ENTROIDO
Guerra de harina en Santiago: comercios del Toural cerrados y facturas de limpieza al Ayuntamiento
Los comerciantes del Toural piden que se escoja otra ubicación para la "fiesta fareleira" de Santiago. Denuncian que nadie les preguntó su opinión
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La guerra de harina o "fiesta fareleira" ha sido la gran novedad este año en las celebraciones del carnaval de Santiago. En principio, se aplaudió esa idea, al ser nueva y al enfocarse, primero en el público infantil, y después para toda la familia. No obstante, el problema llegó con la ubicación. El lugar escogido para esa batalla fue la Plaza del Toural, en pleno casco histórico compostelano.
No parece difícil imaginar cómo quedó la zona después de dos guerras con la harina como protagoista y sin cuartel. Horas después de la celebración, la fuente del Toural se atascó, al mezclarse la harina con el agua, lo que generó un líquido pastoso aun visible.
También se perciben todavía los restos de la harina en el suelo de esta plaza y en los establecimientos comerciales. Precisamente han sido los comerciantes los principales perjudicados por la celebración de esta actividad.
Desde Confecciones Riande nos aseguraban que han tenido que cerrar durante la fiesta porque se ha colado harina en el local y ha ensuciado la cristalera. El responsable anuncia que solicitará la ayuda de una empresa de limpieza y piensa enviar el recibo al Concello de Santiago: "Hay que saber dónde se hacen las fiestas. Hay que consultar con las personas que estamos aquí, para tomar precauciones. Tuvimos que cerrar, pérdidas en el primer día y al día siguiente las fachadas blancas, la harina pegada a las puertas, al limpiar con el chorro de agua inundaron la parte de delante. Aquí me ves, sacando lo que puedo y voy a tener que llamar a una empresa limpiadora, pero yo le voy a pasar la factura, si me la van a pagar ya no lo sé".
Por otra parte, desde una chocolatería que ofrece productos sin gluten han tenido que sellar bien la entrada al establecimiento: "A la suciedad en sí, se añadió el hecho de que no podíamos garantizar que el chocolate estuviese libre de gluten. Tuvimos no solo que cerrar, sino que poner separadores y almohadillas en las ranuras de las puertas".
Algunos comerciantes lamentan que nadie les haya avisado ni preguntado su opinión y también señalan la falta de coordinación entre los organizadores de la fiesta y los operarios de limpieza: "A las 4 de la tarde viene un camión con aspiradora y agua y se ponía a recoger y le dije que venía otra fiesta a las seis de la tarde, la de los mayores", nos contaba otros de los propietarios de establecimientos del entorno. Según nos trasladaba esta persona fue él mismo el que avisó a los servicios de limpieza de que más tarde ese mismo lunes habría una segunda guerra de harina y que tendrían que volver a limpiar.