Cardenal Fernando Sebastián en 'El Espejo'

"Hay personas atrapadas que merecen el reconocimiento y perdón de la Iglesia"

Cardenal Fernando Sebastián. Foto CEE

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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"Atrapadas en una situación pecaminosa", por ejemplo, tras un divorcio y se merecen el perdón. Es lo que quiere decir el Papa en su exhortación apostólica 'Amoris laetitia' y que explica Mons. Sebastián en un libro.

Bajo este título: "Diez cosas que el Papa Francisco quiere que sepas sobre la familia".

¿Le sorprenden algunas reacciones que están fermentando con el contenido de 'Amoris laetitia' sobre la familia?  "Me sorprende relativamente, porque estas reacciones enrabietadas las hemos visto siempre en la vida de la Iglesia, me recuerda a los primeros años del posconcilio. Ahora pasa lo mismo, hay un cambio de perspectiva, de sensibilidad y algunas personas no entienden que el Magisterio de la Iglesia es vivo y que trata de responder a las circunstancias cambiantes de la vida" responde el Cardenal Fernando Sebastián a la primera pregunta de José Luis Restán en 'El Espejo' de este miércoles.

Añade el prelado que "es una pena que, a veces, toda la atención se centre en el famoso capítulo octavo que es casi un apéndice porque el centro de la exhortación es la exposición renovada, positiva, vigorosa, con un lenguaje amable y atrayente de la riqueza espiritual del matrimonio cristiano y la  principal atención pastoral se debe centrar en el descubrimiento de la riqueza espiritual del sacramento del matrimonio y  en la presentación a los fieles de la riqueza espiritual y  humana del matrimonio cristianamente vivido lleva consigo y esa debe ser la preocupación de la Iglesia presentar el matrimonio no  como un contrato como en el Derecho Romano, si no como un proyecto de vida entre el varón y la mujer, fundado en el amor, inspirado en el seguimiento de Cristo y orientado hacia la perfección espiritual, personal, natural y sobrenatural de las personas y la familia. El matrimonio así entendido es un camino de enriquecimiento humano, es un camino de renovación, y  eso tiene un atractivo y una fuerza y eso es que hay que descubrir y presentar en nuestra sociedad".

Usted habla de la necesidad de una atención pastoral intensa, ¿se necesitaba una vuelta de tuerca?  "Exactamente. Necesitaba el descubrimiento de la situación realmente trágica de cómo se vive el matrimonio y la familia en nuestra sociedad; las estadísticas y la experiencia, nos demuestran que  hay mucha improvisación, mucho fracaso, mucho dolor, muchas sumisiones, muchas equivocaciones en el planteamiento de la vida familiar y matrimonial y en el deterioro de algo tan profundo para la persona, la Iglesia y la sociedad nos lleva a que hay que ir al fondo de la cuestión, a la preparación espiritual, la formación de la fe, descubrir  la riqueza del matrimonio, la celebración con autenticidad humana y cristiana del matrimonio sacramental".

¿Cuál es el movimiento que ha querido hacer el Papa para afrontar esta situación trágica? "Primero un movimiento de fraternidad, de acogimiento, de ayuda ,en vez de considerar a estas personas como caídas que han quedado en la cuneta y  de las que nos desentendemos, hay que ir a su encuentro. La Iglesia debe ser consuelo de lo afligidos y auxilio de los cristianos. Hay que acercarse a ellos, a los hermanos que de alguna manera están herido y han fracaso en su proyecto vital que es lo que ocurre cuando falla un matrimonio y una familia. Hay que acercarse a ello, comprenderlos no condenarles, hay que acercarse con respeto y misericordia a cada uno según su necesidad. El Papa dice tres cosas: primero, no condenemos, vamos a ayudar; segundo vamos a valorar lo que hay de positivo en cada persona, hay gente que sin casarse han vivido juntos con respeto, con amor, con generosidad, hay que reconocer lo que cada uno tiene de bueno. No hay que reprochar, hay que valorar lo que tiene y le puede ayudar a mejorar; lo que hay de bueno en las personas, en la fidelidad, en el amor, en la generosidad, eso les prepara para descubrir y aceptar el proyecto de Jesús y de la Iglesia y reconocer que aunque no hay excepciones para la ley, para el modelo cristiano de fidelidad, de indisolubilidad puede haber circunstancias atenuantes o eximentes de la culpabilidad de la persona. Lo más agudo y nuevo que dice el Papa, en ese capítulo octavo, es que algunas personas viviendo en una situación pecaminosa pueden estar como atrapadas y viviendo en gracia de Dios que merecen el reconocimiento y el perdón de la Iglesia".

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