HISTORIA

La economía y la fuerte deuda propiciaron la llegada del cuñado de Sisi a este país hispanoamericano

El periodista de Diario de Navarra Javier Iborra continúa hablando de historia relacionada con las finanzas

Fermín Astráin

Pamplona - Publicado el

4 min lectura

      
      
             
      

La relación entre la economía y la invasión de México (particularmente la Intervención Estadounidense en México entre 1846 y 1848) es clave para entender las razones detrás de este conflicto y sus consecuencias. La economía influyó tanto en las causas como en los resultados de la invasión. 

El periodista de Diario de Navarra Javier Iborra explica primero el contexto histórico que vivía México. Estados Unidos tenía una ansias de expansión territorial y necesidad de recursos.

En el siglo XIX, Estados Unidos estaba en pleno proceso de expansión territorial bajo la idea de que era su "destino divino" ocupar todo el territorio desde el Atlántico hasta el Pacífico, “América para los americanos”. Este movimiento no era solo político, sino también económico, pues el crecimiento territorial ofrecía acceso a nuevas tierras fértiles para la agricultura y la explotación de recursos naturales.

El sur de Estados Unidos buscaba expandir la economía basada en la agricultura, especialmente el cultivo de algodón, que requería grandes extensiones de tierra. Las fértiles tierras del norte de México (hoy los estados del suroeste estadounidense) eran vistas como una oportunidad estratégica.

Por otro lado, México se encontraba en una importante debilidad económica tras la independencia en 1821. México enfrentaba una economía débil, desorganización administrativa y deudas significativas. La falta de infraestructura y una agricultura poco modernizada limitaban su capacidad para aprovechar económicamente el vasto territorio que poseía.

Esto permitió que colonos estadounidenses ocuparan grandes extensiones de tierra en Texas (que era parte de México). Eventualmente, estos colonos, con apoyo económico y militar de Estados Unidos, buscaron la independencia de Texas en 1836. Los ejércitos estadounidenses ocuparon zonas clave y aprovecharon recursos locales para sostener sus campañas militares.

      
             
      

La guerra resultó en la pérdida de más de la mitad del territorio mexicano (en el Tratado de Guadalupe Hidalgo, 1848), incluyendo California, Nuevo México, Arizona y Texas. Estas regiones no tenían gran población pero sí un potencial económico inmenso, especialmente por su riqueza agrícola y minera, y pasaron a alimentar el crecimiento económico de Estados Unidos.

Consecuencias económicas para México

  1. Despojo territorial: México perdió recursos naturales valiosos y vastas tierras que habrían podido contribuir a su desarrollo económico. 
  2. Deuda y reconstrucción: La guerra dejó al país con una economía aún más debilitada, altos niveles de deuda externa y la necesidad de reconstruir infraestructuras dañadas. Durante décadas, México contrajo préstamos con países europeos, especialmente con Francia, Inglaterra y España, para sostener su gobierno y financiar sus conflictos internos y externos.
  3. Freno al desarrollo: Mientras Estados Unidos experimentó un crecimiento económico acelerado con la incorporación de los nuevos territorios, México enfrentó décadas de inestabilidad política y económica que limitó su progreso. Para 1861, México estaba al borde de la bancarrota debido a años de guerras civiles y a la inestabilidad política. En ese año, el presidente Benito Juárez decretó la suspensión temporal del pago de la deuda externa por dos años, una medida que enfureció a los acreedores europeos.

Llegada de los franceses

En este contexto de deuda del país, se produjo la llegada de los franceses a México en el siglo XIX, conocida como la Intervención Francesa (1862-1867).

      
             
      

Entonces, Francia, Inglaterra y España formaron una alianza para exigir el cumplimiento de los pagos y proteger los intereses de sus ciudadanos en México. En diciembre de 1861, estas potencias enviaron tropas al puerto de Veracruz en lo que inicialmente fue una misión conjunta con el objetivo de negociar un acuerdo con el gobierno mexicano.

Francia tomó la iniciativa, liderada por el emperador Napoleón III, que tenía otros intereses a británicos y españoles. Napoleón buscaba establecer un régimen favorable a Francia en América Latina, en parte para contrarrestar la influencia de Estados Unidos y expandir su propio poder en la región. La deuda fue el pretexto perfecto para justificar una intervención militar más amplia.

En 1862, las tropas francesas avanzaron hacia el interior de México, enfrentando resistencia en la Batalla de Puebla (5 de mayo de 1862), donde las fuerzas mexicanas lograron una histórica victoria. El héroe Ignacio Zaragoza, quien comandaba las tropas mexicanas.

      

Sin embargo, con refuerzos adicionales, los franceses lograron ocupar la Ciudad de México en 1863 e instalar a Maximiliano de Habsburgo como emperador, estableciendo el Segundo Imperio Mexicano.

La intervención francesa agravó la situación económica de México, ya que el país tuvo que sostener tanto los costos de la resistencia como las demandas del gobierno imperial impuesto por Francia.

Finalmente, la resistencia republicana liderada por Benito Juárez, junto con el retiro de apoyo militar francés debido a la presión internacional (especialmente de Estados Unidos tras su Guerra Civil), logró restaurar la República en 1867.