La gran fiesta de la comunidad filipina en Roma celebrando su evangelización
Se cumplen 500 aos de la evangelización del archipiélago y el Papa Francisco no se lo ha querido perder
Madrid - Publicado el - Actualizado
2 min lectura
La celebración tuvo lugar en torno al altar de la confesión, en la Basílica de San Pedro. Durante la procesión de inicio un joven y una mujer llevaron la cruz de Magallanes, con la cual se celebró en 1521 la primera misa de Pascua en la isla Leyte del Sur, y la imagen del Santo Niño, cuya devoción congrega a millones de fieles en el archipiélago. Detrás de ellos, seis jóvenes con vestidos blancos y dorados bailaron en procesión agitando un pañuelo blanco. Los fieles que asistieron, en su mayoría filipinos asentados en Roma, acompañaron la procesión cantando y agitando también sus pañuelos.
El Papa se refirió al momento, hace 500 años, en que los filipinos recibieron por primera vez la alegría del Evangelio, y afirmó que esa alegría se ve hoy en el pueblo filipino, en sus ojos, en sus rostros, en sus cantos y en sus oraciones. Francisco les agradeció especialmente la alegría con la que difunden su fe, y se refirió a muchas experiencias hermosas en familias romanas, y lo mismo ocurre en todo el mundo, donde su presencia discreta y laboriosa también se ha convertido en un testimonio de fe. Con el estilo de María y José, Dios ama llevar la alegría de la fe a través del servicio humilde y oculto, valiente y perseverante.
Por eso el Papa animó a al pueblo filipino a proseguir la obra de la evangelización, que no es proselitismo. Y le recordó que “Dios envía a la Iglesia no para juzgar, sino para acoger; no para imponer sino para sembrar; no para condenar sino para llevar a Cristo, que es la salvación”.
Junto al Papa concelebró el cardenal Luis Antonio Tagle, anterior arzobispo de Manila y actual Prefecto para la Evangelización de los Pueblos. El cardenal agradeció a Francisco que haya presidido la celebración y le dijo que los presentes en la basílica le traían el amor filial de los filipinos de las 7641 islas de su país, además de recordar que hay más de diez millones de inmigrantes filipinos que viven en casi cien países de todo el mundo, y que todos ellos estaban unidos al Papa esa mañana.
El cardenal Tagle trazó una breve síntesis de la historia de la evangelización en su país, que ha llevado a la iglesia de Filipinas a ser la tercera más grande del mundo por número de fieles, y añadió que “por el misterioso designio de Dios, el don de la fe que se nos ha dado ahora es compartido por millones de inmigrantes filipinos en diferentes partes del mundo, y a través de ellos la belleza de la Iglesia, y la justicia, la misericordia y la alegría de Dios, llegan hasta los confines de la tierra”. Al final de la celebración, durante la antífona mariana, dos niños con trajes festivos se acercaron a la imagen de María junto con el Papa y depositaron cestas de flores.