¿Posesión diabólica o enfermedad mental? El enigma del crimen de Alberto Izaga Velasco
El suceso, que desafió los límites de la comprensión humana, sacudió Londres en 2007

El crimen de Alberto Izaga sigue envuelto en el enigma
Vitoria - Publicado el - Actualizado
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Un terrible crimen ocurrido en un lujoso apartamento a orillas del Támesis, en Londres, el 3 de junio de 2007, sigue generando preguntas sin respuesta. Alberto Izaga Velasco, un exitoso ejecutivo financiero de origen vasco, fue acusado de matar a su hija de dos años, Yanire, en un episodio que oscila entre la enfermedad mental y las teorías sobrenaturales. César Charro, experto en seguridad y analista de la crónica negra en COPE Euskadi, desentraña este caso que pone en jaque nuestra percepción del bien y el mal.
Un hallazgo escalofriante en el corazón de Londres
La policía londinense irrumpió en la vivienda tras las alertas de los vecinos, quienes reportaron gritos y golpes. Allí encontraron a Yanire Izaga, de tan solo dos años, gravemente herida, con sangre brotando de su nariz, oídos y boca. Su madre, Ligia Barbosa, estaba en estado de shock, mientras que Alberto Izaga, padre de la niña, fue detenido en el acto como autor de las brutales lesiones que, dos días después, acabarían con la vida de la pequeña en el hospital Saint Thomas.

La familia vivía en un exclusivo apartamento a orillas del Támesis
"Es un caso que nos lleva a los límites de lo humano. Nos preguntamos si esto puede explicarse solo con la ciencia o si debemos recurrir a lo sobrenatural", reflexiona César Charro.
¿Quién era Alberto Izaga?
Nacido en Getxo en 1971, Izaga provenía de una familia acomodada y había forjado una brillante carrera en el mundo financiero. Tras estudiar en la prestigiosa Deusto Business School, escaló hasta convertirse en uno de los ejecutivos más jóvenes de la aseguradora Swiss Re, con un sueldo de 750.000 euros anuales más bonificaciones. Casado con Ligia Barbosa, una exitosa profesional de origen caboverdiano, la pareja vivía en un apartamento valorado en un millón de libras al año.

Imagen del empresario de éxito getxotarra, Alberto Izaga, en la época en que cometió el crimen
"Nadie podía preverlo. Era un hombre discreto con un futuro prometedor. Pero algo se quebró esa noche", señala Charro.
Una noche de horror inexplicable
Según el testimonio de Ligia, único testigo ocular, Alberto atacó a su hija con una furia desmedida, golpeándola contra el suelo mientras gritaba frases como “sal de ella” y “muere ya”. Los vecinos, horrorizados, alertaron a las autoridades. Los informes posteriores revelaron que Izaga, aficionado al terror, creía que su hija estaba poseída por una fuerza maligna, una idea que algunos vinculan a un colapso mental tras días sin dormir y un estrés laboral extremo.
"¿Fue un trastorno disociativo o algo más oscuro? La línea entre la enfermedad mental y la posesión diabólica se difumina en casos como este", apunta César Charro.
Un juicio sorprendente y una absolución controvertida
Tras ser detenido, Izaga fue internado en un centro psiquiátrico y, en enero de 2008, absuelto de asesinato. El juez Richard Hone determinó que su enajenación mental lo hacía incapaz de comprender sus actos, una decisión respaldada por el acuerdo entre las partes. Ligia, su esposa, lo defendió en todo momento, afirmando: “Es un hombre bueno, está enfermo y necesita ayuda”.

La justicia británica optó por el acuerdo entre las partes
"La justicia optó por la explicación clínica, pero el caso deja un vacío. ¿Es suficiente para entender lo sucedido?", se pregunta Charro.
El eterno debate: ciencia versus creencias
Los psiquiatras atribuyeron el acto a un trastorno disociativo grave, descartando drogas o antecedentes de violencia. Sin embargo, la ausencia de señales previas y la brutalidad del crimen han llevado a algunos a especular con lo paranormal. La Iglesia católica, que regula los exorcismos bajo estrictos criterios médicos, plantea una disyuntiva similar: ¿dónde termina la mente y comienza lo espiritual?

La Iglesia católica autoriza el uso del exorcismo para quienes son víctimas de una posesión demoníaca
"Quizá el mal absoluto sea parte de nosotros, y llamarlo enfermedad o posesión depende de nuestra mirada. Yo creo que el ser humano, aun siendo bueno por naturaleza, puede encarnar el Mal bajo ciertas circunstancias", concluye César Charro, dejando la reflexión en manos de cada uno.