El hartazgo y frustración de vecinos de Santiago por la proliferación de narcopisos: "Es como en los años 80"
Hasta media docena de puntos de venta de droga se acumulan en la zona comprendida entre las calles Rodríguez de Viguri, Home Santo y Concheiros, entrada del Camino francés a la ciudad
Santiago - Publicado el - Actualizado
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Muchas veces la imagen que proyecta la ciudad de Santiago de Compostela al exterior es la de un Casco Histórico idílico, Patrimonio de la Humanidad, en el que la Catedral ocupa un lugar central. Donde residentes, estudiantes, comerciantes y turistas conviven en un ambiente de tranquilidad, propio de las ciudades de mediano tamaño. Y donde parece muy lejana y casi imposible la imagen de narcopisos donde la venta de drogas es constante y con los drogodependientes consumiéndolo en plena calle y a cualquier hora del día.
Una realidad que se vive a apenas unos minutos de la Catedral de Santiago y de su casco Histórico. Es el caso de la zona comprendida entre las calles Rodríguez de Viguri, con la sede de la Xunta de Galicia y el Conservatorio Superior de Música en medio de una zona residencial, Home Santo, otrora llena de bares y cafeterías por su cercanía con la ya desaparecida estación de Autobuses, y Concheiros, entrada del Camino francés a a Santiago y por donde cada día transitan centenares de peregrinos que, junto a vecinos y comerciantes, son testigos del deterioro que se está produciendo "sobre todo desde la pandemia, cuando los drogodependientes se hicieron con la calle" al acudir a los muchos narcopisos que se acumulan en las tres calles de esta manzana de viviendas.
Nos lo cuenta Bea, vecina de este barrio compostelano desde hace 10 años y que lleva a su hija pequeña al colegio ubicado entre Concheiros y Home Santo, lo que le permite comprobar todos los días el trajinar de compradores de droga "a los, por lo menos, seis narcopisos o puntos de venta de droga que hay ahora mismo y que son los más visibles" y que ve cómo algunos de los consumidores se pinchan en plena calle, en entradas de garaje o pequeñas plazuelas, por lo que no duda en asegurar que "es como si volviésemos a los años 80".
Narcopisos que, en algunos casos, "son más tranquilos porque el comprador llega en su coche, hace su compra y se va", pero que en dos de los puntos "son más conflictivos", ya que los problemas de convivencia con otros vecinos y comerciantes de la zona son repetidos y constantes.
comerciantes y hosteleros preocupados "poRque algún día puede pasar una desgracia"
Un malestar que comprobamos con los distintos comerciantes y hosteleros del barrio, como Chus, farmacéutica de Rodríguez de Viguri y que, harta de los constantes robos y hurtos que sufre en su establecimiento "no son todos los días, pero sí muy a menudo" y de poner denuncias una y otra vez "viendo cómo salen ellos antes de comisaría", pide a las autoridades que actúen para acabar con una situación "que hasta ahora no me ha hecho tener miedo", pero sí a vivir momentos complicados "sobre todo cuando llegan muy violentos, más que por mi integridad física, por los daños que te pueden ocasionar con los robos o la rotura de material".
Una sensación que vive también José en su cafetería de la calle Concheiros que, en medio del ajetreo de poner cafés, churros y bizcochos a media mañana, lamenta la situación que generan "varios individuos que todos los días provocan problemas con los clientes habituales y que ya me preguntan si esto es una cafetería o un after".
Problemas que no sólo padece él, también sus compañeras de barra "en continua tensión" y que aseguran que "no hay cuartos que paguen aguantar esto", por lo que coincide con Chus en reclamar atención a las autoridades "antes de salir en la televisión por una desgracia" ya que todo esto "quema, es así".
FRUSTRACIÓN Y HARTAZGO
Quizás no con tanta tensión, pero sí con preocupación ve lo que está ocurriendo en su barrio uno de los comerciantes de la calle Home Santo "con 54 años ya en este establecimiento" y que reconoce que la situación que provocan los compradores al acudir a los narcopisos a comprar no le asusta tanto por él, como por su compañera "que muchas veces queda sola en la tienda".
Todo esto en una calle donde otrora había abiertas numerosas cafeterías y bares que se nutrían del flujo constante de viajeros de la estación de autobuses, cuyo cierre impactó en estos negocios por lo que en la actualidad son más los bajos vacíos, aunque aún permanecen abiertos varios comercios de barrio como una peluquería o una papelería y con la esperanza de que la ampliación del edificio administrativo de la Xunta de Galicia vuelva a revitalizar la zona .
Todo esto en edificios construidos en las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado, por lo que sufren ya en algunos casos un importante deterioro, aunque es más llamativa la presencia de un flamante edificio de pisos turísticos recién inaugurado y donde descargan sus maletas de un taxi algunos de los muchos turistas que llegan a la ciudad. En un lugar privilegiado por su ubicación, cercano al barrio de San Pedro y a apenas unos minutos del Casco Histórico y de la Catedral.
Lo que da buena cuenta del potencial de esta zona, donde al parecer ya se habría producido la venta de otro edificio completo para el mismo fin turístico, pero que se podría ver perjudicado por la imagen, de momento no tanto por los problemas, que provoca la proliferación de narcopisos por toda esta zona.
Y que, como nos repite Bea al finalizar nuestro paseo por el barrio, "me da pena que todos somos unión, que pongamos denuncias y que todo, al final, quede en nada", por lo que, a pesar de la frustración que dice sentir, asegura que "hemos decidido hacerlo público porque, si legalmente no podemos luchar, a ver si así les da un poquito de vergüenza y actúan".
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