Behnan Hindo, el obispo que plantó cara al Daesh y ha sido un testigo de los sufrimientos del pueblo sirio
En 2019 renunció como arzobispo debido a su estado de salud, aunque nunca dejó de hacer oír su voz en defensa de los cristianos. Acaba de fallecer a los 80 años en París
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Permaneció con su pueblo incluso cuando el Daesh estaba a las puertas de su ciudad, Hassaké, en el noreste de Siria, y pidió a sus sacerdotes que no huyeran. Jacques Behnan Hindo fue nombrado arzobispo siro-católico de Hassakè-Nisibi en 1996. Su ministerio estuvo siempre guiado por la defensa de la libertad del pueblo que se le había confiado, en medio de un auténtico avispero. Su diócesis está enclavada en una zona controlada por los kurdos, que el gobierno de Damasco nunca ha reconocido. Como obispo, luchó primero contra los abusos de las autoridades kurdas, que clausuraron algunas escuelas cristianas porque supuestamente no habían cumplido con el plan de estudios. En esa oportunidad Mons. Hindo acusó a la administración local de impedir la enseñanza en el idioma de la Iglesia, el siríaco antiguo, y de orientar la enseñanza de la historia según criterios poco ecuánimes.
El padre Amer Kassar recuerda en Asia News que era un verdadero hombre de Dios, y como tal desempeñó el papel de mediador entre árabes y kurdos, entre musulmanes y cristianos, permaneciendo siempre en Hassaké, que no abandonó ni siquiera cuando el Daesh estaba a las puertas, a pesar de estar amenazado por los yihadistas.
Además, promovió numerosos proyectos de desarrollo para la región, favoreciendo siempre el encuentro y el diálogo. Entre las iniciativas que puso en marcha, el sacerdote menciona con especial cariño los proyectos de vivienda para jóvenes, para frenar la disminución de la población en las zonas cristianas, uno de los aspectos más dolorosos de estos años de guerra. También el impulso que dio a Caritas y su compromiso con las escuelas, que consideraba esenciales para el futuro de su comunidad. Cuando viajaba al exterior y se reunía con políticos, siempre alzaba la voz pidiendo justicia para el pueblo sirio, martirizado por la guerra.
En 2019 renunció como arzobispo debido a su estado de salud, aunque nunca dejó de hacer oír su voz en defensa de los cristianos y la población siria. Acaba de fallecer a los 80 años en París, donde se encontraba para recibir tratamiento médico.