Desmontando al Sacamantecas de Vitoria: mito y realidad al descubierto

El experto en seguridad César Charro analiza la figura de Juan Díaz de Garayo despojando de misterio la leyenda de los Sacamantecas y revelando la realidad tras sus crímenes

Juan Díaz de Garayo fue detenido en 1879
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Juan Díaz de Garayo: el asesino detrás de la leyenda del Sacamantecas

Susana Marqués Iruarrizaga

Vitoria - Publicado el

3 min lectura

En el imaginario popular, Sacamantecas es un ser siniestro que arrebata a los niños para extraerles la grasa y elaborar ungüentos curativos para los ricos. César Charro, experto en seguridad, se adentra en esta leyenda para responder a las grandes preguntas: ¿hubo un Sacamantecas real? ¿Quién fue? La respuesta nos lleva a finales del siglo XIX, al concejo de Eguílaz (Álava), donde nació Juan Díaz de Garayo el 17 de octubre de 1821.

Juan Díaz de Garayo: de labrador a criminal

Hijo de una humilde familia de labradores, Garayo creció en la pobreza y fue enviado a servir en casas desde niño. En 1850 se casó con Antonia López de Berrosteguieta, apodada "la Zurrumbona", heredando él el mote de "el Zurrumbón". Tras enviudar en 1863 y con cinco hijos, su vida parecía normal. Sin embargo, su segundo matrimonio con Juana Salazar, una mujer de carácter violento y alcohólico, marcó un punto de inflexión. Este fracaso conyugal, según confesaría más tarde, le llevó a frecuentar prostitutas y desencadenar su carrera criminal.

El primer crimen: un debut sangriento

El 2 de abril de 1870, Garayo cometió su primer asesinato. Tras mantener relaciones con una prostituta cerca del arroyo Errecachiqui, discutieron por el precio: él ofrecía tres reales, ella pedía cinco. Enfurecido, la estranguló y la ahogó en el arroyo. Aunque tosco, este crimen reveló una pulsión necrófila que perfeccionaría con el tiempo. El cadáver fue hallado al día siguiente, pero sin pistas, el caso se archivó.

Juan Díaz de Garayo, de labrador a asesino

Juan Díaz de Garayo, de labrador a asesino

1872: el nacimiento de la leyenda

La conmoción llegó en 1872 con el asesinato de una criada de 13 años. Asfixiada, violada y rematada, este crimen hizo que la sociedad vitoriana comenzara a hablar del Sacamantecas como una amenaza real. Ese mismo año, Garayo se casó por tercera vez con Agustina Ruiz de Loizaga, quien murió en 1876 en circunstancias sospechosas. Un mes después, contrajo matrimonio con Juana Ibisate, su cuarta esposa.

Ataques frustrados y el principio del fin

Imagen real de Juan Díaz de Garayo

Imagen real de Juan Díaz de Garayo

Entre 1873 y 1874, Garayo intentó matar a otras mujeres, pero sus gritos y resistencia lo obligaron a huir. En 1878, un ataque fallido a la molinera Ángela López de Armentia marcó un hito: ella escapó y él fue encarcelado varios meses, aunque aún no se le relacionaba con los asesinatos. Al salir, atacó a una anciana mendiga, sobornándola luego para evitar la denuncia.

1879: el horror del asesino

En 1879, Garayo cometió sus últimos crímenes: dos mujeres, de 25 y 52 años, evisceradas tras ser asesinadas. Testigos lo señalaron, y el alguacil Pío Jesús Fernández de Pinedo lo detuvo tras un encuentro casual en Vitoria. Tras 15 días en el calabozo, confesó todo. Ejecutado por garrote vil el 11 de mayo de 1881, dejó tras de sí entrevistas con el Dr. José María Esquerdo, quien reveló sus tendencias necrófilas y su placer al eviscerar.

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¿Sacamantecas o antecesor de Jack el Destripador?

Charro concluye que Garayo no fue un Sacamantecas al estilo de Enriqueta Martí, la conocida como Vampira del Raval de Barcelona,  quien sí elaboraba ungüentos con restos humanos. Más bien, sus crímenes lo acercan a Jack el Destripador, con quien comparte la evisceración de víctimas, aunque con menos refinamiento. A diferencia del londinense, Garayo fue atrapado, pero su macabra trayectoria sugiere que, de no ser detenido, habría seguido matando. Lejos del mito infantil, fue un auténtico psicokiller cuyo cráneo, curiosamente, nunca apareció tras su muerte.

No fueron contemporáneos, pero Garayo y el destripador compartieron la evisceración de sus víctimas

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