Descubre el terrible secreto que se esconde bajo uno de los más bellos parajes marinos del océano
Una expedición al 'Gran Agujero Azul' de Belice reveló un profundo misterio que desencadenó una brillante y esperanzadora campaña ecológica
Logroño - Publicado el - Actualizado
5 min lectura
El Gran Agujero Azul de Belice es uno de los lugares más atractivos para los buzos y científicos del mundo.
En medio de aguas turquesas, este círculo de color azul oscuro parece un portal a otra dimensión.
Está ubicado a 64 km de la costa de la ciudad de Belice y con sus 300 metros de ancho y 125 metros de profundidad, se le considera el sumidero más grande del mundo (un sumidero es un agujero en la tierra, formado cuando el suelo se derrumba dejando un gran agujero en la superficie).
La Barrera de Coral de Belice
La barrera de coral de Belice, justo al Este de su costa, es una gran parte del ecosistema conocido en la barrera de coral mesoamericana. Comenzando en la península de Yucatán en México, en el Norte, y finalizando al sur de Honduras, es la segunda red de arrecifes más grande del mundo, después de la famosa Gran Barrera de Coral de Australia.
El 'Agujero Azul' está situado en el centro del arrecife, una mancha oscura que invita a los exploradores a investigar sus profundidades. Desde arriba, su vista es impresionante. Su profundo color azulado contrasta con la luz de las aguas turquesas que lo rodean, una formación enorme, tentadora y casi perfecta en medio del arrecife. Pero su color esconde un secreto. El hoyo, que está considerado como uno de los mejores lugares para bucear en el mar Caribe, se hunde hasta el fondo del océano casi 420 pies por debajo de la superficie, casi 130 metros, y se mantiene inexplorado y virgen a esas profundidades. O, al menos, así había sido hasta hace no demasiado tiempo.
Con la ayuda del multimillonario Sir Richard Branson, un equipo de exploradores, conservacionistas y científicos entre los que destacaban Fabien Cousteau, nieto del famoso explorador oceánico Jacques Cousteau, o la conocida oceanógrafa Erika Bergman, se propuso descubrir qué se escondía en el fondo de la formación más tentadora del océano. Y lo que vieron cuando llegaron al fondo los dejó sorprendidos y profundamente preocupados.
El Aquatica
La última vez que hubo tanta expectación en torno a una misión en alta mar fue cuando el realizador norteamericano James Cameron descendió al fondo de la Fosa de las Marianas, el punto más profundo conocido en los océanos del mundo. Y lo hizo con un submarino similar al que, finalmente, utilizaron en esta misión: el 'Aquatica', un sumergible que contaba con excelentes panorámicas para sus pasajeros.
Cuevas sobre cuevas
Pronto, nada más comenzar la inmersión, el submarino comenzó a transmitir imágenes verdaderamente espectaculares. Las aguas azules se arremolinaban alrededor de un escarpado acantilado, y la misión estaba en marcha.
Al principio, el submarino levantó algunos sedimentos, dificultando la visibilidad de la tripulación, pero pronto, el sedimento submarino flotante dio paso a una fascinante formación geológica: cuevas sobre cuevas de estalactitas.
Si bien estas formaciones geológicas son comunes en las cuevas en tierra seca, es imposible que se formen bajo el agua. Entonces, ¿cómo podía haber estalactitas a más de 20 metros bajo el nivel del mar?
Para los miembros de la tripulación, esa sorprendgente imagen solo podía significar una cosa. Algo que, en palabras de Branson, supuso "uno de los recordatorios más crudos del peligro del cambio climático" que habían visto nunca.
A medida que el equipo continuaba descendiendo, comenzaron a notar una barrera flotante debajo de ellos. Era una capa mortal de agua rica en sulfuro de hidrógeno, de 20 pies de espesor, que flotaba a casi 30 metros por debajo de la superficie. El sulfuro de hidrógeno es una sustancia extremadamente tóxica que puede corroer el metal y asfixiar y matar fácilmente cualquier forma de vida marina que se adentre en él. En las cuevas circundantes, el equipo encontró innumerables cangrejos, caracoles y otros invertebrados que se habían atascado en las aguas nocivas y habían muerto.
Por lo general, esta capa de agua marca el límite al que pueden viajar los buzos, pero el Aquatica estaba equipado para moverse en cualquier ambiente hostil y continuar su descenso.Pero lo que encontraron debajo de la capa de sulfuro resultó ser mucho más aterrador que las aguas venenosas y los cadáveres de cangrejo.
Había innumerables botellas de plástico vacías, bolsas y basura que se acumulaban al fondo del agujero. El hoyo, como muchas otras partes del océano, era un vertedero submarino. "¿Cómo hemos podido permitir que esta maravilla natural se convirtiera en un basurero?", se poreguntaron los ocupantes del sumergible.
Y lo que comenzó como una misión para trazar una parte inexplorada del planeta se terminó convirtiendo en un viaje para delimitar el mapa de las fronteras que la contaminación humana ya había conquistado. El agujero no contenía ninguna bestia submarina que no fuera el monstruo oceánico de la propia creación de la humanidad: la contaminación.
Branson no iba a permitir que las cosas siguieran igual. Por ello, el conocido filátropo, junto con Ocean Unite, un conglomerado conservacionista, decidió tomar medidas no solo para salvar el Agujero Azul, sino también el resto del océano. El principal objetivo de Ocean Unite es, para 2030, reservar un mínimo de 30 por ciento de los océanos del mundo como áreas protegidas.
Por qué no es una buena noticia que los océanos se estén volviendo más azules
El cambio climático tendrá un efecto que a primera vista puede parecer positivio, y es que los océanos se verán más azules en las próximas décadas. Algo que sucede porque el calentamiento global cambiará la mezcla de fitoplancton, pequeños organismos marinos que absorben y reflejan la luz.
Ahora bien. Esto quiere decir que en las próximas décadas habrá menor cantidad de estos organismos en el agua, lo que provocará un cambio en el color de más del 50% de los mares del mundo para el año 2100.
El principal problema está en que el plancton juega un papel primordial en los océanos. Porque no solo convierte la luz solar en energía química y consume dióxido de carbono, sino que también es el primer eslabón en la cadena alimenticia marina.