Antxon Serrano, misionero vasco: " En situaciones de pobreza sale lo peor del ser humano y también lo mejor".

¿Qué significa ser misionero en pleno siglo XXI ?, ¿Cómo se despierta esta vocación de ayuda?. El misionero vasco Antxon Serrano responde a estas preguntas en el programa  "Espejo de Gipuzkoa" de Cope cuando la Iglesia acaba de celebrar el día del Domund, la Jornada Mundial de las Misiones, que este año lleva por lema “Id e invitad a todos al banquete”.

Antxon Serrano subraya que a lo largo de su experiencia en las misiones, primero en Colombia y en Chad después, se ha dado cuenta de que "en situaciones de pobreza sale lo peor y lo mejor del ser humano y la cuestión es abrir los ojos para ver esa parte mejor." 

España cuenta ahora mismo con 6.000 misioneros repartidos por todo el mundo. Euskadi tiene una "gran tradición" misionera. De hecho la Diócesis de Vitoria se convirtió en 1948 en la primera del mundo en lanzarse a la misión de la iglesia en las zonas más pobres del planeta. 8 misioneros emprendieron entonces un viaje a Ecuador para ayudar a la población local. Desde 1948 casi un millar de vascos, entre sacerdotes, religiosos y laicos, han participado en las misiones a lo largo y ancho del mundo. 

sus inicios de misionero

Antxon Serrano es misionero javeriano. Nació en Ordizia en 1966. Pertenecía a una familia muy cristiana, se quedó huérfano de madre de niño y su primer contacto con las misiones lo tuvo a través de una charla que ofreció un misionero en su colegio en el que les habló "de un mundo mejor".

A partir de allí inició un contacto más continuo con los misioneros durante un año que se intensificó cuando murió su padre. " A los 15 años me encontré con una riada que se lleva todo y no queda más que Dios", subraya el misionero que entonces pensó que a partir de Dios iba a construir su vida. Su primera experiencia fue Colombia para comprobar si la misión era "lo suyo". 

colombia primero, chad después

Quiso probar en Colombia si su vocación era real y allí estuvo dos años, en lo que considera que fue "su primer amor" con las misiones, "en un país muy violento pero con personas de una calidad humana extraordinaria". Una etapa en la que descubrió que él "tenía que estar allí, que tenía una misión, en medio de tanta violencia".

Regresó de Colombia y estuvo dos años de espera hasta su siguiente misión. África, en concreto Chad, un país en conflicto donde lleva 18 años ayudando en la diócesis de Pala, cerca de Camerún. Trabaja en las emisoras de radio que hay en la diócesis y es profesor de instituto. Destaca lo tolerantes que son los musulmanes en su región donde la Iglesia ha creado una "Jornada de la Convivencia Pacífica", que sirve para juntar a población de diferentes religiones de la zona. 

Antxon Serrano asegura que "la llamada de Dios" le ha dado una gran fuerza para llevar a cabo su labor, en un entorno pobre y difícil. "Cuando Dios llama, da la fuerza", asegura el misionero, que ahora está en Euskadi durante tres meses de "descanso". A finales de diciembre volverá a la misión, a una vida que según relata, "merece mucho la pena".