El camino de acercamiento a la Iglesia católica de una prestigiosa violinista

Fiona ha puesto su vocación musical al servicio de la fe.

El camino de acercamiento a la Iglesia católica de una prestigiosa violinista

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Fiona Hughes creció en una familia protestante en el norte de Nuevo México. Desde su infancia se sintió atraída por la Virgen de Guadalupe, pero en su entorno le decían que era idolatría. Desde muy pronto quiso dedicarse a la música y estudió en los conservatorios de Cleveland y Oberlin, donde se dedicó a la interpretación barroca. Con 12 años se mudó con su familia al centro de Virginia, y desde entonces sus padres la animaron a “seguir a Dios dondequiera que Él le llevase”. Eso le condujo a una iglesia anglicana en la que estuvo diez años y allí aprendió a amar la profundidad de las tradiciones litúrgicas.

Como violinista especializada en interpretación histórica, estaba cada vez más rodeada de música sacra y de los grandes compositores y sacerdotes que la escribieron, eso le sirvió para fortalecer su fe para acercarse progresivamente a la Iglesia católica. Después comenzó a leer a San John Henry Newman, que fue fundamental en su decisión de entrar en la Iglesia católica, y se encontró rezando su primer rosario, “con miedo y temblando”. Finalmente, Fiona recibió los sacramentos de iniciación durante la vigilia pascual de 2017.

A través de la agrupación Three Notch'd Road, dedica gran parte de su trabajo a conectar a los oyentes con la cultura del pasado, con las ideas, emociones y valores presentados en la música, ya que “desde una perspectiva cristiana, lo que escuchamos puede influir en nuestra alma y en la adoración de Dios”. Afirma que estamos asistiendo a un silencioso e inesperado “renacimiento musical católico” que, paradójicamente, la pandemia ha potenciado. Destaca que “hay amantes de la música que, aun no siendo católicos, ven las transmisiones de la misa en directo, participando de la belleza de la liturgia por ser el único centro de representaciones musicales en las ciudades”.

Para Fiona Hughes, “Occidente concede una importancia excesiva a la salud física, en el sentido de que las cosas que pertenecen al cuerpo son esenciales, pero las que pertenecen al alma no tienen esta consideración”. Por eso lo musical acaba siendo un simple entretenimiento, cuando según su propia experiencia la música ha demostrado ser una fuente de esperanza, algo "espiritualmente esencial”.

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