IGLESIA
Monseñor de las Heras se despidió de Ferrol con una emotiva eucaristía en la Concatedral de San Julián
El próximo sábado, 19 de diciembre, será ordenado obispo de la Diócesis de León

Monseñor de las Heras durante la eucaristía en San Julián - FOTO: Diócesis Mondoñedo-Ferrol
Ferrol - Publicado el - Actualizado
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Monseñor Luís Ángel de las Heras se ha despedido este domingo, 13 de diciembre, de Ferrol y de la Diócesis, con una misa de acción de gracias que él mismo ha presidido desde las 17,00 horas en la Concatedral de San Julián, en una eucaristía también condicionada por las restricciones de aforo debido a la situación sanitaria.
Acompañado por más de media docena de sacerdotes, y con la presencia, entre otros, del diputado autonómico de PP, José Manuel Rey Varela, el alcalde de Ferrol, Ángel Mató, el primer teniente de alcalde de Ferrol, Antonio Golpe o el almirante del Arsenal Militar de Ferrol, Antonio Duelo Menor, de las Heras ha agradecido la presencia de todas las personas en el templo y ha tenido palabras de agradecimiento para los allí presentes, además de para todas las gentes que componen la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol, la cual ha administrado durante más de cuatro años y medio.
Ahora, monseñor Luis Ángel de las Heras emprende un nuevo camino, tras ser nombrado por el Papa Francisco nuevo obispo de León, cargo para el que será ordenado el próximo sábado, 19 de diciembre.

La ceremonia ha sido transmitida en directo por el Servicio de comunicación de la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol.
Aquí puedes ver la eucaristía íntegra.
Texto de la homilía pronunciada:
¡Bendito sea Dios!
Nunca poderei agradecervos suficientemente ao Señor e a vós estes anos de graza. Rezo e rezarei por vós —especialmente cando recite o Noso Pai en galego— para que alumedes soños e acollades visións xuntos"
«Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales» (Ef 1,3).
Fueron mis primeras palabras en esta catedral de Mondoñedo el 7 de mayo de 2016 y hoy las repito con mucha más hondura y significado que entonces, lleno de agradecimiento.
Con vosotros y por vosotros doy gracias a Dios, Padre Hijo y Espíritu Santo, que ha cumplido su promesa de envolvernos en su misericordia y amor durante estos años, como lo hace siempre. Doy gracias por este ministerio que he recibido de Él para serviros en esta Iglesia particular de Mondoñedo-Ferrol y, a través de ella, a la Iglesia Católica universal que hoy me destina a otro lugar de la misma y única barca en la que nos encontramos. La barca en la que Dios nos restaura, hace brillar su rostro y nos salva como hermanos, como familia, como pueblo de su heredad.
Al mismo tiempo que doy gracias, pido perdón. Por no haber sabido persuadir a más hermanos para subir a esta barca; por haber hecho difícil la travesía a alguno; por las veces que no me he dejado apacentar por el Señor e incluso le he impedido apacentar a Él conmigo.
Con el perdón del Señor en el corazón, quiero entonar una acción de gracias comunitaria, más que personal, invitándoos a dar gracias por sabernos discípulos misioneros de Jesús, agradecidos, bendecidos y esperanzados.
Discípulos misioneros agradecidos, porque tenemos delante de nosotros una gran historia de Iglesia, una columna de testigos de la fe de Mondoñedo-Ferrol. Hombres y mujeres que nos preceden en el camino del Reino y que, igual que el profeta Elías y nuestro san Rosendo, fieles al Señor, han surgido como fuego del amor transformador de Dios. Cristianos de estas parroquias a través de quienes Dios ha actuado portentosamente incluso por medio de sus flaquezas. ¿Cómo no vamos a estar agradecidos por esta gran historia de la que formamos parte y podemos contar hoy?

Esa gratitud de constructores del presente de Mondoñedo-Ferrol nos lleva a experimentarnos discípulos misioneros bendecidos. Igual que Pedro, Santiago y Juan son bendecidos con la visión de Jesús transfigurado y, singularmente, cuando, al bajar del monte, comprenden que su destino de discípulos es el mismo que el del Maestro: cruz y gloria, fracaso que es victoria. ¿Cómo no vamos a sentirnos bendecidos como seguidores del Hijo predilecto del Padre?
Agradecidos y bendecidos contemplamos el futuro sabiéndonos discípulos misioneros esperanzados. La esperanza es palabra de hoy y de mañana. Cuando la proclamamos, ilumina el camino que hemos de seguir. Un camino incierto, en el que escasean las fuerzas humanas. Un camino en el que los planes, proyectos y tareas no nos deben alejar nunca del Señor y de los hermanos. Un camino en el que hemos de denunciar y luchar por erradicar el mal en cualquiera de sus formas. ¿Cómo no vamos a sentirnos esperanzados si Cristo Jesús es nuestra esperanza para seguir caminando?
Gratitud, bendición y esperanza para alumbrar sueños y acoger visiones juntos. Sueños y visiones que no son individuales, particulares, sino comunitarios, y se hacen realidad en esta porción del Pueblo de Dios: Mondoñedo-Ferrol. Una hermosa Iglesia particular que el Buen Pastor pastorea con esmero. Doy testimonio de ello y renuevo ante vosotros mi principal oración: Apaciéntame, Señor, apacienta Tú conmigo.
Nunca podré agradeceros suficientemente al Señor y a vosotros estos años de gracia. Rezo y rezaré por vosotros —especialmente