Eduardo Pablo Mateos, el último maestro del mimbre en Extremadura
Apenas quedan doce especialistas de este oficio en España
Mérida - Publicado el
2 min lectura
En tiempos donde la despoblación y el olvido amenazan la vida rural, Eduardo Pablo Mateos, un artesano de Huerta de Ánimas, se erige como un símbolo de la resistencia y la tradición. Eduardo, de 58 años, ha sido reconocido recientemente por la Junta de Extremadura como maestro artesano, un homenaje a su dedicación y a un oficio que ha practicado durante más de cuatro décadas, siguiendo los pasos de su familia desde hace cuatro generaciones.
En una región donde el arte del mimbre está a punto de extinguirse, Eduardo destaca como el único artesano del mimbre activo en Extremadura, y uno de los pocos en España. En todo el país, apenas quedan doce o catorce especialistas en este oficio, casi todos mayores de 60 años. "Siempre lo he visto en casa", cuenta Eduardo, quien desde joven comenzó a tejer mimbre en su taller familiar, ahora bajo su marca comercial “Edu-arte”, en la que además ofrece diseños tradicionales y contemporáneos.
La tendencia actual hacia el mimbre en el diseño interior y el estilo nórdico ha dado un nuevo impulso a este material natural y versátil. Eduardo reconoce que, aunque el mimbre nunca ha pasado de moda, actualmente hay un renovado interés. Sin embargo, advierte que esta artesanía necesita apoyo para no desaparecer con su generación.
La Junta de Extremadura ha anunciado recientemente un programa de ayuda con dos millones de euros destinados a fomentar el empleo en el sector artesanal, con el objetivo de inspirar a las nuevas generaciones a seguir tradiciones como la de Eduardo. Parte de estos fondos se espera que financien talleres y escuelas de artesanía que puedan garantizar un relevo generacional. "Tenemos proyectos para una escuela-taller, para que haya un relevo", dice Eduardo, esperanzado en que el arte del mimbre pueda sobrevivir en manos de futuros artesanos.
La historia de Eduardo Pablo Mateos resalta como un recordatorio de la importancia de valorar y apoyar las tradiciones rurales que son parte esencial de la identidad cultural de Extremadura.