Carta de la Familia Agustina Recoleta ante la pandemia: "Es tiempo para la solidaridad"

El padre Miguel Ángel Hernández desgrana en El Espejo el contenido de la carta que quiere ser un mensaje de unidad y esperanza

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Carta de la Familia Agustina Recoleta ante la pandemia: "Es tiempo para la solidaridad"

Redacción Religión

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La familia Agustina Recoleta ha firmado una carta en estos momentos de crisis en el mundo entero. Unas palabras que evidencia el impacto del COVID 19 en la misión evangelizadora y la necesidad de la caridad para contrarrestar el drama que deja a su paso. El padre Miguel Ángel Hernández es agustino recoleto y prior de la provincia de Santo Tomás de Villanueva, formando parte de esas nueve ramas que conforman los Agustinos Recoletos "con los frailes -que somos nosotros-, las monjas de clausura -que están en España y Méjico- y las misioneras agustinas recoletas".

La carta quiere ser "un mensaje de unidad en estos tiempos en los que nos se puede entender que en momentos difíciles donde todos deberíamos estar remando a una, veamos los escándalos de falta de unidad y entendimiento. No nos podemos permitir en estos momentos estar divididos. El mundo nos necesita y no entiende de colores políticos". Por otro lado, el padre hernández afirma en El Espejo que se pretende "transmitir un mensaje de esperanza. Dios sigue con nosotros, y nosotros queremos ser esperanza y testimonio entre los que más lo necesitan. Tenemos la responsabilidad de tocar las heridas con misericordia e ir levantando a todos los caídos que esta crisis se va a llevar por delante".

Queremos ser esperanza y testimonio entre los que más lo necesitan

"San Agustín solía decir que la misericordia se adelanta, y nosotros tenemos que adelantarnos también. No es tiempo para la indiferencia, es tiempo para la solidaridad, para la misericordia y para la caridad creativa", explica el fraile agustino recoleto. "Nos tenemos que reinventar, no sé cómo lo vamos a hacer, pero tenemos que estar ahí y encarar la realidad de frente. Una realidad que va a traer mucho dolor y nosotros tenemos que estar ahí como el buen samaritano, para acompañar, enjugar el dolor y si es posible sacarles de esa situación".

Además, esta situación de crisis y confinamiento "nos ha hecho convivir mucho, hemos aprendido a conocernos más, a querernos, a respetarnos y a entendernos. También hemos reforzado los momentos de oración. Otras veces están más mermados por la causa ministerial, los colegios, las parroquias... Y por supuesto entendemos que no podemos dejar de lado a nuestros alumnos en el colegio, los fieles de las parroquias, la gente que convive día a día con nosotros. Nos hemos reinventado para llegar a ellos".

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