EN 'EL ESPEJO'

Francisco Javier, 30 años como misionero "todoterreno" en Asia

Cuando nació, su madre pidió a Dios que  su hijo fuese misionero en Asia. Francisco Javier ha estado en Mongolia, China, Japón y está pensando...en Siberia

Francisco Javier se levanta a las 5:30 de la mañana para celebrar Misa

José Luis Restán

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Comenzamos el año con la historia de un misionero español curtido en varios países de Asia, que ahora se encuentra en Mongolia.

Francisco Javier Olivera pertenece al Camino Neocatecumenal. Al nacer, su madre le ofreció al Señor para que fuese misionero en Asia, algo que se ha cumplido plenamente. Cuando tenía 19 años ingresó en el seminario Redemptoris Mater de Takamatsu, en Japón, donde fue ordenado sacerdote.

Permaneció 16 años en ese país y después fue enviado a China, donde pasó otros ocho años en distintos lugares, y desde hace cuatro años está en Mongolia en una missio ad gentes del Camino Neocatecumenal junto a tres familias, una de ellas española y otras dos coreanas. En una entrevista al portal Religion en Libertad, Francisco Javier reconoce la dureza de la misión en Mongolia, donde la Iglesia está presente desde hace sólo 26 años. Son unos 1.300 católicos en total, distribuidos en 9 parroquias y otros centros de misión. La Iglesia sostiene residencias de ancianos, escuelas, orfanatos y una clínica.

Su misión consiste esencialmente en testimoniar el amor de Dios invitando a casa a las personas que, poco a poco, van conociendo a través de las escuelas, de sus propios trabajos y de las parroquias. También ayudan en la catedral llevando la catequesis por encargo del obispo.

La jornada de Francisco Javier empieza bien temprano. A las 5:30 sale de casa para celebrar la Eucaristía en los diversos conventos que hay en Ulan Bator, la capital y en Zunmod a 50 kilómetros. Después estudia mongol y da clases de japonés en una empresa, porque aunque su comunidad le ayuda económicamente, procura no ser un peso. Reconoce que algunos consideran que esta clase de vida es una locura, pero él la quiere para sí cada vez más, dejando abierta la posibilidad de que Dios proponga nuevas cosas. Por ejemplo, la comunidad ha empezado a visitar la diócesis de San José de Irtkusk en Siberia, que es inmensa, y con otra lengua.

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