Sánchez encaja el golpe de Marruecos y ordena el cierre de filas
El Gobierno aspira a recomponer pronto las relaciones con el Reino alauí
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El Gobierno ha escenificado un apresurado cierre de filas a todos los niveles tras las grietas entre los departamentos del Interior y de Exteriores ante las consecuencias por haber acogido al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali. La consigna emitida ha sido meridianamente clara: Aparcar disensiones internas, entendiendo y asumiendo que la peor ocasión es precisamente ahora, cuando se está afrontando un desafío con Marruecos que les ha llegado a poner en jaque.
Dicho y hecho. Hasta en privado distintos ministros han centrado sus esfuerzos y energías en exponer el estallido de la crisis como una “circunstancia extraordinaria” y, por lo tanto, “difícil de prever”. Y ello a pesar de desoír en estas últimas semanas diversos avisos alauís ante la presencia en España de Ghali, considerado un terrorista por el régimen de Marruecos. Finalmente, Arancha González Laya ha dejado atrás su empeño en negar las evidencias y ha llegado a admitir que su hospitalización en nuestro país ha sido el detonante del “desafío”.
La crisis bilateral, parece asumido, corre el riesgo de alargarse en el tiempo. El guion, en todo caso, ha pasado por divisar “una vuelta a la normalidad”, al menos respecto a la entrada de ilegales, tras percibir que Marruecos “ha bajado el diapasón”. Quedan en el Ejecutivo atentos a la evolución de los acontecimientos en las fronteras, “48 horas de observación”, a decir de cercanos a Pedro Sánchez, sin dejar por ello de emitir la confianza en “recomponer” pronto las relaciones con el vecino del sur, un “amigo para España”, según repiten fuentes oficiales.
Así, suma y sigue el deseo añadido del regreso de su embajadora, definida como una “muy buena” diplomática, que fue llamada este martes a consultas por su Gabinete. Antes de dejar Madrid, incluso de verse con González Laya, Karima Benyaich insistió en que “hay actos que tienen consecuencias y se tienen que asumir”. Para entonces, el propio Sánchez ya se había dado por enterado, forzado a cancelar su agenda y a pisar las ciudades autónomas.
Todavía digiriendo los abucheos, insultos y golpes a su coche oficial a su paso por Ceuta, Sánchez ha evidenciado este miércoles en la sesión de control al Gobierno en las Cortes su necesidad de salir del cerco. Pertrechado con el respaldo de la Unión Europea ante la agresión a la frontera española y por extensión comunitaria, el Presidente ha reaparecido a la defensiva llegando a atribuir al líder del PP, Pablo Casado, el uso de la crisis para intentar derribarle...
Los nervios, tras ir el Gobierno de fatalidad en fatalidad, flotaban en el ambiente.