Un experto explica lo que hay detrás del miedo al fracaso: "Es muy relativo"

Alfonso Echávarri indica que este es uno de los problemas modernos de la actual sociedad

Alfonso Echávarri habla del miedo al fracaso
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Cope Navarra

Miedo al fracaso, en esta sección de psicología. 

Fermín Astráin

Pamplona - Publicado el

2 min lectura

El miedo al fracaso es una emoción que paraliza y limita el crecimiento personal y profesional. Muchas personas evitan tomar riesgos o explorar nuevas oportunidades por temor a no cumplir con ciertos estándares o a decepcionarse a sí mismas y a los demás. Este miedo suele estar arraigado en experiencias pasadas, en la presión social y en la comparación constante con los logros de los demás, lo que genera inseguridad y autocrítica excesiva. Como resultado, el miedo al fracaso puede llevar a la procrastinación, la falta de confianza y la inacción, impidiendo alcanzar metas que, en realidad, podrían estar al alcance. "Vivimos en una sociedad que nos intenta vender unos mensajes de fantasía", Alfonso Echávarri. 

Detrás de este miedo al fracaso, está la concepción que se tiene del fracaso. Alfonso Echávarri, director técnico del Teléfono de la Esperanza, diferencia el error del fracaso. El fracaso y el error, aunque a menudo se confunden, tienen significados y consecuencias distintas. Un error es una equivocación puntual, un fallo en la ejecución de una tarea o en la toma de decisiones que, en la mayoría de los casos, puede corregirse y convertirse en una lección de aprendizaje. El fracaso, en cambio, implica la imposibilidad de alcanzar un objetivo deseado, generalmente después de un proceso más prolongado. Un abandono.

Mientras que los errores son inevitables y forman parte del crecimiento, el fracaso suele percibirse como definitivo, aunque en realidad no lo es. La clave está en comprender que los errores son pequeños tropiezos que ayudan a mejorar, mientras que el fracaso sólo es real cuando se deja de intentar. Deberíamos hablar de fracaso en contadas excepciones.

Por otro lado, tener expectativas demasiado altas puede ser un arma de doble filo. Por un lado, puede motivar a las personas a esforzarse y a buscar la excelencia, pero, por otro, puede generar frustración y desmotivación cuando los resultados no coinciden con lo esperado. Cuando alguien se exige demasiado o espera la perfección en cada paso, cualquier error o tropiezo se convierte en una fuente de angustia y decepción. Esta mentalidad no solo afecta el bienestar emocional, sino que también puede llevar a un agotamiento constante y a una sensación de insatisfacción permanente, sin importar los logros obtenidos.

Es fundamental encontrar un equilibrio entre aspirar a grandes metas y aceptar que el error es una parte natural del proceso de aprendizaje. Aprender a gestionar las expectativas y adoptar una mentalidad de crecimiento permite enfrentar los desafíos con mayor resiliencia y flexibilidad. En lugar de temer al error, es más útil verlo como una oportunidad de mejora y como un paso necesario hacia el éxito. Cultivar la paciencia, el autocuidado y la autocompasión ayuda a mantener la motivación y a disfrutar del camino sin que el miedo o las expectativas poco realistas se conviertan en obstáculos para el desarrollo personal.

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