El bar de Valencia con más de 50 años de historia que ofrece un bocadillo particular: por menos de 8 euros
Este bar valenciano conquista el panorama nacional con un bocata tan auténtico como contundente

Burjassot ya es una parada obligatoria para los amantes del buen comer
Valencia - Publicado el
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La cultura del almuerzo vive un auténtico renacimiento en Valencia. Lo que antes era una costumbre asociada casi en exclusiva al mundo obrero, ahora se ha transformado en una experiencia gastronómica para todos los públicos. Universitarios, jubilados, grupos de amigos y amantes del buen comer se suman cada día a esta tradición tan nuestra que da sentido a media mañana. Y en este contexto de auge, un local de Burjassot ha sido reconocido por preparar el mejor bocadillo tradicional de toda España.
El galardón ha recaído en Casa Quitín, un establecimiento centenario, regentado por la misma familia desde hace 102 años. Jairo, la cuarta generación al frente del negocio, lo tiene claro: “El almuerzo siempre ha sido parte de nuestra cultura, y desde 2020 aún más”. Su pasión, y sobre todo su creatividad con los productos de siempre, le han llevado a conquistar a jurados y comensales por igual.
El bocadillo ganador no nace de una estrategia de marketing ni de una receta rebuscada. Todo lo contrario. Jairo lo ideó casi por necesidad: “El entrecot a la brasa era nuestro plato estrella, pero me sobraban las puntas. Así que decidí aprovecharlas”. Lo que surgió de ese aprovechamiento se ha convertido en un emblema.
Ternera a la brasa, salsa de pimienta suave, dos huevos fritos, patatas fritas y un pincho coronado con molleja también a la brasa y unas piparras fritas. Todo ello dentro de un pan que aguanta lo que le echen. El nombre, como no podía ser de otra forma, es también un reclamo: “Si no te gusta, no pagas”. Una frase que nació como una broma entre amigos y acabó convirtiéndose en el sello de la casa.
“Lo puse así porque la gente, al ver la salsa oscurita, no se atrevía a pedirlo. Les dije: ‘si no te gusta, te invito yo’”, cuenta Jairo entre risas. Hoy, ese bocadillo de 430 gramos se puede compartir sin problema y cuesta 8 euros, incluyendo bebida y café. “Es un espectáculo. Y si encima no te gusta, no lo pagas”, remata con orgullo.
En Casa Quitín se nota el mimo con el que trabajan. Productos de proximidad, siete verduras cocinadas cada día al momento y una relación directa con agricultores locales refuerzan una propuesta que respira autenticidad. “Aquí empieza la huerta de Valencia. Tenemos la suerte de que muchos productores nos venden directamente”, destaca.

Y mientras la tradición se mantiene, también se amplía el público: “Antes eran solo hombres trabajadores. Ahora viene todo tipo de gente. El almuerzo en Valencia está de moda”. Incluso hay quienes “desayunan poco, almuerzan fuerte y ya no comen”. Una tendencia que, según Jairo, seguirá creciendo.
Su éxito no se ha limitado a Valencia. Para presentar su bocata en Madrid, tuvo que improvisar: “Llamé a un bar para que me dejaran freír los huevos allí. No podía llevarlos desde Valencia”. El resultado fue un reconocimiento rotundo. “Con todas las fusiones que hay, al final, un buen bocadillo sigue siendo un buen bocadillo”.
Y así, entre tradición y honestidad, Casa Quitín ha convertido el almuerzo en un arte, y a Burjassot en una parada obligatoria para los amantes del buen comer. Porque si no te gusta… ya sabes.