El mosaico de Cupido en Mérida
En la Casa del Mitreo tenemos al dios del amor inmortalizado en piedra
![El mosaico de Cupido en la Casa del Mitreo: un dios del amor inmortalizado en piedra](https://imagenes.cope.es/files/webp_425_238/uploads/2025/02/10/67a9e37e4f465.jpeg)
El mosaico de Cupido en la Casa del Mitreo: un dios del amor inmortalizado en piedra
Mérida - Publicado el
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En la Casa del Mitreo de Mérida, entre sus pasadizos y estancias decoradas con ricos mosaicos, se encuentra una imagen singular: la representación de Cupido, el dios del amor. Este pequeño ser alado, de apariencia inocente y regordeta, se alza en el centro de uno de los dormitorios de la antigua domus romana, sosteniendo una paloma entre sus manos, el animal predilecto de su madre, la diosa Afrodita para los griegos o Venus para los romanos.
La figura de Cupido, o su contraparte griega, Eros, ha cambiado a lo largo del tiempo. En los mitos más antiguos se le describía como una de las divinidades primigenias, nacido junto a la Tierra misma o surgido de un huevo engendrado por la Noche. Su poder, sin embargo, ha permanecido inalterable: es el dios que inflama los corazones, generando pasiones incontrolables entre dioses y mortales.
En algunas tradiciones, Cupido es visto como un simple "geniecillo", un ente inquieto e insatisfecho que actúa como intermediario entre los dioses y los hombres. Su arco y flechas, símbolos eternos del amor, no solo provocaban dulces sentimientos, sino que también podían infligir crueles heridas. Su rostro en el mosaico de la Casa del Mitreo, con una expresión melancólica y casi a punto de soltar un puchero, refleja esa dualidad de su naturaleza: la ternura y el poder devastador del amor.
![Rostro de la ternura y el poder devastador del amor](https://imagenes.cope.es/files/content_image/uploads/2025/02/10/67a9e401b28e6.jpeg)
Rostro de la ternura y el poder devastador del amor
Para los visitantes de Mérida, este mosaico es una joya que permite sumergirse en la mitología clásica y en la vida cotidiana de los antiguos romanos. Ubicado en una de las estancias privadas de la casa, el acceso a su contemplación es un viaje a través de la historia, entre los muros de una de las viviendas más emblemáticas de la antigua Emérita Augusta.