Publicado el - Actualizado
3 min lectura
Hace años un amigo me confesó su inquietud y desasosiego tras haber leído La peste de Albert Camus, y es muy probable que a partir de entonces no gustara de leer autores existencialistas. Mi amigo acudió “desarmado”, como algunos lectores de buena fe, ante una compleja obra literaria, pero habría tenido una impresión distinta si hubiera leído previamente Literatura francesa del siglo XX de Alfonso López Quintás, editado por Rialp, y en el que, a través del estudio de algunas destacadas obras de la literatura del país vecino, nos proporciona una muy lograda síntesis entre la ética y una serie de obras literarias contemporáneas.
López Quintás es un filósofo que siempre ha apostado por la capacidad creativa del ser humano. Sin embargo, hay quien podría objetar que dicha capacidad ha disminuido, o ha llegado a perderse, en un mundo heredero de esa filosofía del absurdo, con toda su carga de nihilismo, que desde mediados del siglo pasado ha influido decisivamente en nuestra sociedad occidental. A esa sociedad le falta a menudo l’ esprit de finesse, en expresión de Pascal, y que supone una formación humanística y filosófica en el lector. No cabe duda de que ese espíritu lo posee ampliamente este gran filósofo español, autor de un libro que es una invitación al encuentro con grandes obras literarias en busca de su auténtico significado, por mucho que algunas modas de pensamiento pretendan reducir la literatura a una mera estructura formal independizada de su autor y de su contexto histórico.
Algunos escritores tratados en el libro no representan una dificultad sino una oportunidad. Sin ir más lejos, La náusea de Sartre no se agota en la angustia de la desfiguración de la realidad. Pese a las apariencias, el escritor francés es ambiguo. ¿Qué es lo positivo de este relato que podría llevar a algunos lectores a abandonar toda esperanza? Por ejemplo, la capacidad de la música para ponernos en contacto con las realidades más profundas. ¿Y qué decir de Antoine de Saint Exupéry, del que López Quintás analiza Tierra de hombres y El principito? La gran aportación del escritor piloto, de aquel hombre de continua búsqueda, pese a los condicionantes de una formación influida por el relativismo y el positivismo, es mostrarnos el valor decisivo de la convivencia, porque solo existe un lujo verdadero: el de las relaciones humanas.
Albert Camus está presente en El extranjero y Calígula. La primera de estas obras debería de leerse como una crítica del absurdo que invade a muchos contemporáneos, una llamada a que abandonar una vida empastada en el predominio del presente y con un interior vacío. La segunda es una crónica de la entrega de un gobernante al vértigo del poder absoluto hasta el extremo de forjar su propia destrucción. Por último, supone un gran acierto situar Esperando a Godot a modo de epílogo de un libro útil para profesores, psicólogos y estudiantes universitarios. López Quintás quiere prevenirnos contra la estática del individuo en eterna espera, en la que la falta de voluntad y de poder creadores lleva a un inacabable estado de vigilia y somnolencia vitales. Es el tragicismo de la falta de acción, en el que el aluvión de frases no encierra un auténtico diálogo. Resulta evidente la vigencia de esta obra teatral porque el absurdo nace precisamente de una gran carencia de nuestra sociedad: no tener ojos para el otro.
Antonio R. Rubio Plo