TURISMO REGIÓN DE MURCIA

Castillo de Caravaca de la Cruz y la Basílica-Santuario de la Santa

Todo el conjunto fue declarado Monumento Histórico-Artístico de carácter Nacional en 1944.

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Redacción COPE Murcia

Murcia - Publicado el

9 min lectura

El Castillo de Caravaca de la Cruz se encuentra a una altitud de 675 metros. El municipio es cabecera de la Comarca del Noroeste de la Región de Murcia, y se encuentra enclavado a medio camino entre las sierras de Cazorla y Segura (en la zona Este de las cordilleras Béticas) y las depresiones en que se asientan las vegas de la cuenca del río Segura.

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Con una extensión de 859’51 km², es un enclave territorial repartido entre las cuencas de los ríos Argos y Quípar, tributarios del Segura. Se trata de una zona eminentemente montañosa en la que resaltan relieves de cierta consideración (Montadores, Siete Peñones, Cerro Gordo, Gavilán, Mojantes, etc.).

El bello paisaje que configura a estas tierras es fruto de esos contrastes de relieve, así como de un clima mediterráneo de interior, destacando la Huerta, en la Vega del río Argos, conjuntamente con hermosos bosques de pinos y restos de encinar, a los que acompaña un variado matorral de tipo mediterráneo con abundancia de plantas aromáticas como espliego, romero o tomillo.

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2.- El Castillo.

Se levanta sobre una elevada colina desde la que se domina toda la ciudad. Al llegar vemos, en primer lugar, el impresionante recinto amurallado cuyos orígenes islámicos encierran importantes testimonios de la época medieval caravaqueña. Penetrando en el interior de dicho recinto encontramos la Basílica-Santuario de la Sta. Cruz, obra del siglo XVII, con impresionante portada barroca del XVIII, la cual se encuentra incluida dentro del Barroco Internacional.

El aspecto que presenta en la actualidad, con un total de quince torres y un espigón saliente o “canapé”, es consecuencia de una serie de transformaciones a lo largo de los siglos, siendo de singular importancia la que se dio a partir de 1617 con la construcción del nuevo templo de la Stma. Cruz, las que tuvieron lugar con motivo de la Guerra de la Independencia contra los franceses (incorporándose el “canapé” a costa de dos torres) y la última, de la segunda mitad del XX, que eliminó construcciones anteriores.

Su primera edificación, de origen musulmán, puede remontarse a los siglos X u XI constando a finales del XV de un recinto amurallado, de planta elíptica (más o menos similar a la actual), con única puerta mirando al Poniente, que configuraba un “albacar”, “albacara” o plaza de armas (explanada actual). A su vez, dentro de este recinto amurallado había otro, de planta poligonal, con torres, protegido con una antemuralla y un foso. Esta era la edificación señorial principal hasta el tercer cuarto del siglo XV. Este último recinto fue destruido en el siglo XVII al construirse el actual templo de la Vera Cruz y la edificación anexa o casa del capellán.

Actuaciones arqueológicas han puesto al descubierto, en el subsuelo del referido edificio, todo el costado norte de este castillo interior y parte del frente oeste, mostrándose tres torres, además de un paño completo de la llamada Torre Chacona, la de mayor antigüedad de las exhibidas en el recinto mayor, almenada. Todo ello es directamente observable y visitable en la actualidad al realizar el recorrido del museo de la Vera Cruz.

En la explanada actual, en plena Edad Media, está documentada la presencia de dos aljibes, la casa del alcaide y el que pudo ser el templo más antiguo de la Villa: la ermita de Santa María la Real o del Castillo.

Los aljibes medievales se han conservado perfectamente, siendo las construcciones íntegras más antiguas de las atesoradas en la fortaleza y con uso casi hasta nuestros días. Se trata de recintos abovedados de planta rectangular con juegos de pilares, arcos y bóvedas, uno de los cuales, el hoy denominado aljibe norte, se hallaba bajo la ermita de Santa María la Real. Su misión, conjuntamente con un tercero existente en el recinto amurallado interior, era la de acumular agua de lluvia y abastecer a las guarniciones de la fortaleza en situaciones normales y en previsibles asedios.

La casa del alcaide servía de morada al jefe de la guardia y defensa de la fortaleza, representante del Comendador de la Orden de Santiago en la misma. Sobre ella y en su entorno surgieron otras edificaciones que estuvieron habitadas hasta el primer tercio del siglo XX, convirtiéndose después en escuelas públicas que fueron demolidas en la remodelación de los años sesenta, ya referida. La ermita de Santa María la Real o del Castillo parece remontar su origen al periodo de presencia templaría, siendo la primera iglesia parroquial de la villa.

Era un edificio pequeño, según descripciones hechas por la Orden de Santiago en sus “visitaciones” a la fortaleza, de nave única, con muros de argamasa y cubierta de madera. Sucumbió ante las edificaciones, existentes hasta el siglo XX con transformaciones y ampliaciones, que ya hemos referido.

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3. Basílica-Santuario de la Stma. y Vera Cruz.

El templo iniciado en 1617 con planos del carmelita Fray Alberto de la Madre de Dios, arquitecto que trabajó principalmente al servicio del Duque de Lerma, fue finalizado en 1703, fecha en que se inauguró con el traslado del Santísimo; no obstante la obra no se verá concluida en su totalidad hasta bien entrado el siglo XVIII con el acabado de su famosa portada de mármoles rojos y negros.

La planta del templo responde a una perfecta cruz latina, con triforio o tribuna corrida sobre las naves laterales. Éstas abocan al crucero por arcos abocinados de complicada textura que permiten la perfecta visibilidad del presbiterio.

El ábside se divide en dos cuerpos, el bajo es la Capilla Mayor que se encuentra cubierta con una gran venera dorada. En la misma, dos lámparas de plata barrocas, una de las cuales fue regalo del Rey Fernando el Católico en su visita a la Cruz, en el siglo XV. La parte superior, o ático, abierta a la nave central conserva, empotrada en uno de sus muros, la ventana u óculo gótico por donde, según la tradición, apareció la Sta. Cruz.

En el crucero dos capillas. En el lado de la epístola la dedicada a San Lázaro, en la del lado del evangelio retablo barroco con la imagen de la Virgen de las Maravillas.

A las naves laterales se abren dos portadas, una la de San Lázaro, que conduce a la lonja del castillo. La otra al claustro, desde donde se accede a la Torre Chacona, primitiva Torre del Homenaje, Mirador de la Reina, con amplias y hermosas vistas a la huerta, y acceso a las estancias superiores del Santuario; Capilla de la Aparición, Capilla del Conjuratorio, mirador perimetral y Torre, cota superior de la ciudad a 725 metros sobre el nivel del mar.

Todo el conjunto mencionado fue declarado Monumento Histórico-Artístico de carácter Nacional en 1944.

Orígenes históricos del castillo

Los orígenes de esta fortaleza hay que situarlos en época islámica. Entre los siglos XII-XIII, el autor árabe al-Yacut señala la existencia del hisn de Caravaca: un punto fortificado que centralizaba el control de los campos circundantes y la defensa de la población rural y sus ganados y pertenencias. Sin embargo, lo que marcaría su carácter posterior fue el establecimiento, tras la reconquista del reino de Murcia durante la segunda mitad del XIII, de la bailía templaria, en cuya jurisdicción también iban a comprender las localidades y términos de Cehegín y Bullas. Un espacio señorial que, a partir de 1344 quedaría vinculado a la Orden de Santiago.

Actualmente, la fortaleza se encuentra muy transformada, como fruto del devenir de la historia y como consecuencia de su conversión en un importante centro sacro. No obstante, aún posee el carácter bélico que le dan los lienzos de murallas jalonados de torreones cúbicos y algunos de planta redonda.

Todo el conjunto del alcázar-santuario está declarado Bien de Interés Cultural por la Disposición Adicional Segunda de la Ley 16/1985, de 25 de junio del Patrimonio Histórico Español.

Dos líneas de defensa

Desde antiguo, es conocida la composición exterior de la fortaleza por un recinto de muros flanqueados por 14 torres de diferente tamaño, de las cuales tres de ellas tienen planta semicircular y son, probablemente, de construcción posterior a las de planta cuadrada.

Destaca la disposición de la puerta principal, flanqueada por dos torreones, una de ellas la conocida Torre de las Toscas, que estuvo relacionada con la primigenia iglesia de Santa María la Real, y en cuyo frente podemos apreciar un pequeño vano geminado. Es también destacable la existencia de un baluarte, construido a comienzos del siglo XIX, al parecer con motivo de la Guerra de la Independencia.

A través de los informes que los monjes de la Orden de Santiago mandaban a sus superiores acerca del estado de las defensas, sabemos que la fortaleza tuvo dos puertas que, inevitablemente, la relacionaban con su entorno. La principal era la que entroncaba con el camino hacia Lorca y Granada, y el segundo acceso lo constituía otro portón que iniciaba la vía de Cehegín y Calasparra.

Ya dentro de la explanada interior, existe otro recinto, que se situaría en el espacio donde hoy se establecen el templo y el claustro: se trataría del último reducto defensivo, de planta cuadrangular y dotado de seis torres, con salida directa al exterior del espacio amurallado. Su estructura más importante es la Torre del homenaje, la llamada Torre Chacona, que pone en contacto el recinto superior con el inferior, y se convierte en un elemento fortificado de primer orden, con la posibilidad de ejercer su defensa con independencia del conjunto.

Una fortificación musulmana

La escasez de fuentes documentales y arqueológicas no permiten, hasta la fecha, establecer una cronología más o menos precisa que señale la construcción de la fortaleza de Caravaca.

No obstante a finales del siglo XII y comienzos del XIII, el hisn de Caravaca ya estaba plenamente formado, por lo que se puede apuntar el origen islámico del castillo. De hecho, la disposición en planta de todas sus estructuras, revelan la existencia de un plan de fortificación de origen típicamente musulmán, con numerosos paralelos en el resto del reino de Murcia.

En manos de Templarios y Santiaguistas

La conquista castellana del sureste español y el estancamiento de los avances cristianos sobre los musulmanes, convertiría a los campos caravaqueños en un espacio fronterizo, en la vanguardia de Castilla frente a la Granada nazarí. Fue por ello por lo que la Corona hizo donación de estas tierras a la Orden del Temple, que establecería una bailía, la cual englobaba también a Cehegín y Bullas. La fortaleza de Caravaca se convertiría entonces en el puntal defensivo y jurisdiccional de la orden militar en el reino de Murcia.

Sin embargo, en 1312 revertiría a la Corona hasta 1344, año en el que pasó a la Orden de Santiago. Y en manos de sus freires estaría ya hasta las desamortizaciones del siglo XIX. Precisamente, a comienzos de aquel siglo, de nuevo el castillo había tenido su protagonismo, ya que fue preparado para resistir a las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia.

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