que antes había que subir “y ahora hay que descender rumbo al infierno helado”, concluye Sotillos.

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