"Esa mañana le pedí prestado el coche. He tardado años en perdonarme"
Francisco Javier Tejedor recuerda como su padre Emilio utilizó el transporte militar el día que ETA hizo estallar una bomba a su paso
Santander - Publicado el - Actualizado
2 min lectura
El 6 de febrero de 1992, la banda terrorista ETA hizo estallar un coche bomba cargado con más de 40 kilos de amonal al paso de un vehículo militar en la plaza Cruz Verde de Madrid, a 300 metros del edificio de la Capitanía del Ejército.
En el vehículo viajaban los capitanes Juan Antonio Núñez, Ramón Navia y Emilio Tejedor; el soldado Francisco Carrillo y el funcionario de Correos Antonio Ricote que fallecieron en el acto. La explosión causó además heridas graves a otra docena de personas.
El hijo de Emilio Tejedor vio la noticia en la televisión poco antes de salir de casa y sintió la necesidad de acercarse al lugar del atentado. “En cuanto llegué y un compañero de mi padre me puso la mano en el hombro, supe que mi padre había muerto en el atentado” recuerda Francisco Javier que tenía 23 años cuando ETA asesinó a su padre.
Aquella mañana, Francisco Javier pidió prestado el coche a su padre por lo que el capitán acudió al trabajo en el transporte militar. “Durante muchos años no he podido perdonarme esto. ¿Qué hubiera pasado si mi padre no hubiera viajado aquella mañana en el vehículo militar?” cuenta con amargura.
Emilio vivía en una colonia militar con su familia por lo que sabían lo que era vivir amenazados por la banda terrorista ETA. “Soy de la generación que más ha rezado en este país. Todas las mañanas nos teníamos que arrodillar para mirar debajo del coche y comprobar que no hubiera ninguna bomba” dice Francisco Javier.
La tarde anterior al atentado, Emilio y Francisco Javier compartieron una última velada futbolera disfrutando de un Atlético de Madrid-Athletic de Bilbao. Un partido de Copa del Rey que los colchoneros ganaron.
Francisco Javier y su madre nunca han hablado mucho de lo ocurrido. “Ella por hacerse la fuerte y yo porque ella no tuviera más pena, lo vivimos en silencio”.