Las Pepitas llenan las calles de Ferrol de tradición musical

El barrio de A Magdalena de Ferrol acoge este lunes la fiesta de las Pepitas, que busca su reconocimiento como evento de Interés Turístico Nacional y que permite mantener una tradicional cita musical con orígenes en el siglo XIX, cuando los hombres cantaban a las mujeres en la víspera del día de San José.

La iniciativa, cuyos promotores reivindican la necesidad de que haya un rejuvenecimiento de las agrupaciones, conocidas como rondallas, ha incorporado a la mujer en un papel más activo, con el ejemplo de Só Elas, la única rondalla completamente femenina.

La programación ha comenzado en el teatro Jofre, donde se ha celebrado el acto institucional, con el que el Ayuntamiento de Ferrol refuerza su compromiso con el festejo y que aprovecha para renovar los lazos de hermandad con el municipio lucense de Mondoñedo.

Tanto músicos como rondallistas de honor son los principales protagonistas de esa cita, en la que también se rinde homenaje a madrinas y padrinos de las agrupaciones, que paulatinamente han incorporado al hombre a ese puesto en los últimos años.

Posteriormente, los grupos han iniciado su recorrido por la zona centro de la ciudad, para culminar en la plaza de Armas, ante el palacio municipal, donde intervienen en el tradicional festival anual.

En el evento no solo toman parte Só Elas, Bohemios, O Son do Mar, Club de Campo, Sonidos del Alba y Añoranzas, todas ellas de Ferrol, sino también agrupaciones de la comarca, como son Lucero del Alba, de Neda; Trovadores de Ares y las rondallas Mugardesa, de Cariño y Cedeira.

MADRINAS Y PADRINOS

Antonio Ruibal y Emilio Romero, en O Son do Mar y Só Elas, respectivamente, son los únicos padrinos, mientras que las demás participantes mantienen la tradición de que sean mujeres las que ejerzan como madrinas.

El reconocimiento a miembros de esos grupos incluye este año a Antonio Cartelle, Jaime Sordo, José Ramón Rodríguez Caamaño, Manuel Varela, José Ángel Santiago y Enrique López Mosquera.

Las Pepitas surgieron como fiesta en el siglo XIX, cuando el día de San José era uno de los escasos en los que los trabajadores de la ciudad, volcada en el sector naval, disfrutaban de una jornada de descanso.

Las rondallas incluyen a músicos y voces que recorren algunas de las principales vías de la ciudad para cantar a mujeres bajo sus balcones, una práctica que persiste con su atuendo histórico y con un repertorio a base de habaneras, danzas o valses.