¿Venderías tu iris por 70 euros?

Es la nueva moda que ha llegado a España y que ya gana casi medio millón de adeptos.

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José María Blazquez - Venta del iris

Miriam Garriga

Badajoz - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

En las última semanas cientos de jóvenes se agolpan en centros comerciales del país para conseguir una cantidad de dinero a cambio de una foto de su iris. Un acto, a priori, sencillo que ya ha conseguido “fichar” a más de 400.000 españoles, representando estos el 10% de todos los usuarios a nivel mundial.

Estas máquinas reciben el nombre de Orb, tienen un aspecto futurista y su funcionalidad se basa en la lectura de iris de personas. La empresa que está detrás de este entramado es Worldcoin, propiedad de Sam Altman, creador de ChatGPT. Los propósitos de esta práctica no están muy claros, pero desde la empresa matriz indican que buscan reconocer el mayor número de iris posibles para crear una tecnología que permita identificar a personas sin datos personales o documentos oficiales. Los valientes que deciden hacerlo se ven recompensados con una cryptomoneda homónima a la empresa que, dependiendo del valor económico en ese momento, puede proporcionar algunas unidades de euros. Pero realmente ¿qué puede suponer la cesión del iris?

José María Blázquez, responsable de PRODAT en Extremadura, asegura que este acto tiene mucha más trascendencia de la que imaginamos. Señala que “el iris es un dato biométrico, como las huellas o la morfología de la cara y la biometría es inamovible con el paso del tiempo. Una contraseña puedes cambiarla, tu iris no”. Blázquez apunta directamente a las nuevas medidas de seguridad de las plataformas, como las sucursales bancarias, que utilizan datos biométricos para abrir cuentas o reconocer a las personas y que esto abre la puerta a posibles suplantaciones de identidad.

Otro elemento que José María identifica como preocupante es la “falta de transparencia” en los términos de tratamientos de datos de Worldcoin: “cuando una empresa pide datos tiene que informar sobre quién los recoge y para qué finalidad, la información debe ser clara y concisa e incluso hay consentimientos que la propia normativa considera viciados”.

En este sentido, Worldcoin ha expresado que, una vez ejecutada las imágenes del iris, la tecnología crea un código personal de cada individuo, utilizando elementos como la morfología del iris o el número de teléfono, y que después elimina las imágenes. Otra opción que se abre es el posible robo o pirateo de los datos, es decir, que sujetos o corporaciones externas accedan a las bases de datos de manera malintencionada.

Como indicaba Blázquez, estos

debido a la imposibilidad de mutación con el paso del tiempo, en este sentido señala que hay muchas empresas que en los últimos meses han decidido dejar de utilizar las huellas dactilares o reconocimiento facial en el proceso de “fichaje” por miedo a posibles sanciones.

en sus fronteras, como Brasil, y otros ya lo estudian.

relacionadas con el tratamiento de datos por parte de la empresa.

Sea como fuere, lo que está claro es que como indica Blázquez, los seres humanos solemos acceder a todo aquello que va a acompañado con la palabra gratis y que nada lo es, su fuente de financiación suele basarse en la recopilación de datos personales para su posterior venta y que la mayoría de la población no le proporciona el valor que tiene a esta información íntima.

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