La historia de tres misioneras que murieron por no abandonar a sus enfermos

La causa de canonización de estas tres religiosas ha dado un paso importante

La historia de tres misioneras que murieron por no abandonar a sus enfermos

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Las tres misioneras italianas de la Congregación de las Hermanas de las Pobres murieron en 1995 en el entonces Zaire, hoy República Democrática del Congo, por no dejar por no abandonar a los enfermos de Ébola. La Iglesia acaba de proclamar que vivieron la fe, la esperanza y la caridad de forma heroica.

Las hermanas Floralba Rondi, Clarangela Ghilardi y Dinarosa Belleri llevaban más de 30 años en África cuando la epidemia del ébola estalló en Kikwit, a 400 km de la capital, Kinshasa, donde trabajaban en un hospital que en ese momento tenía 11 pabellones con 400 camas, pero en períodos de emergencia los hospitalizados llegaban fácilmente a 1000. También visitaban a los enfermos en el campo, ya que en un radio de 200 km de la ciudad había otros pequeños hospitales, dispensarios, enfermerías, leproserías y pabellones de tuberculosis. En aquellos lugares de sufrimiento y miseria la única presencia asistencial la garantizaban las Hermanas de los Pobres

En la correspondencia con la Superiora, preocupada por su salud, las misioneras manifestaron que permanecerían en su puesto a costa de sus vidas, porque sus enfermos estaban en una situación de subdesarrollo espantoso y necesitados de todo. Las religiosas podrían haberse salvado abandonando Kikwit, pero prefirieron quedarse en su lugar, conscientes de que con su partida muchos de los enfermos se habrían quedado sin atención ninguna.

La Superiora General de entonces escribió que la muerte de estas hermanas, mártires de la caridad, había sido la conclusión de una vida entregada día tras día con amor, alegría, humildad y total disponibilidad a Dios y a los hermanos, y expresaba su certeza de que sería una semilla que generaría vida para el Congo, para África y para toda la Iglesia. La Causa de Beatificación fue iniciada en la Catedral de Kikwit el 28 de abril de 2013, frente a la cual reposan sus restos.

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