"Te hierve la sangre cuando ves tantas viudas por cuyos atentados no se ha manifestado nadie"

Robert Manrique, herido en el atentado de Hipercor, lamenta que la sociedad no haya visto igual a todas las víctimas

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Robert Manrique resultó herido en el atentado de Hipercor

Santiago Ruiz de Azúa

Santander - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Una de las pocas condiciones que Robert Manrique puso para trabajar en Hipercor fue la de hacerlo en horario de mañana. Había tenido un puesto en un mercado de Barcelona y se había acostumbrado a ese horario. La empresa se lo aceptó, pero el 19 de junio de 1987 un compañero le pidió cambiar de turno. “Faltaría más. Además, así igual viene a visitarme el niño” le contestó Robert.

El niño, tuvo fiebre ese día y no pudo acercarse a ver el lugar donde trabajaba su padre. Nunca lo vio. La tarde de aquel 19 de junio, ETA hizo estallar un coche bomba colocado en el parking del hipermercado matando a 21 personas y dejando medio centenar de heridos, entre ellos Robert.

“José María, con quien tengo una gran amistad, piensa que soy su ángel de la guarda” dice Robert.

Atentado de ETA en el hipercor de Barcelona

La reacción de la sociedad catalana al atentado fue multitudinaria. Varios cientos de miles de personas se manifestaron en Barcelona días después. Una reacción que la sociedad en general dice Manrique no ha tenido frente a otros atentados. “Te hierve la sangre cuando ves tantas viudas por cuyos atentados no salió nadie a la calle”.

Manrique se incorporó al trabajo en cuanto pudo, aunque las heridas causadas por la explosión le obligaron a dejar la carnicería y centrarse en ayudar a otras víctimas del terrorismo.

Este trabajo en favor de las víctimas, primero desde la AVT y ahora desde la Unidad de Atención y Valoración a Afectados por Terrorismo, fue lo que provocó que uno de los miembros de ETA autores del atentado, quisiera reunirse con él. Y Manrique aceptó. “Entendí que era un momento importante y otras víctimas de Hipercor me pidieron que lo hiciera” recuerda Robert.

Robert Manrique

La primera vez que vio cara a cara y en la misma habitación a Rafael Caride Simón tuvo la sensación de que si se le acercaba y lo tocaba se encogería.

En aquella reunión, el terrorista, aunque intentó justificar su pertenencia a ETA hablando de la defensa de los trabajadores, reconoció que se había equivocado.

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