La violencia en el deporte es cosa de hombres y fútbol

El Gobierno vasco impulsará peñas no violentas y vigilará las expresiones que se den el fútbol de base.

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Bingen Zupiria, consejero de Cultura, sobre la violencia en el deporte

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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“Es un problema de hombres. Más que de violencia en el deporte se debería hablar de agresiones físicas y verbales en el fútbol”. Así se ha expresado el consejero de Cultura y Deporte, Bingen Zupiria, quien ha explicado que el Gobierno vasco va a liderar las políticas de erradicación de la violencia en el deporte. En una comparecencia parlamentaria ha anunciado tres medidas. Transformar los grupos de animación de los clubes en peñas no violentas, monitorizar y vigilar las expresiones de violencia del fútbol de base en colaboración con la Federación Vasca de Fútbol para recoger todos los datos a través de las actas arbitrales y crear un libro de estilo para los medios de comunicación.

Gran cifra negra

Los datos de 2018 arrojan estos resultados: el 95% de la violencia detectada en el deporte se da en el fútbol y son hombres los sancionados en el 97% de los casos. El año pasado se abrieron 101 expedientes frente a los 120 de 2017. 100 de ellos afectan al fútbol, el otro al baloncesto y 7 acabaron en sanción. La mayoría fueron agresiones, seguidas de peleas y desórdenes públicos, gritos intolerantes, insultos y amenazas. Zupiria ha lamentado que aún hay muchos casos de “baja intensidad” que no ven la luz. “Destaca la existencia de una gran cifra negra, la ausencia de datos relacionados con expresiones violentas no suficientemente reportados”, ha señalado al presentar el informe de recomendaciones elaborado por su Departamento para luchar contra este fenómeno.

Todos los niveles

La violencia verbal y física se detecta tanto en el fútbol profesional como en el de base y el aficionado. En el deporte profesional los problemas tienen que ver con la relación entre este deporte y la política, con la intolerancia, la simbología, la “tibieza” de los clubes al tomar decisiones y su falta de implicación, y con el alcohol. En el deporte base los problemas pasan porque no se llega a identificar la violencia a menor escala y porque las familias, los educadores y los espectadores llegan a “normalizar” situaciones de violencia. También se percibe que se da demasiada importancia a la competitividad, y que se pierde la perspectiva de la función formativa del deporte.

Otras recomendaciones, la aplicación de sanciones “en tiempo y forma” y la puesta en marcha de campañas de sensibilización de las aficiones.

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