El Levante UD dice adiós a un 2024 para olvidar

El Levante UD va a despedir 2024 con un sabor amargo, el mismo de casi todo el año, después de haber encadenado cuatro partidos sin ganar en una mala racha que ha devuelto las dudas y la incertidumbre a una afición y a un club que parecía haberse contagiado de la energía y el carisma que inyectó a su llegada en verano el entrenador Julián Calero.

No será este 2024 un año que pasará a la historia del Levante UD, un club que en septiembre celebró su 115 aniversario y que, ahora en la octava posición de la tabla, sigue sin ver cerca el regreso a Primera División. Porque ése es el objetivo de Calero, aunque nadie se lo exigió a su llegada el pasado mes de junio.

El aterrizaje del madrileño, un tipo intenso, carismático y con un arrollador discurso positivo, parecía el punto y final a dos años de tristeza desde el descenso a Segunda. Y empezó bien, pero el Levante de Calero parece haberse deshinchado y ahora pesan más las dudas por el futuro deportivo y también económico que el aire fresco que trajo consigo el entrenador.

El Levante UD tuvo un primer semestre de 2024 para olvidar. Aunque arrancó con una victoria ante el Albacete (3-2), luego encadenó cinco jornadas sin ganar que le costaron el puesto a Javi Calleja. El madrileño fue despedido en febrero tras un soso empate a cero en Ferrol y el director deportivo, Felipe Miñambres, asumió la dirección del equipo.

Felipe se estrenó con una derrota en Oviedo, pero pareció enderezar el rumbo del equipo con tres victorias y tres empates. Sin embargo, las derrotas seguidas en casa ante el Amorebieta y el Cartagena echaron por tierra cualquier posibilidad de meterse en la pelea por el ascenso y el equipo se dejó ir hasta el final.

El Levante, de hecho, acabó el curso con cuatro empates seguidos mientras Felipe trabajaba en cerrar junto al consejero delegado, Pepe Danvila, el futuro entrenador. El elegido fue Julián Calero, quien había logrado salvar al Cartagena de un descenso que parecía seguro cuando el madrileño llegó al equipo murciano.

El discurso de Calero nada más aterrizar en València fue claro, contundente y caló en el club y la afición. “Todo va ir bien”, repitió hasta la saciedad en sus primeros días como inquilino del banquillo del Levante. Y eso que no fue un verano fácil, con muy poco margen para fichar y muy pendiente de las posibles salidas para ingresar el dinero suficiente para cuadrar las cuentas.

Regresaron dos leyendas del club, Iborra y Morales, Unai y Pampín reforzaron la zaga y el Levante, pese a que le hubiera gustado poder hacer algún traspaso, mantuvo en sus filas a jugadores como Pablo Martínez, Carlos Álvarez o Kochorashvili que ahora forman parte de la columna vertebral del cuadro dirigido por Calero.

Pese a la incertidumbre económica y los problemas para cerrar las inscripciones, el Levante arrancó la temporada 24-25 como un tiro. Tres victorias y otros dos empates le colocaron colíder de LaLiga Hypermotion. Y volvió a serlo en la séptima jornada tras vencer por 4-2 al Almería, el actual campeón de invierno.

Las primeras dudas del curso llegaron tras perder de forma seguida en Santander y Castellón, pero desaparecieron de un plumazo al vencer al Deportivo y al Granada.

Llegó entonces la dana, el Levante estuvo casi tres semanas sin competir y a la sonrojarte eliminación en Copa al caer en Pontevedra por 4-1 ante un equipo de Segunda RFEF se ha unido el mal sabor de boca de final del año.

Porque el Levante se va de vacaciones de Navidad sin haber ganado en las cuatro últimas jornadas y fuera de los puestos de ascenso. Tiene, eso sí, un partido pendiente, el 7 de enero en Tenerife, que en caso de ganar le metería en la quinta plaza empatado a puntos con el Real Oviedo y con las posibilidades intactas de pelear por subir en la segunda vuelta.