El obispo de Mondoñedo-Ferrol publica este mensaje con motivo del inicio del Año Santo
Monseñor Fernando García Cadiñanos destaca que se celebra cada 25 años
Ferrol - Publicado el
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El obispo de la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol, monseñor Fernando García Cadiñanos publicó este jueves, 25 de diciembre, un mensaje con ocasión del inicio del Año Santo Jubilar. Este es.
El año 2025 es un Año Santo Jubilar. Con una cadencia de veinticinco años, la Iglesia celebra esta tradición que tiene sus orígenes en la propia ley mosaica: en la sagrada escritura se invitaba a que cada cincuenta años se celebrase un año especial en el que la tierra, de la que Dios era el único propietario y que la había repartido justamente entre su pueblo, volviera al antiguo dueño, se perdonaran las deudas y los esclavos recuperaran la libertad. Era un deseo hecho institución de mantener en el pueblo de Israel una comunidad fraterna, donde todos tuvieran lo necesario para vivir y se recuperara la armonía primitiva de la creación.
Con ese mismo espíritu de reconciliación y liberación vivimos este nuevo Año Jubilar. Se trata también de vivir un año especial, un tiempo de gracia que el Señor nos regala para restablecer nuestra relación con Dios, con los hermanos y con la casa común que habitamos. Es una nueva ocasión para disfrutar de la misericordia de Dios que quiere hacer nuevas todas las cosas, que quiere renovarnos en profundidad. Ese es también el sentido de las indulgencias. Con el Año Jubilar se quiere recuperar el gozo de vivir la fe, la experiencia de un Dios que nos libera y nos sana profundamente.
El lema escogido para este Año es bien elocuente: “La esperanza no defrauda” (Rom 5,5). Como señala el papa Francisco en la bula de convocatoria, nuestros tiempos están especialmente marcados por la desesperanza. A nivel mundial existen muchos factores que nos llenan de temor ante el futuro: las guerras y las violencias tan presentes, el clima de crispación que nos envuelve, la situación de los emigrantes, el cambio climático, la fractura social y la desigualdad creciente…
También a nivel eclesial vivimos tiempos difíciles: se nos hace compleja la transmisión de la fe, lo religioso se desvirtúa, el envejecimiento de nuestras comunidades es elocuente, la ausencia de vocaciones sacerdotales y religiosas nos duele, la comunión interna se desvanece…
A todo ello hay que unir lo que cada uno vive a nivel personal: muchos están marcados por el dolor y el sufrimiento, por las dificultades de todo tipo, por la fragilidad de las relaciones y la soledad, por el esfuerzo y el sacrificio, por la oscuridad y el miedo ante el mañana…
Precisamente en este contexto resuena con mucha fuerza y urgencia la esperanza que nace de Jesús. Es la esperanza que fue acogida en su vida terrena. Es la esperanza que ha alimentado el caminar de tantos creyentes durante siglos. Es la esperanza que hoy también nos permite vivir y afrontar con confianza nuestro futuro. Es la esperanza que no elimina los problemas pero es más fuerte y grande que estos. Esta es la esperanza que ofrecemos a nuestro mundo y a nuestros hermanos. Jesús es la esperanza que necesitamos, tan lejana de un infantil y hueco optimismo. Es una esperanza que se fundamenta en la fe y que se nutre y expresa en la caridad. Una esperanza que nace de la experiencia gozosa del encuentro con Cristo Resucitado que nos abre a una vida nueva, la vida eterna. Aquí reside la razón para la esperanza.
Muy bellamente lo dice el papa Francisco en la bula de convocatoria: “Nosotros, en cambio, en virtud de la esperanza en la que hemos sido salvados, mirando al tiempo que pasa, tenemos la certeza de que la historia de la humanidad y la de cada uno de nosotros no se dirigen hacia un punto ciego o un abismo oscuro, sino que se orientan al encuentro con el Señor de la gloria.
Vivamos por tanto en la espera de su venida y en la esperanza de vivir para siempre en Él. Es con este espíritu que hacemos nuestra la ardiente invocación de los primeros cristianos, con la que termina la Sagrada Escritura: «¡Ven, Señor Jesús!».
Os invito a unirnos juntos a la inauguración del Jubileo que tendremos en Ferrol el próximo domingo 29. Comenzaremos a las 12:30 horas en la iglesia del Carmen y peregrinaremos hasta la concatedral para celebrar allí la eucaristía. Os invito a que, durante el año, peregrinéis también personalmente, en familia, en comunidad… hacia alguna de nuestras cuatro iglesias jubilares: allí podréis degustar, como se establece, esta esperanza que nos lleva a la misericordia.
Tu hermano y amigo.
Fernando García Cadiñanos.
Obispo de Mondoñedo-Ferrol.