De la adversidad a la excelencia: Ibrahima, un joven que construye su futuro gracias al cariño y apoyo de las religiosas del Divino Celo

El esfuerzo es el camino hacia el éxito pero ese camino no siempre se puede recorrer sólo. Y menos cuando uno acaba de llegar a un país extranjero en una patera, sin familia, amigos ni medios económicos. Eso le pasó a un joven senegalés llamado Ibrahima Diambang y encontró el amparo y acompañamiento de unas religiosas, las Hijas del Divino Celo Rogacionista, que dirigen el Centro de Menores San Aníbal en Burela.

Su cariño, apoyo y cercanía ayudaron a que este joven, que ya venía con el talento cargado de serie, brillara con luz propia, hasta conseguir ese premio de excelencia a la Educación Secundaria Obligatoria.

Una trayectoria que ha sido exaltada por la conselleira de Política Social, Fabiola García, en el encuentro que ha mantenido con el propio Ibrahima y el personal de San Aníbal, junto a otra joven, Hafsa, de otro centro de acogida que también ha obtenido el galardón a la excelencia.  

Pero ¿cómo se llega hasta ahí cuando se parte de la nada, con desconocimiento del idioma y con todo en contra? "Paso a paso y con cariño", como explica la directora del Centro de Menores San Aníbal, Martina Sendino. El cariño es importantísimo, "entonces ellos ven que se les acepta con mucho cariño, que forman parte de una nueva familia, como ha dicho él, él lo repite continuamente, 'mi familia de San Aníbal'".

dar lo que has recibido

Ibrahima se siente arropado y con eso y con su disciplina seguro que se labra un gran futuro en el campo de la enfermería o la enseñanza porque “él tiene clarísimo que lo que ha recibido lo quiere dar”.

Y esta historia para las religiosas también es un aliciente que les anima a continuar con su labor. Explica Martina que "para nosotras también es un empuje porque también es verdad que nos anima a seguir formándole, a él, y a los otros chicos".

tender una mano a la vulnerabilidad

Los centros de San Aníbal en Burela cubren un amplio espectro de necesidades específicas para personas o familias en riesgo de exclusión. Tienen el Centro de Menores, con 18 plazas destinadas a niños y jóvenes de 0 a 18 años, la Casa de Familia, con 8 plazas concertadas, una de ellas para atender necesidades educativas especiales o discapacidad, y el Centro de Acogida María Nazarena, con dos viviendas completamente equipadas para acoger a personas con menores a su cargo.

Además de esto, en Foz desarrollan el Programa Familia Educa que cuenta con educadoras para ayudar a jóvenes en edad escolar con una situación familiar vulnerable. 

En estos centros trabaja un equipo multidisciplinar de profesionales con formadores, educadores, psicólogos que puedan atender las necesidades de apoyo emocional y educativo de sus usuarios. El objetivo es acompañarles y ayudarles en un momento complicado de su recorrrido vital. En el caso de los menores, prepararlos de la mejor forma posible para que, llegada la mayoría de edad, puedan salir de nuevo al mundo y forjarse su futuro. 

El caso de Ibrahima es un buen ejemplo del trabajo que desarrollan, pero como él hay muchos menores más que llegan con situaciones familiares complicadas y encuentran allí un hogar y una familia.