Gabilondo, en ‘Diálogos’: “Tenemos un orden de valores equivocado, no podemos perseguir sombras toda la vida"

Iñaki Gabilondo y Gregorio Marañón inauguran los 'Diálogos' navideños de COPE

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Gabilondo, en ‘Diálogos’: “Tenemos un orden de valores equivocado, no podemos perseguir sombras toda la vida"

Pilar Abad

Publicado el - Actualizado

10 min lectura

Por Navidad, vuelven los ‘Diálogos’ a COPE, sí como el turrón y como quien vuelve a casa después de un tiempo sin estar con la familia, aunque en estos momentos que vivimos resulta complicado. Unas fechas en las que cerramos la temporada de ‘Diálogos’ compartiendo junto a vosotros este café sonoro para conocer en profundidad a nuestros invitados.

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Iñaki Gabilondo y Gregorio Marañón inauguran los 'Diálogos' navideños de COPE

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Gregorio Marañón e Iñaki Gabilondo inauguran los ‘Diálogos’ navideños en COPE

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Inauguramos los ‘Diálogos’ navideños con Iñaki Gabilondo y Gregorio Marañón, con tan solo leer sus nombres no hace falta presentación alguna. Pero antes de iniciar este viaje al que nos invitan, sepamos qué es lo que piensan el uno del otro, cómo se definen estos dos grandes amigos.

GREGORIO MARAÑÓN, SOBRE IÑAKI GABILONDO: “Es un ejemplo en todos los ámbitos”

Estas son las palabras que dirige Gregorio a Iñaki, este es Iñaki para Gregorio: “Para mí, Iñaki es un ejemplo, un ejemplo en todos los ámbitos por este orden: una extraordinaria persona, un una persona de una inteligencia profundísima y luego un magnífico profesional que es y ha sido el primero en lo suyo”.

IÑAKI GABILONDO, SOBRE GREGORIO MARAÑÓN: “Es un gran conciliador”

Y así define Iñaki Gabilondo a Gregorio Marañón: “Es un gran conciliador, tiene la voluntad de crear puentes, es todo lo contrario de los dinamiteros que tanto abundan, es vocacionalmente un punto de encuentro y tendría casi que ser una plaza y se llamaría la Plaza de la Concordia”.

Y ahora sí es el momento de poner rumbo a este viaje, acomodarnos, y vislumbrar el paisaje que con sus palabras Iñaki Gabilondo y Gregorio Marañón nos describen desde su particular atalaya “cerca ya del octavo piso” como dice Gabilondo, una vez que los dos protagonistas están a punto de alcanzar los 80 años.

Porque en esta conversación conocemos que ambos nacieron el mismo mes y el mismo año, octubre del 42, y que Iñaki se ‘jacta’ en ser el mayor, eso sí tan solo 6 días de diferencia con Marañón que nació el 25 e Iñaki el 19.

Y una vez que los dos se encuentran en lo alto, y cuando la sabiduría es más que un grado y la profesionalidad es el legado que nos siguen dejando, es cuando echan la vista atrás para el recuerdo, para echar la vista atrás y rememorar lo vivido. Aunque como bien recuerda Marañón “todavía estamos en una de las décadas de mayor plenitud, como es la de los 70”. Y que conste que no lo dice por decir, que hace referencia a uno estudio de una de las revistas más relevantes del mundo científico médico norteamericano.

Aquí es cuando Gregorio hace alusión a una de las frases del filósofo español Emilio Lledó, “sin pasado, no hay historia”. A lo que Iñaki replica con una de las frases del director cine sueco Ingmar Bergman, “envejecer es como subir un monte, cada paso te resulta más duro, más fatigado y sin embargo cada vez ves con más claridad el paisaje”.

LOS FACTORES CLAVES DE LA VIDA

Continúan con su charla Gabilondo y Marañón recordando el primero una de las frases del abuelo del segundo, don Gregorio Marañón: “Más importante que la inteligencia es la bondad”, resaltando la bondad como uno de los factores claves y esenciales en nuestra vida y que a ellos les ha sido inculcada desde pequeños.

Pero ¿qué más nos hace falta para sostenernos a lo largo de nuestros días? Y eso es lo que se pregunta Gabilondo, quien afirma que “ha sido la voluntad”, a lo que Marañón también añade el “entusiasmo”. Y es en este momento cunado los dos regresan a la infancia y recuerdan algunos de los consejos de sus padres, como es el caso de Gabilondo cuyo padre siempre les decía “lo importante es hacer las cosas bien. Las cosas solo se pueden hacer bien o mal, no me importa que seas barrendero pero que seas un buen barrendero”; quizás ahí radique la clave de su éxito porque para él ha sido muy necesario “cumplir esa especie de mandato familiar”.

Tenemos bondad, voluntad y ¿qué pasa con el amor? “Creo que no concedemos una extraordinaria importancia en nuestra vida al factor estabilizador que es” confiesa un Gabilondo que asegura ser “muy feliz en el amor” y que Marañón subraya con creces anotando que “el amor es el otro gran vector de mi existencia. Me siento en todo momento realizado con mi mujer, teniéndola como una fuente de inspiración y, de alguna manera considerando, que su criterio me acompaña. Esa cercanía, esa solidaridad, esa plenitud, para mí es junto a esa voluntad, el gran motor de mi vida”, añade el presidente del Teatro Real.

FE Y RELIGIÓN

Se confiesa Gabilondo agnóstico pero asombrado por esa fe que Marañón tiene. Una fe de la que Gregorio tardó en encontrar el verdadero sentido llegando a estudiar “2-3 años de formación teológica para convertir esa fe que recibió desde niños en un sustento teológico muy serio y que personas como Gómez Caffarena y Olegario Cardenal pudieron ayudarme enseñádome el camino de esa fe”.

EL CONCILIADOR DEL TEATRO REAL

Admira Iñaki Gabilondo la capacidad conciliadora de Gregorio Marañón siempre, pero más al frete del Teatro Real “que ha sido siempre donde habitan tres administraciones: la Administración Central del Estado, la comunidad autónoma y el Ayuntamiento de Madrid que han sido habitualmente un ring, ha sido un escenario todas las peleas posibles; y tú, apareces y resulta que se pacífica el territorio, empezamos una época esplendorosa y todas las autoridades de distintas fuerzas políticas te piden que sigas, te insisten en que sigas”. “Tú tienes un arte especial para la conciliación”, le espeta Gabilondo a Marañón que simplemente destaca que “hemos pasado de la irrelevancia a un proyecto muy relevante. Desde 2008 hemos intentado mantener una estabilidad en el equipo, una gestión profesional, hemos introducido la posibilidad de que la sociedad civil colabores en una fundación pública y en ese viaje se han producido los encuentros entre los empresarios y las Administraciones Públicas y en una década larga no ha habido nunca un desencuentro que no hayamos sido capaces de resolver”.

ESTA ESPAÑA NUESTRA

Llegados a mitad de viaje es momento para reflexionar sobre nuestro país, nuestra España “un país muy extraño, muy maravilloso y muy difícil y tiene un currículum peligroso, del que la gente parece que no se da cuenta de ese currículum ni de los valores que tiene”, destaca Gabilondo que asegura que le da “un poco de miedo”. Un miedo que comparte y que según Marañón lo necesario e importante es recordar “de dónde venimos y dónde estamos y que no hay futuro sin memoria, si perdemos la memoria de lo que ha sido la historia de España, si vivimos o pretendemos construir un futro sin esa memoria, no habrá futuro”.

Y por eso, señala Iñaki que “llevamos encadenando un montón de conflictos civiles y parece como que la sociedad no se acordara del peligro que tiene determinado tipo de enconamiento, que llegado a un punto determinado se escapan y hay que tener cuidado”. Sin embargo, Gregorio destaca como referencia “la forma de integración en Europa’, las consecuencias que ha tenido para España esta variable de la que sin duda, “yo tendría verdadero miedo de la situación actual si no estuviéramos integrados en Europa en todos los sentidos, tenemos una referencia y nos permite tener algo más de tranquilidad”, asegura el director del Teatro Real quien insiste en que “el mayor peligro es olvidarnos, de verdad, de dónde venimos”.

LA IMPORTANCIA DE LA VIDA

“Creo que tenemos un orden de valores equivocado, completamente equivocado”, confiesa Iñaki sobre la perspectiva que tenemos de la vida y considera que “la vida sería completamente diferente si las cosas que de verdad nos parecen de verdad, las más importantes jugaran un papel más importante del que juegan. No podemos estar persiguiendo sombras toda la vida como estamos persiguiendo”.

ASÍ SON IÑAKI GABILONDO Y GREGORIO MARAÑÓN

Iñaki tuvo la suerte de tener un profesor en la Universidad de Navarra que le abrió el mundo de los libros. Le hacía leer uno y defenderlo en voz alta. También le dio clase Comellas. Y Comellas le cambió la visión de la Historia cuando dijo: “El día que mataron a Prim hacía mucho frío en Madrid.” Gracias a esa frase Iñaki descubrió que el 27 de diciembre de 1870 había sido un día de verdad. Que la gente paseaba por la calle de verdad.

Iñaki lleva medio siglo ejerciendo el periodismo. Contando lo que les pasa a las personas. A este donostiarra, de la vanidad le protegen sus raíces familiares. Los mercados le traen a la memoria la carnicería que regentaban sus padres en uno de San Sebastián. Sus aitas no eran mucho de hablar pero les inculcaron a los 9 hermanos la obligación de comportarse siempre con decencia, de no odiar nunca y de esforzarse. El espíritu del trabajo bien hecho. Y en ese terreno se ha movido siempre el mayor de esos 9 hermanos.

Este vasco de elegancia en el decir, usuario de palabras sencillas, entendibles y claras, tiene cuatro pasiones: la lectura, la música, el mar y la radio. En este último caso, desde que cuando era niño, camino del colegio, pasaba por delante de la puerta de Radio San Sebastián y la miraba como su Disneylandia ideal.

Salir a estudiar a Navarra supuso un hito en su casa. Ha sido director de varias emisoras de radio, responsable de informativos en la Cadena SER y en TVE. Hasta que un día decidió cambiar las reuniones en los despachos por la antena. Por esa luz roja que se encendía cada día en el estudio para despertar a varias generaciones de españoles. Desde la radio o la televisión ha asistido a acontecimientos históricos como el proceso de Burgos, la muerte de Franco, el inicio de la democracia, el 23-F o los atentados del 11M.

Durante muchos años llegó puntual a su cita con los oyentes y cuando quedas con él, sigue cumpliendo con esa puntualidad británica. Heredó de su madre los ojos. Se reconoce tímido y quienes le rodean le definen como un tipo risueño con un sentido del humor brillante.

El filósofo francés Henri Bergson decía que el sentido común era la facultad para orientarse en la vida. Para Iñaki, la credibilidad es honradez más tiempo. Mirar al pasado para pedir explicaciones dice es inútil y por eso, prefiere interesarse por lo que sucederá dentro de 25 años. En un mundo que va muy rápido, él nos recuerda la necesidad de instalarnos en las preguntas.

A Gregorio le hicieron una cuando tenía 19 años: ¿cómo te ves en el futuro? Y él sin dudarlo contestó que deseaba formar parte de una generación que dejase huella”. Y aquel niño que jugaba en el salón en el que el Conde de Romanones y Niceto Alcalá Zamora acordaron el exilio de Alfonso XIII y la proclamación de la República, lo ha conseguido. Gregorio pudo ostentar un alto cargo con Adolfo Suárez pero también con el PP y el PSOE y sin embargo, a todos les dijo lo mismo: no.

Es un hombre discreto y nunca se ha cobijado bajo la sombra de su abuelo médico aunque su figura sea su mejor ejemplo. Ese abuelo que le llevaba a misa, al cine, a los toros o al que yendo del Cigarral al casco histórico de Toledo, los vecinos de un barrio humilde le pedían que visitara a algún enfermo.

Cuando habla, Gregorio mide las palabras. Este marqués compagina varios cargos. Y probablemente una de las facetas más relevantes tiene que ver con la música ya que preside el Teatro Real. Quienes le rodean ponen en valor su gran capacidad de trabajo. Para él, cada minuto sí que tiene 60 segundos. Y esa capacidad de trabajo le ha ayudado a conseguir logros importantes. Por ejemplo, cuando en plena crisis, en 2008, asumió la presidencia del teatro.

La música le hace disfrutar, pensar, sentir. Gregorio se dice liberal y de centro. Desde que con 17 años leyó ‘El segundo sexo’ siempre ha sido partidario de la igualdad entre hombres y mujeres.

Tanto él como Iñaki ostentan multitud de premios y doctorados honoris causa pero quizás el reconocimiento más importante es invisible: el de la unanimidad en el afecto. Hoy Iñaki y Gregorio miran juntos a esa vida que les ha dado tanto.

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