Abogada penalista cree que en casos como el de O Chioleiro sería necesario un control más estricto

Vigo se ha visto conmocionada en los últimos días con la noticia de que el autor del llamado crímen de la maleta no es otro que José Manuel Durán González, más conocido como O Chioleiro, tristemente famoso por protagonizar otras crónicas negras en la provincia.

O Chioleiro asesinó en 1988 a su propia abuela, a la que asestó un total de 16 puñaladas y a la que, además, violó. Por ese delito pasó 15 años internado en un centro piquiátrico. Salió en 2003, y un año después, de nuevo con un cuchillo, mató a una vecina, que era también su amiga. En esta ocasión le cayeron 17 años de cárcel, de modo que, a sus 66 años, lleva media vida entre rejas.

El pasado viernes fue recluido de nuevo en la prisión de A Lama, en esta ocasión está en prisión provisional como presunto autor del crímen de La Maleta, en la que metió el cadáver de su ex pareja, a la que supuestamente asesinó de una puñalada en el corazón.

Una vigilancia más estrecha

Con este historial, no es raro que la gente se pregunte cómo puede ser que no exista mayor control sobre personas como O Chioleiro.

"¿Habría que hacer seguimientos? ¿Seguimientos más estrictos? Pues sí", ha dicho en Cope la abogada penalista Sonia Fernández, quien, no obstante, recuerda que O Chioleiro venía de cumplir íntegramente su condena.

Fernández señala, además, que si una persona así recibe tratamiento, en principio no deberían de existir controles distintos, aunque "visto lo visto, habría que hacerlos con determinados idividuos, con patología severa grave" y que atentan contra las vidas de los demás o contra la suya propia.

"Debería haber otro seguimiento pero, claro, son necesarios recursos, muchos recursos en estos casos, y la administracion de justicia y la penitenciaria no gozan de tan buena salud económica, eso también es verdad", puntualiza.

Esta abogada duda de que, con el Código Penal en la mano, se le pueda aplicar a O Chioleiro la prisión permanente revisable y, con los datos que tiene, los cuales, insiste, los ha leído en la prensa, calcula que podría ser condenado antre 15 y 23 años de cárcel.

El problema, según explica esta abogada, es que "matar es muy fácil" y muchas medidas preventivas que se imponen son tremendamente fáciles de burlar.