La coalición PODEMOS-IU, un fracaso
Publicado el - Actualizado
2 min lectura
La ambición política jugó una mala pasada a Pablo Iglesias, que se propuso como Vicepresidente del Gobierno de Pedro Sánchez tras los comicios de diciembre de 2015. Para muchos, aquello reventó las negociaciones con el PSOE para impulsar el “gobierno del cambio”. En las filas socialistas aquello se interpretó como un intento de Iglesias por destruir al PSOE y ocupar el espacio político de la izquierda.
La relación entre ambas fuerzas se vieron deterioradas, máxime cuando semanas más tarde Pedro Sánchez alcanzó un pacto de Legislatura con Ciudadanos, que Podemos consideró una traición. A ello se sumaba la imposibilidad de Rajoy de conformar una mayoría estable para continuar en La Moncloa. La repetición de las elecciones estaba servida.
De cara a los comicios de junio de 2016, Iglesias tenía claro que para asaltar los cielos necesitaba fusionarse con IU para capitalizar todo el voto de la izquierda. Tras el acuerdo llegado con su líder, Alberto Garzón, la marca con la que ambos partidos concurrirían juntos a las elecciones se llamaría Unidos Podemos. Decisión que no saldría gratis a Garzón, que veía como sus siglas no estaban incluidas en la marca. Dirigentes históricos como Julio Anguita apoyaron la alianza, que luego refrendaron los militantes de ambas formaciones tras la consulta que formularon a las bases, pese a que destacados miembros de la formación morada, como su número dos, Íñigo Errejón, mostraba sus dudas sobre la efectividad de la operación.
Errejón tenía razón. La alianza fracasó. Quedó muy lejos del PP y del sorpasso al PSOE: 71 escaños. La alianza con IU le reportó tan solo dos escaños más que en los comicios de 2015, y una pérdida de más de un millón de votos. La alianza dio lugar a mensajes contradictorios y de difícil encaje durante la campaña. Pese a mantener la oferta de diálogo al PSOE, la formación de un Gobierno se antojaba casi imposible: “Esperábamos unos resultados diferentes. Es el momento de reflexionar”, afirmaba aquella noche Pablo Iglesias.
Una noche que también se le atragantó a Garzón, que tras el cierre de los colegios electorales, cuando los sondeos a pie de urna consumaban el sorpasso, tendió la mano al PSOE para negociar un Gobierno de izquierdas en España, aunque con Unidos Podemos como guía de esas negociaciones.