El CD Badajoz ha vivido esta semana un terremoto que ha removido los cimientos de la entidad blanquinegra, sumida en un caos institucional y deportivo.

La entrada del grupo Oliver-Iglesias, que ha sido calificada por los mexicanos como un “allanamiento, usurpación y toma del club”, asegurando que ellos son “los únicos y verdaderos propietarios”, ha traído consigo una cascada de decisiones ante la sorpresa mayúscula de una afición cansada de una situación que puede desembocar en un triste final.

Oliver se ha llevado por delante al entrenador que se había hecho cargo del equipo tras la destitución de Iñaki Alonso, Juan Carlos Román, y a los jugadores Carlos Cinta, Miguel Núñez y Carlos Cordero, aunque este último fue readmitido en la jornada de ayer.

Luis Oliver Sierra (Luis Oliver júnior) es el nuevo técnico del Badajoz, aunque “yo no he trabajado nunca en ningún equipo, es la primera vez”.

Mañana hay partido en Talavera y por “problemas burocráticos”, entre ellos, el más importante: “No se ha llegado a un acuerdo con el anterior entrenador”, Oliver dirigirá el equipo desde la grada. Tiene claro que “lo que mejor le va al Badajoz es un 4-4-2” y le vale que “13 o 14 jugadores estén enchufados y en forma”.

El panorama no invita al optimismo, pero, aunque sea una perogrullada, fútbol es fútbol.

Las maneras, las formas de la familia Oliver, no son nuevas por nuestra tierra. Ya dejaron su impronta en el Extremadura UD, con una lucha de poder con Manolo Franganillo que acabó con la desaparición de la SAD.

En el caso del club de Almendralejo, Oliver se deshizo de su parte, el 50 por ciento de las acciones, vendiéndoselas a Franganillo meses antes del cataclismo.

Oliver Sierra se ha dirigido a Miguel Leyva, director general, representante de Atlantis, apuntando que “solo tiene derecho al pataleo. El club ya no es suyo. Han incumplido los pagos. No somos unos ocupas ni unos sátrapas. Es imposible gestionar nada con ellos; por eso decidimos entrar”.