ATLETISMO NAVARRO

Iñigo Monreal, atleta navarro, narra su constancia y compromiso para correr en dos Juegos Olímpicos

Íñigo sigue participando en pruebas, lo hace sin presión, aunque bromea diciendo que "atletismo es lo que hacía antes"

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Entrevista con Iñigo Monreal para repasar su carrera durante el centenario del atletismo navarro

Alberto Sanz

Pamplona - Publicado el - Actualizado

7 min lectura

El atleta navarro, Íñigo Monreal, nació el 26 de septiembre de 1974 en Pamplona. Creció en Barañáin, desde donde con trabajo y talento logró llegar muy joven a los Juegos Olímpicos celebrados en Atlanta 96. Los 400 es su distancia y en cualquiera de sus formatos: libres, vallas o 4x400. Durante su etapa profesional logró batir 45 récords navarros, casi nada.

Con doce o trece años comenzó a practicar atletismo en Barañáin de la mano de Luis Requetibate. Comenzó poco a poco, pero siempre estaba “al pie del cañón”. A medida que iba mejorando los resultados llegaban más triunfos. De ahí pasó a trabajar con Félix Navarro que fue quien le llevó a ser olímpico. Tras Barañáin y Pamplona dio el salto a Madrid con Manuel Pascua Piqueras. En Madrid trabajó cuatro años y ahí logró clasificarse para disputar sus segundos Juegos Olímpicos.

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Para Íñigo su primer recuerdo bonito con el atletismo es “corriendo el cross del pueblo. Ahí empezó todo, con esa ilusión por ganar el trofeo”. “Esa inocencia que tienes al principio es lo que queda, luego con la presión de lograr marcas cambia un poco y no se disfruta tanto” añade. Aún recuerda cuando pudo acudir al mitin de San Sebastián en autobús con sus compañeros, para el atleta “es una pena que ya no se celebre, era de las mejores citas del mundo”.

Rememora con mucho cariño su primer Campeonato de España. Fue en Vallehermoso, precisamente en una “pista diferente en la que solamente había seis calles. Estaba viejilla, pero tenía mucho encanto”. No olvida que ahí, precisamente ahí, en el lugar de su debut, fue donde Edwin Moses perdió su récord de imbatibilidad tras una década sin ser derrotado.

El vínculo del atletismo con Barañáin fue clave para que comenzase a practicar el deporte. “Había mucha afición y dentro de mi clase había dos o tres atletas que destacaban, así que tenía tirón. Te fijabas en que iban a campeonatos y ese era un poco el aliciente” afirma Íñigo.

Para el atleta uno de los valores clave que le ha aportado el atletismo es el esfuerzo. “En otros deportes colectivos igual te puedes esconder un poco más, pero aquí si no estás, no estás” reconoce. También marca como un valor clave el compromiso. “El compromiso contigo mismo entrenando, pero también con tu entrenador” apunta. También remarca que: “No sé si alguien podrá decir que me he saltado un entrenamiento o que no lo haya terminado. Cumplía con lo que me mandaba el entrenador”.

Íñigo Monreal logró clasificarse para disputar en Atlanta 96 los 400 metros vallas con tan solo 22 años. Cuatro años más tarde participó en Sídney 2000 en dos pruebas: 400 metros vallas y 4x400. La pasión que mostró como deportista la sigue transmitiendo como aficionado y sigue vinculado a la formación.

Si coge un mapa señala con un dedo a Barañáin, ahí comenzó todo, y a Granada que se le daba siempre bien compitiendo. “En Granada logré bajar por primera vez de 50 segundos” rememora. Íñigo también tiene una ciudad en la que no logró disfrutar compitiendo: Salamanca.

Íñigo sigue participando en pruebas, lo hace sin presión, aunque bromea diciendo que “atletismo es lo que hacía antes”. Él sigue disfrutando, entrenando, compitiendo y muy implicado con la formación. Su mujer y sus hijos hacen atletismo. Considera que este deporte “se adapta absolutamente a todas las personas, sean cuales sean tus características hay una prueba para ti”. Además, añade que parte de la magia del atletismo es que “compites contra ti mismo, si lo has hecho bien, terminas sexto y estás feliz”. Asegura que en el Campeonato de España que terminó segundo “estaba absolutamente feliz” por haber logrado su mejor marca personal.

Los Juegos Olímpicos

Íñigo Monreal participó en dos Juegos Olímpicos: Atlanta 96 y Sídney 2000 en la prueba de 400 metros vallas y en su segunda participación, en tierras australianas por una bendita casualidad pudo disputar también la prueba de 4x400. El navarro logró disputar sus primeros juegos con 22 años. Dos juegos en los que pudo competir en tres pruebas.

Íñigo Monreal: 400 metros vallas y 4X400 en Atlanta 96 y Sídney 2000

¿Cómo recuerdas el camino hacia Atlanta?

La verdad es que lo de Atlanta fue un poco sorpresa entre comillas. Fueron años en los que logré una mejora muy rápida. Pasé de ser campeón de España junior a lograr el año siguiente ser campeón de España absoluto. Bajé muy rápido de tiempos. Al siguiente bajé de 50 en Granada y pude lograr la mínima olímpica. Fue todo muy deprisa. Me vino todo un poco de sopetón. Tal vez por la juventud no disfruté demasiado del camino. Venía todo muy rápido, de repente, no era consciente del todo.

¿Y el de Sídney?

En estas sí que fui buscando ir a Sídney, fueron más buscadas. Me preparé más y las disfruté más. Fui a entrenar a Madrid buscando unas mejoras, pero no logré encontrar esos avances que pensaba que tenía que tener. No fue sencillo, estuve entrenando cuatro años para mejorar dos centésimas en una carrera de 50 segundos. Es duro.

¿Cómo fue la estancia en Australia?

Tuve la suerte de que se celebrasen ahí. El Comité Organizador acogió a dos familiares de cada deportista, así que pude llevar a un amigo y a mi mujer (en aquel entonces era novia). Fue todo mucho más cómodo al no estar tan solo. Ellos también pudieron disfrutar mucho de ver unos Juegos tan especiales.

¿Y en Atlanta?

La verdad es que fueron unos juegos muy comerciales. La Villa Olímpica era un campus de una universidad que estaba muy bien. Disfruté más Sídney.

¿Qué supusieron para ti los Juegos Olímpicos?

Yo creo que es el sueño de cualquier deportista. Aunque los primeros los viví muy poco, prácticamente era de la pista a comer y de la pista a dormir. En Sídney fueron un poquito distintos, salí más, pude disfrutar un poco de la ciudad y nos movimos un poco más. Además, pude correr una prueba más unos días más tarde y eso hizo que retrasara mi vuelta con lo que pude disfrutar más. Ir a un Campeonato de Europa es especial, lo es más a un Campeonato del Mundo, pero unos Juegos te marcan. Que sea cada cuatro años, que haya más deportes, lo hace especial y se nota en el ambiente.

¿Cómo ocurrió lo del 4X400?

Fue una circunstancia que se dio. Uno de los compañeros de relevos tuvo una indisposición y tenía fiebre los días anteriores. Yo estaba de reserva y me tocó competir. Evidentemente lo hice encantado. Además, es de las pocas pruebas que puedes hacer por equipos en atletismo y la verdad es que me gustaba mucho esa competición.

¿Qué te pasa por la cabeza al escuchar París 2024?

Que está muy cerca para ir a verlos, pero la verdad es que va a estar complicado acudir. Están las entradas más caras que en otras ocasiones. Pero en lo que pienso es en Asier Martínez y Sergio Fernández, en que ojalá podamos verles.

La reflexión de Íñigo sobre el atletismo

El atleta manda un mensaje para la Federación Navarra de Atletismo en su centenario: “La verdad es que ahora mismo disfrutamos de muy buena salud. Pienso que tenemos que echar todos una mano para que esto siga adelante. Al final el atletismo no se mueve por una persona, ni por dos, tenemos que ser todas las personas implicadas las que echemos una mano en cualquier ámbito. Atletas, técnicos, familias, jueces, clubes, organizadores...”

Íñigo analiza la situación de la petición del atletismo navarro sobre la pista cubierta. El atleta pide que se analice bien, "mi petición es que conozcan bien lo que sucede en el atletismo. Me ha tocado estar en comisiones parlamentarias y ahí me han reconocido que desconocen lo que sucede en nuestro deporte". Su reclamación es que para que tomen la decisión "no lo hagan sin información o con falta de ella. Me gustaría que la clase política se informara realmente de lo que pasa en el atletismo ya que tenían una falta de información terrible". Añade que "no van a poder sentir en su piel lo que es estar a menos dos grados con la pista mojada y tratar de hacer unas series dando tu máximo. Es algo que muscularmente es muy complicado, sobre todo por los tramos de recuperación de 8-10 minutos. No es cuestión de comodidad, la cuestión es evitar lesiones".

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