De Marruecos a Logroño: La lucha de Adam, el MENA que nadó kilómetros, sobrevivió en la calle y ahora reconstruye su vida
La historia de Adam, un joven inmigrante que lucha por su futuro

Adam
Logroño - Publicado el - Actualizado
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Adam tiene 19 años. Es marroquí y su historia comenzó cuando tenía apenas 13 o 14 años. No recuerda con exactitud la edad, porque era solo un niño cuando su vida giraba en torno al fútbol. Jugaba en la categoría inferior de un equipo de primera división en Marruecos y vivía en la residencia del club.
Todo cambió de repente. Un grave problema familiar entre sus padres lo obligó a salir de casa. Nunca pensó en dejar Marruecos ni en viajar a Europa. Creía que tenía un futuro prometedor en el fútbol y no veía la necesidad de irse. Sin embargo, la situación familiar le obligó a tomar una decisión drástica, cruzar la frontera hacia Ceuta.
En aquel entonces, pudo entrar con su pasaporte y quedarse en un centro de menores, donde convivía con más de 400 niños y jóvenes en condiciones muy difíciles. Recuerda que en cada habitación había más de 10 personas, en un espacio pensado para dos. Después de tres meses allí, tuvo que regresar a Marruecos porque su hermana necesitaba una operación. Se quedó 20 días con su familia y luego intentó volver a Ceuta, pero esta vez la frontera estaba cerrada.
Pero entonces pasó algo… un problema entre mis padres. Y tuve que irme. No era mi elección. Nunca pensé en salir de Marruecos, pero tuve que hacerlo
Migrante
CRUZAR NADANDO
Sin otra opción, tomó la decisión más dura de su vida, nadar más de cinco kilómetros por la noche desde un pueblo cercano hasta Ceuta. Lo hizo en la oscuridad, con el agua helada y el miedo constante de no lograrlo.

La Guardia Costera de Marruecos en la frontera con Ceuta
subido a un camión
Logró llegar, pero la pandemia obligaba al confinamiento. Adam estuvo aislado durante 20 días en una habitación cerrada. Luego, volvió al centro de menores por otros cuatro meses, hasta que, dice, ya no pudo soportarlo más y decidió buscarse la vida por su cuenta. Pasó meses viviendo en las calles de Ceuta, sobreviviendo en el puerto e intentando subir a algún camión que cruzara a la península. No dormía por las noches, porque era el único momento en que podía intentarlo. Una de esas noches vio un camión que nunca antes había estado allí.
Había un camión nuevo en la estación. No sabíamos cuándo iba a salir, pero me metí
Migrante
Escondido en ese camión pasó la frontera, superando dos controles donde la Guardia Civil y la Policía Nacional usaban perros para detectar migrantes. Adam logró subir al barco y, 45 minutos después, estaba en Algeciras.

El puesto fronterizo de Tarajal entre Ceuta y Marruecos
En Algeciras lo llevaron a un centro de acogida de menores, donde pasó unos días. Antes de ser trasladado a otro se escapó y buscó ayuda en algunos amigos. Con algo de dinero para comprar un billete de tren y ropa nueva, su destino fue Barcelona. Pasó un mes allí, pero la vida era más difícil de lo que imaginaba. Como marroquí, dice que se sentía discriminado constantemente.
La situación era desesperante, hasta que recibió la llamada de un amigo con el que había estado en Ceuta y que vivía en Logroño. No lo dudó y tomó rumbo a La Rioja.
Y aquí está, intentando construir una vida mejor, con la esperanza de que todo su esfuerzo y sacrificio hayan valido la pena. La vida ha puesto a Adam a prueba muchas veces, pero sigue adelante con la certeza de que su historia aún no ha terminado. Recibió apoyo, hizo cursos y comenzó a trabajar a los 16 años.
Sin embargo, había algo que seguía doliéndole, el fútbol. Su gran sueño se vio truncado por las reglas de la Federación, que impedían jugar a menores extranjeros sin al menos cinco años de residencia o familiares en España. Mientras otros jóvenes se dedicaban al deporte, Adam se encontraba ante una disyuntiva, quedarse en su habitación del centro de acogida o pasar el tiempo en la calle, con todos los peligros que ello implicaba.
Muchos venimos aquí a buscar una vida mejor, no a hacer daño
Migrante

Logroño
Las normas eran inquebrantables. Finalmente, tuvo que dejar el fútbol a un lado y enfocarse en el trabajo. Gracias a un amigo, consiguió empleo en un restaurante, donde trabajó con contrato desde los 16 años.
Pasados los años, actualmente, Adam ha logrado retomar el fútbol y juega en el equipo del Club Villegas viviendo en un piso de la Cruz Roja, que lo ha ayudado a estabilizar su vida. Ahora, con papeles y trabajo, sigue luchando por su futuro.
Su historia es un recordatorio de la dura realidad que enfrentan muchos jóvenes inmigrantes. Adam ha demostrado que la perseverancia puede abrir caminos, pero también que el sistema necesita cambiar para que otros como él puedan encontrar oportunidades sin tener que enfrentarse a barreras injustas.