El pulso de Sánchez por las urnas el 14-F agrieta la entente con ERC

Las maniobras cayeron en saco roto. El malestar es enorme. Las heridas quedan abiertas

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Ricardo Rodríguez

Publicado el - Actualizado

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La confianza reinante hace apenas una semana en el Palacio de La Moncloa se ha tornado en hondo malestar. Era la temperatura ambiental en el entorno de Pedro Sánchez de las últimas horas y por el camino el aplazamiento de las elecciones catalanas al 30 de mayo resquebraja la relación con ERC. El tira y afloja con los separatistas ha sido una constante esta última semana.

Ya el pasado lunes empezaron a verse solos en seno del Ejecutivo ante los independentistas alejándose de la idea de mantener en rojo en el calendario electoral el 14 de febrero. “Estamos nerviosos con ERC”, trasladaban colaboradores de Sánchez. Desde el núcleo duro del Gobierno empezaron entonces a maniobrar para atraerse de nuevo a sus tesis al considerado socio de Legislatura. No hubo manera y se acabó errando el tiro con el titular de Justicia, Juan Carlos Campo, imputando a la Generalidad de Cataluña la suspensión de la Democracia.

“Tenemos que establecer mucha cautela. Ante una falta de previsión legal suspender la Democracia. Puede traer muchas consecuencias”, avisó en una entrevista en TVE el ministro. Su acusación casó mal con la propuesta de última hora del PSC de un retraso de las urnas al 14 o el 21 de marzo bajo el argumento de evitar “una eventual cuarta ola” tras la Semana Santa. Fue a todas luces una tentativa desesperada del partido cuyo candidato Salvador Illa es vendido en su página web como responsable de “un año de muy buena gestión en Sanidad”.

Y así, cercanos al Presidente han terminado admitiendo, ya abiertamente, que la demora hasta el último domingo de mayo “nos complica el escenario”. Tal y como ha venido relatando ya la Cadena COPE, el Gobierno tendrá complicado mantener su resistencia a tirar de medidas más duras contra la pandemia que sólo pueden desgastar a Illa. Porque el desasosiego ante la evolución del virus es constante en La Moncloa y prueba de ello es que Sánchez ha vuelto a presidir desde hace unas semanas las reuniones del comité técnico. En sus manos queda tomar decisiones. Está por ver si llega más pronto que tarde un nuevo decreto que sustituya al actual estado de alarma con la modificación, al menos, de los tramos horarios para los toques de queda.

Pero el aplazamiento rompe incluso la estrategia socialista de cara a los comicios de jugar con la expectativa con los indultos de los líderes secesionistas presos por el 1-O. Mayo entra en los tiempos barajados para una resolución del Consejo de Ministros a favor o en contra de la medida de gracia. Tan simple como eso. El plan previsto saltaba por los aires hecho añicos, por unos factores no calculados o, como poco, orillados, y que han convertido una operación aparentemente triunfadora en un enorme patinazo del que Sánchez tiene difícil salir indemne. Y más aún Salvador Illa.

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