La historia de Germán, un seminarista de 23 años en Sevilla
El día de San José también celebramos en la Iglesia el día del Seminario
Madrid - Publicado el - Actualizado
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“Entrar en el Seminario significa dejar de tener en las manos el timón de tu propia vida y saber que es Otro el que lo maneja por ti”, dice Germán Carrasco, 23 años, seminarista de 4º curso en Sevilla. En su caso este paso empezó a prepararse cuando llegó a Sevilla para estudiar en la Universidad y entró en el grupo joven de la Macarena. Al calor de diversos acontecimientos como el Año de la Misericordia, las vigilias de oración en el besamanos de la Esperanza y el testimonio de otros seminaristas, se fue haciendo más clara la llamada.
En estos cuatro años de Seminario se ha conocido a sí mismo y ha aprendido a aceptar a los demás, superando las diferencias que les pueden separar y aunando las fuerzas de lo que les une. Se considera afortunado por la posibilidad de desarrollar su labor pastoral en la Basílica de Santa María de la Esperanza Macarena, porque la cercanía constante de la Virgen y vivir el amor y la devoción sincera de sus muchos devotos es uno de los mayores regalos que agradece al Señor.
En el caso de Germán la vocación ha ido siempre de la mano de su hermandad, y por eso está convencido del papel clave que juegan estas corporaciones en el proceso vocacional de cualquier joven. En su opinión, las hermandades son un gran jardín para sembrar la Palabra de Dios porque están llenas de jóvenes entregados al Evangelio, y piensa que en ese contexto debe proponerse también la opción de la vida sacerdotal.
Y pensando en otros jóvenes como él, que puedan intuir la llamada al sacerdocio, los invita a no tener miedo: entrar en este camino supone un salto enorme, pero proporciona también una libertad enorme.